9. ¿Y mañana qué?

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Jimin se asustó cuando unos brazos le rodearon la cintura en un abrazo apretado. Haciendo un quiebro, logró ver la cabellera de Kook y su cara felizmente asomando bajo su brazo.

—Buenos días, Jiminie.

—Hola Kookie.—sonrió, revolviéndole el cabello.—¿Quieres desayunar?—Kookie asintió efusivamente y Jimin le indicó la mesa con un gesto de cabeza.—Bien, pon la mesa que ahora termino.

Kookie obedeció, pero no antes de que Jungkook bajase al galope las escaleras hasta plantarse en la puerta de la cocina y mirar hacia ellos con un aura oscura.

Ambos se encontraron a medio camino, echando chispas por los ojos.

El pobre Jimin sintió por segunda vez en el día como exprimían su cuerpo hasta sacarle el aire de los pulmones.

—Buenos días, mi vida.—la melosa voz de Jungkook sonó desde detrás de su cuello.

El rubio no fue capaz de negarle la sonrisa cuando le vio apoyando la cara en su hombro. Su sonrisa de conejito feliz lo volvía débil.

Hizo aterrizar un besito en su nariz, murmurando.

—Buenos días, cielo. ¿Desayuno?

Jungkook le soltó lentamente.

—Claro, pero deja que te ayude. No está bien que estés cocinando para todos tú solo.—exclamó lo bastante fuerte como para que el engendro le oyese, tratando de resaltar su mejor faceta de novio preocupado y devoto.

Chúpate esa.

Mini Kook lo miró con odio desde la mesa del comedor.

—¡Yo estoy poniendo la mesa!—se acercó hasta la cocina para encararse con Jungkook, quien acudió a su encuentro respirando como un toro embravecido.

—Una ayuda muy liviana mientras mi pobre Jiminie se vuelve loco cocinando él solito.

—¡Eh!—ambos se giraron sorprendidos por aquella voz grave que desde luego, no pertenecía a Jimin.—¿Es que soy transparente o que cojones?—se quejaba Taehyung, friendo huevos en una sartén aun en pijama.

A la luz de los acontecimientos, a los dos Jungkooks les sorprendió no haber reparado en que Taehyung estaba allí desde el principio.

Jimin negó con la cabeza sonriente, mientras seguía con las tostadas.

—Perdona colega, no te había visto.—se disculpó Jungkook mientras mini Kook ponía los ojos en blanco.

Taehyung volvió a su sartén farfullando.

—Sí, ya. Suele pasarnos a los pobres diablos que no tenemos dos globos inflados por pandero.

—¡Eh!—Jimin le pegó en el brazo con el ceño fruncido.

—¿De qué te quejas?—Taehyung le miró mal, con los brazos en jarras.

—¿De que me llames culo gordo, tal vez?

—No. Te he llamado culón, no culo gordo. Hay una gran diferencia.

—¿Dónde?

—Si que la hay.—dijo Kook con cara de entendido.

—Son dos cosas muy distintas, cariño.—se sumó Jungkook.

Jimin se dio la vuelta, clamando al cielo por paciencia. El desayuno estaba listo cuando Jin apareció calzándose una sudadera a toda prisa.

—La madre que me parió.—exclamó con la cabeza aun atorada bajo el cuello de la prenda. Cuando finalmente consiguió liberarse, los miró a todos con los pelos electrificados y disparados en todas las direcciones.—No hay tiempo de desayunar. Han llamado, hay que estar en el trabajo antes de tiempo.

—¿Qué? ¿Pero por qué?—se quejó Jungkook, llevándose a la boca todo lo que pudo pillar, agobiado ante la perspectiva de irse de casa sin desayunar.

Jin se lanzó a robar una tostada y de camino, le dedicó una mirada mortal.

—¿Tengo pinta de ser Si Hyuk? ¡Y yo que sé! Pero tenéis que vestiros cagando hostias.

Una oleada de fastidio se desplegó por el comedor mientras los presentes se lavantaban con un gemido, llevando en las manos toda la comida que les cupo.

Mini Kook que seguía en su silla miró alrededor con ojos de cachorro perdido.

—¿Tenéis que iros?—murmuró.—¿Pero... Que voy a hacer yo?

De pronto los mayores repararon en el chico y se miraron unos a otros, recordando que tenían un problema. 

Jin se acercó a Kookie.

—Puedes quedarte aquí y comer todo lo que quieras.—ofreció con voz suave.—Tenemos películas y Jungkook tiene un montón de juegos en su cuarto. Puedes pasar un día tranquilo. Seguro que los echas en falta con toda la tralla que te mete la empresa en tu año.

—¿Y mañana qué?—preguntó Kook con los ojos tristes.

Jin miró a sus compañeros, repentinamente inmóviles. Hasta Jungkook miraba a su némesis con algo de lástima.

Jin carraspeó y le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

—Mañana ya veremos.

Kookie asintió y se miró las manos, sintiéndose repentinamente desamparado. Cuando Jin le pasó una mano por la espalda, la puerta de la calle se abrió, haciendo que se sobresaltasen y contuviesen la respiración cuando Sejin apareció por el arco del comedor.

—Chavales, ¿Estais listos? Si Hyuk...—la frase murió a medio camino y los miembros se miraron unos a otros con cara de circunstancias mientras Mini Kook se hacía pequeñito en su asiento. Sejin parpadeó, sintiendo que se mareaba con los ojos dolorosamente fijos en aquel muchacho que él conocía bien.—¿Jung... Jungkook?

Bangtan se echó a temblar con una oleada de pánico mientras los miembros que quedaban en el piso de arriba terminaban de bajar las escaleras. En cuanto lo hicieron, sintieron que el aire se espesaba a su alrededor.

Mierda.

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La competencia Jeon vs Jeon está llegando a extremos. Se que los capitulos son mas cortitos de lo que acostumbro en mis historias pero me apetecía que este fic fuese un poco más dinámico. ¡Un beso y darle amor al capitulo porfa!

Un deseo ✨✨ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora