Capítulo IV

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Si por alguna razón Ben creyó que evitar a Jacob sería tarea sencilla, se equivocó.

Esa mañana, al llegar a la escuela en su bicicleta, se encontró con la desagradable novedad de que el famoso chico problema estaba metido en una acalorada discusión con dos jugadores de fútbol: aunque no sabía quienes rayos eran, las chaquetas deportivas le permitieron reconocerlos al instante.

Aun desde la distancia, a pesar de que Jacob era igual de alto que ellos, ambos atletas no parecían preocupados en absoluto por ese detalle pues, a juzgar por su lenguaje corporal, saltaba a la vista que recurrirían a la violencia física al siguiente acto de provocación por parte de Jacob, cuyo rostro se mostraba imperturbable pese a las circunstancias. En realidad, Ben no podía escuchar nada a esa distancia, pese a ello, no le quedaba duda que semejante embrollo se originó gracias a algún comentario desatinado del rubio.         

Nervioso, Ben miró alrededor en busca de algún profesor que le pusiera fin a esto, sin embargo, solo unos cuantos estudiantes caminaban por ahí ocupados en sus propios asuntos. Además, si eran lo bastante listos, ninguno de ellos intentaría hacer nada, pues era mejor alejarse antes que terminar lastimado por inmiscuirse en asuntos que no eran de su incumbencia. Ben tenía instinto de supervivencia, por ende, su primer pensamiento lógico fue darse la vuelta y huir en dirección contraria.

Jamás había presenciado una pelea antes. En su antigua escuela solo fue testigo de discusiones superficiales entre algunos chicos, pero nada que le causara ningún tipo de temor severo. Con estos tres, en cambio, era una historia distinta. En ese momento Ben se sobresaltó, pues uno de los jugadores sujetó a Jacob de la camisa, obligándolo a retroceder dos pasos. Y en lugar de amedrentarse, Jacob esbozó una sonrisa cínica. Al segundo siguiente pronunció unas cuantas palabras y al parecer fue una bravuconada, dado que lo soltaron con un fuerte empujón antes de amenazarlo y marcharse.

Sin tener la más remota idea del por qué se quedó a presenciar la confrontación, Ben se preguntó si Jacob estaría herido. De acuerdo, se suponía que debería mantenerse alejado de Marsden, por desgracia tenía una conciencia y le impedía irse sin hacer nada . Sus padres siempre le inculcaron que ayudar a otros lo convertiría en un buen cristiano y, a aun si Jacob lucía poco menos que aterrador, pensó que tal vez podría llamar a alguien que si supiera qué hacer. Armándose de un valor que obviamente no  sentía, Ben tomó una larga exhalación y se dispuso a acercarse: para entonces Jacob se arreglaba la ropa terriblemente mortificado y, en realidad, no lo culpaba en absoluto.

—Disculpa —Ben le habló en tono neutral, evitando así ponerlo en alerta otra vez—. ¿Te encuentras bien?

Gracias a la pregunta, Jacob se giró en su dirección y arqueó la ceja con escepticismo. Aunque las intenciones de Ben eran buenas, el joven rubio actuó receloso y arisco, igual que un gato callejero. 

Sin embargo, se mantuvo firme ante él.

—Largo —espetó en tono plano y frío.

Al escucharlo, Ben apretó el manubrio de la bicicleta en clara señal de molestia por los terribles modales de Marsden.

—No hay necesidad de ser grosero —Lo confrontó sin pensar, rogándole al cielo que no se notara demasiado el temblor involuntario de sus manos—. Solo quería asegurarme de que no necesitabas ayuda.

Jacob le dirigió una mirada severa, dándole a entender que su nivel de tolerancia estaba muy por debajo de la media: o al menos esa impresión le dio. A tales instancias era indudable que no le quedaban ganas de ser civilizado con nadie, aun así, Ben no se movió e intentó parecer seguro de sí mismo.

—¿Ayuda? ¿De quién? —quiso saber—. ¿Tuya? —La voz de Jacob sonó irónica—. Sigue actuando de esa manera y no durarás en esta escuela, niño nuevo —advirtió dándole la espalda.

Mi voz en tu silencio PGP2024Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang