1. Deseos imposibles

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—¡Jeon Jungkook!—Jungkook no se tomó la molestia de girarse ante el grito furibundo de Jin. Pisando con fuerza, apretó el paso para salir de aquella habitación. Jin no desistió.—¡Vuelve aquí ahora mismo y pide perdón a Jimin!

Jungkook se giró con el rostro rojo de la rabia, esto ya era el colmo.

—¡Dile tú a él que se disculpe!

—¿Que se disculpe por qué? ¿Por intentar darte un abrazo?—Jin estaba furioso. Nadie hacía llorar a sus polluelos. Ni si quiera otro polluelo enfurruñado.—Solo quiere darte un puto abrazo, mocoso testarudo. Y tal vez no te perseguiría tanto si fueses un ser humano decente y le tratases con un poco mas de respeto.—para aquel momento, Jungkook ya había cruzado las puertas de la sala de prácticas hecho una furia.—¿Me has escuchado, niño? ¡Jungkook!

Jungkook cerró de un portazo y se lanzó contra una de las camas que había en aquel cuarto compartido.

Golpeó la almohada con el puño, filtrando como buenamente podía la rabia que se acumulaba en su cuerpo. Maldito Jimin. Era un pesado y un acosador y encima era él quien se llevaba una bronca de Jin. ¡Él, que solo lo había empujado para quitarse su cargante presencia de encima!

Que puta manía tenía con tocarle, joder.

Él tenía 16 malditos años. ¿Es que no podían comprender y respetar su puta edad del pavo? No le gustaba que le atosigasen y estaba en su derecho de enfadarse. ¿Y Jimin? Era mayor que él, por el amor de Dios. Que dejase de lloriquearle tanto a Jin Hyung y se defendiese.

Tener que aguantar que le regañasen como si fuera un infante le hervía la sangre. 

Ojalá no estuviese aquí. Ojalá estar en otro tiempo, donde ya seamos mayores. Donde yo pueda plantarme y donde a Jimin ya se le haya pasado la obsesión conmigo. Algún día...

Con ese pensamiento, se durmió.

A la mañana siguiente despertó, sintiéndose cansado. Tenía los ojos legañosos por las lágrimas y un incipiente dolor de cabeza. Mierda de vida, pensó.

Con un  gruñido y el antebrazo sobre los ojos, se dio la vuelta. Suspiró rendido y decidió que era mejor levantarse por si mismo. Si Jin Hyung quería cobrarse venganza por el plantón de ayer, prefería no ponérselo tan en bandeja.

Se incorporó en la cama y trató de abrir los ojos sin que la luz le quemase las retinas. Tras un par de pestañeos, consiguió ver algo mas que un topo bajo tierra. No mucho mas, pero era algo. Entonces reparó en algo.

¿Qué cojones?

Echó un sorprendido vistazo en rededor, pasmado por lo espacioso y luminoso de la habitación donde se había despertado. ¿Dónde estaban las literas? ¿Dónde estaban las montañas de ropa en cada esquina? ¿Dónde estaba la minúscula ventana que adornaba su habitación compartida?

Con el susto en el cuerpo, movió la mano y sin pretenderlo, tocó piel caliente sobre el enorme colchón. 

Se asustó, apartando la mano y mirando de inmediato a su lado. Allí, tendido boca abajo había un cuerpo delgado. Analizó el color de cabello. Rubio. ¿Rubio? 

No recordaba a nadie rubio que encajase con ese cuerpo de constitución menuda. 

Dio un respingó cuando el cuerpo emitió un sonidito relajado y se dio media vuelta para seguir dormitando. Le sacudió un escalofrío.

¿Que coño hacía Jimin en su cama? Bueno, si es que esa era realmente su propia cama porque juraba por Dios que no la reconocía de nada. Pero de todos modos. ¿Desde cuando estaba Jimin teñido de rubio? Anoche mismo seguía con el pelo castaño. Y no sabía muy bien por qué, pero algo no le cuadraba en esa cara.

Un deseo ✨✨ KookminWhere stories live. Discover now