5. El verdadero enemigo

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A Jungkook se le estaban empezando a hinchar los cojones.

—¡Eh, Jiminie! Están echando memorias de una Geisha. ¿Te gustaba, verdad?

Los ojos de Jimin destellaron con emoción. Esa película le había encantado desde que salió y jamás desaprovechaba una oportunidad para verla de nuevo.

—¡Me encanta!—se apresuró en dejarse caer en el sofá a un lado de mini Kook, quién le había dejado preparado un sitio. El chico esgrimió una sonrisa zorruna.—El libro es una maravilla. Y la película...—suspiró con aire soñador.—La adoro.

—Lo sé.—musitó mini Kook por lo bajo.

—¿Qué?—preguntó Jimin, despistado.

—¿Qué?

Jimin, el Jimin de su tiempo, estaba obsesionado con esa película. No sería difícil adivinar que el Jimin adulto tendría un huequito en su corazón reservado para ella.

Discretamente, se arrimó a Jimin, pegando completamente sus brazos y suspiró satisfecho.

Soy un crack.

En el extremo opuesto del salón, Jungkook exhaló como un toro embravecido y se abrió paso por la estancia, hasta plantarse frente a ellos. Fulminó al muchacho, quién le sonrió con pésima intención.

Se sentó con fuerza al otro lado del rubio, pasándole el brazo por los hombros y aprovechando para darle una colleja a mini Kook. 

—¡Oh! Memorias de una Geisha.—exclamó con fingida algarabía mientras Kook se frotaba la nuca.—Que maravilla.

—Sin duda.—dijo el muchacho, recobrando la compostura y enseñanado todos los dientes en su macabra sonrisa.—Una verdadera obra de arte.

—Una divinidad.—declaró el adulto  frunciendo el ceño competitivamente.

—Un auténtico deleite.—contraatacó el otro, con idéntico gesto.

—¡Una obra maestra!

—¡Oh, Señor! ¡Bendita la divina obra en toda tu magnificencia!

—Ehh... Chicos.—Jimin cortó la agitación católica de raiz.—Creo que ya esta bien. Es un gran película, todos lo sabemos. ¿Qué tal si lo dejamos ahí?

Guardaron silencio, apretujados contra Jimin. Desde sus flancos, se dedicaban discretas miradas de odio y vanos gestos de desprecio. Que si un tirón de pelo por aquí, un pellizco por acá, un "hijo de tu santa madre" susurrado por allá...

Jungkook apoyó la mejilla en el cabello de Jimin mientras acariciaba distraídamente su oreja con el pulgar y cuando mini Kook percibió como Jimin se apoyaba cómodamente en Jungkook, entrecerró los ojos.

Vamos con todo, pensó.

Fingiendo un enorme bostezo se estiró para después proceder a abrazarse al torso de Jimin y apoyar su cabeza en el pectoral de este.

Jimin no pudo evitar encogerse tratando en vano de contener la ternura y emoción. Se giró hacia el Jungkook adulto con una enorme sonrisa y señalando a Kook con la cabeza gesticuló un "Dios, que mono".

Jungkook fingió un ataque de euforia, murmurando sin voz un "monísimo". Su falsa sonrisa se evaporó al momento en que Jimin arropó con sus brazos al engendro.

Girando la cabeza, se mordió un puño.

No le patees, no le patees...

Entonces decidió que era momento de sacar todo el arsenal. Así que sin mediar palabra, se echó a lo largo en el sofá dejando media pierna fuera con el fin de poder poner la cabeza en el regazo de Jimin. Le escuchó reír quedamente mientras mini Kook se quejaba.

—¿No tienes otro sitio donde aposentarte, majete?—le dijo con una sonrisa llena de dientes y meneando el muslo que tenía justo encima de su coronilla.

—¿Otro sitio que no sea el regazo de MI novio?—apostilló con sorna.—Ninguno mejor que este.

—Otro donde no me aplastes el muslo, tal vez.—se quejó meneando el muslo hasta golpearle con el la sien.

Jungkook permaneció tercamente apoyado sobre los muslos de Jimin, inmune a los bandazos que daba la pierna del engendro pegada a su cabeza.

—Pues muévete, ¿A mi que me cuentas?

—Chicos...—suspiró el rubio.—Estais siendo un poco infantiles.

—¡Infantil él!—se defendió el mas joven.—Yo aun tengo edad para quejarme.

—Y como sigas así no vas a llegar a la edad adulta, niño.—amenazó el castaño contraatacando con un cabezazo en el lateral de su muslo.

El timbre interrumpió la disputa, sumiéndolos a los tres en un silencio sepulcral. Jimin consultó el reloj y con una sonrisa enorme, se sacó a los dos de encima levantándose de un salto.

Ambos rodaron fuera del sofá, hasta dar con el culo en la alfombra. Se frotaron los golpes con un quejido mientras Jimin corría a atender la puerta.

—¡Seulki!—saludó con euforia mal contenida, mientras el nombrado entraba a las risas en el recibidor y apretujaba al rubio en un abrazo de oso.

Jungkook y su versión joven, miraban ya de pie la escena, cada cual con una expresión de mayor desagrado.

—¿Y ese quien demonios es?—quiso saber el mas joven, fulminando a Seulki con la mirada mientras este apretaba mas al rubio en el abrazo.

Por un instante, olvidando cualquier rivalidad, Jungkook asintió aprobando el odio que plasmaba su voz y respondió.

—Ese—dijo.—,es el verdadero enemigo.

Un deseo ✨✨ KookminWhere stories live. Discover now