Capítulo III

11 3 0
                                    

Ben se dejó caer sobre la cama, una vez encontró refugio en la agradable seguridad de su nuevo dormitorio. Los muebles esenciales estaban ahí desde que llegaron a ocupar la casa, a pesar de ello, todavía tenía demasiadas cosas que desempacar.

En comparación al día anterior, había un significativo número menor de cajas y paquetes porque su madre se dio a la tarea de organizar su closet, además, colocó en cajones y ganchos casi toda la ropa que usaría a diario. A decir verdad, agradeció el gesto, pues a pesar de que recién se integró al ritmo de la preparatoria en Santa Rosa, los profesores no tuvieron ninguna consideración al asignar tareas y deberes que debía entregar a finales de esa semana. Ben se consideraba un buen estudiante, tenía buenas notas y desde pequeño su rendimiento escolar fue excelente, ya que su padre cultivó en él el hábito del aprendizaje constante. Cuando otros niños veían caricaturas en la televisión, Ben disfrutaba documentales sobre la naturaleza, los dinosaurios y el espacio exterior; coleccionaba libros acerca del tema y en su cumpleaños número doce pidió un telescopio con el cual solía observar el cielo.

Si era honesto, no tendía a hacerlo con regularidad, puesto que Los Ángeles era una ciudad sobrepoblada que dificultaba la observación gracias a las luces artificiales. Con tanto ruido y movimiento a cada hora del día, las estrellas apenas y eran visibles desde la ventana de su antigua habitación. Quizá en Santa Rosa encontraría algún espacio apropiado; con una reserva natural tan extensa, la oscuridad sería de muchísima ayuda. Y eso, por fortuna, le daría algo en lo cual mantenerse ocupado durante las siguientes semanas, pues aún no tenía ningún amigo con quien compartir su tiempo libre luego de clases.

Dándose la vuelta, tomó su mochila y verificó de nuevo las actividades extracurriculares a las cuales podría integrarse, y si bien todavía le quedaban unos cuantos días para elegir, debería hacerlo rápido o se quedaría fuera por el resto del año. Estaba francés avanzado, lo que consideró desde el primer instante, aun si también se vio tentado por baloncesto o atletismo. Ben arrojó la hoja a un lado en signo de rendición, y hundió el rostro entre las almohadas. Se sentía exhausto no solo física, sino también mentalmente. Claro, les prometió a sus padres que daría lo mejor de sí, pero recién comenzaba a darse cuenta de la magnitud del reto que tenía por delante.

Iba a ser un año muy largo.

Ben cerró los ojos y comenzó a pensar en su día, el cual resultó ser sumamente particular. El primer periodo de clases le pareció eterno, ya que debió prestar el doble de atención a los profesores, de ese modo creyó que podría llevar sus materias a buen ritmo desde el principio sin atrasarse. Odiaría tener que tomar clases suplementarias con tal de ponerse al corriente, lo cual pondría en jaque muchas de sus aplicaciones a las universidades donde quería ingresar. Así que, al llegar la hora del almuerzo, Ben se sintió un poco menos abrumado y fue un alivio salir de las aulas para tomar un poco de aire fresco, lo cual, gracias al cielo, no tuvo que hacer solo, pues Frank y Lexie se ofrecieron a hacerle compañía.

Conforme caminaban entre los abarrotados pasillos, Frank sugirió ir a uno de los patios que tenía algunas mesas techadas, debido a que podrían conversar mejor sin tanto ruido de fondo como en la cafetería. Dado a que Ben realmente no conocía nada más allá de las aulas donde estuvo con anterioridad, lo creyó buena idea, aun si muchos otros estudiantes pensaron en hacer lo mismo. Pese a ello, el espacio a simple vista no se veía saturado y el clima era agradable.

—En verdad les agradezco su ayuda —Ben tomó asiento en una de las bancas, junto a Lexie—. Por la mañana estaba muy confundido porque no sabía a dónde dirigirme: sin ustedes, lo más seguro es que me hubiera perdido en más de una ocasión.

—No lo menciones —Frank le restó importancia.

—¿De dónde vienes, Ben? —Lexie se animó a preguntar, mientras sacaba su almuerzo y lo colocaba sobre la mesa.

Mi voz en tu silencio PGP2024Where stories live. Discover now