XIV

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No tarde mucho arreglándome, pues ya tenía en claro lo que me pondría. Lo difícil fue separar a Gavi y a mi hermano, se habían llevado muy bien y no querían dejar de jugar. Gavi puede tener la personalidad de un niño de 7 años si se lo propone.

Volvimos a entrar al auto y por más que trate de sacarle información de donde íbamos se negó rotundamente a darme si quiera una pista. Pablito se estaba tomando muy en serio esto.

—Ya casi llegamos, se paciente.— seguía con su mirada fija en la carretera.

Decía que ya casi llegábamos y lo único que yo veía eran árboles.

—Cuando repartieron la paciencia se tardaron mucho y mejor me fui.

Soltó una carcajada meneando su cabeza.

—Eres tan ocurrente, me gusta.— me miro por un segundo para ver mi reacción la cual solo fue una sonrisa orgullosa.

No tardamos ni 5 minutos cuando detuvo el auto informándome que habíamos llegado al destino. Era un campo lleno de flores a las afueras de Barcelona, a lo lejos podía ver una tela de cuadros rojos y blancos extendida en el piso y entre los árboles estaban colgadas flores artificiales de diferentes colores.

Lo miro con una gran sonrisa en mis labios. Había preparado todo esto para mi, jamás me habían hecho algo así.

Entrelazo nuestras manos llevándome hasta el muy bien decorado picnic. Me sentía una niña pequeña por la emoción que me recorría, era tan linda esta nueva faceta que conocía de él.

—Esto es fantástico, Pablo.— me ayudo a sentarme sobre la tela que ayudaba que el pasto no se enterrara en nuestra piel.

—Es bueno escuchar que te gusta.— se sentó enfrente de mi poniendo una cesta tejida mimbre entre nosotros.

De ella saco emparedados, un helado amenazando a derretirse por el sol y unos jugos en botella de vidrio.

—Me dijo Pedri que te gustaba el jugo de uva, los emparedados con queso extra, sin lechuga ni tomate y el helado de oreo.— Me extendió mi emparedado y jugo sonriente.

—Te informaste.— me giño un ojo sacándome una sonrisa —Gracias.

—Gracias a ti por aceptar la cita.

—No preguntaste, solo me informaste que tendríamos una cita, te recuerdo.— me refería al día que hizo su escena de celos, ahora que recuerdo se veía gracioso enojado.

—Igual no rechazarías una cita conmigo.— afirmó con mucho orgullo.

—No podría.— esta vez fui yo quien le guiñó el ojo.

Gavi solo agacho su cabeza sonriendo penoso. Era un momento digno de tomarle foto.

—¿Entonces, me vas a contar tu historia?— Cambio de tema dándole un mordisco a su emparedado.

—¿Qué es lo que quieres que te cuente?

—Todo.

—Mi cumpleaños es el 8 de marzo, mi color favorito es el rosa, sueño con estudiar arquitectura, soy fan de F1, quiero un perrito que sea pequeño, peludo y se llame Chuck .— hice una pequeña pausa tomando una bocana de aire para continuar.— Mi persona favorita en este mundo es mi pequeño hermano Félix, nací en México, mi postre favorito es el helado y...

Voltee a ver a Gavi que creí que estaría distraído con tanta información, pero no fue así, el solo me veía prestando mucha atención.

—Y... mi equipo de fútbol favorito es el Real Madrid.— termine esbozando una enorme sonrisa.

El frunció el ceño dolido, parecía un niño chiquito cuando algo no le gustaba.

—Es broma, obvio que mi favorito es el Barça.

Sonrió de oreja a oreja haciendo que sus ojos castaños se enchinaran.

—Yo quería que me contaras tu vida un poco más lento.— se quejo.

—Tu me dijiste que querías todo, si todo lo decía con lujo y detalle se haría de noche.— me excuse encogiéndome de hombros.

—Lo que sea con escuchar tu voz todo el día.— recargó su cabeza en la mano viendo hacia el cielo, pero fue interrumpido por los rayos del sol que hicieron que cerrara de inmediatos sus ojos.

Rodee mis ojos por lo que había dicho. Este chico era muy cursi y aún no éramos nada, no estoy acostumbrada a ser tan romántica.

—¿Cómo es que tú y Pedri se conocieron?— volvió a cambiar el tema de la platica.

—Fue un verano cuando vine a visitar a mi padrino, Xavi, el me llevó a ver un entrenamiento y fue donde un niño pateo el balón directo hacia mi frente, así fue como perdí neuronas pero gane un gran amigo. Desde entonces cada verano venía a visitarlo.— conté feliz recordando cuando era una pequeña niña emocionada por viajar a España y ver a su mejor amigo futbolista.

—¿Cómo es que no te vi antes?—pregunto sin esperar alguna respuesta a cambio, sin embargo se la di.

—Tal vez vivías en tu mundo.— me encogí de hombros.

—Tal vez...— dejó su respuesta al aire.

—Tal vez deberíamos comer el helado que está a punto de derretir.— tome las cucharas que estaban dentro de la canasta junto con el helado de oreo.

No había conos, ni siquiera unos vasos para servirlo, así que sin más abrí el bote sacando la primera cucharada. La lleve cerca de la boca de Gavi simulando que era un avión para que abriera su boca y le diera paso al postre, me miró divertido abriendo su boca esperando a que se adentrara el helado en su paladar, pero no fue así, lleve la cuchara hasta su cachete embarrándolo de helado.

—Cassandra.— dijo entre carcajadas.

Tomó su propia cucharada de helado acercándola hacia mi con amenazas de tirarla, pero la regreso hasta su boca.

—No te la devuelvo, porque te queda muy bien ese conjunto.— se excusó.

Busque dentro de la canasta algo con lo que pudiera limpiarlo y encontré unas servilletas de tela, perfecto. Me incline hacia el tratando de limpiar mi desastre, pero cada que me acercaba más el se alejaba recargándose sobre sus codos, en un intento de volver a limpiarlo caí sobre el con mis brazos a un costado de su torso.

El parecía estarlo disfrutando, como si hubiera pasado lo que el quería, rodee mis ojos volviéndome a incorporar, pero su mano firme en mi cintura me hizo detenerme.

—¿Te puedo besar?— la pregunta me hizo tragar en seco.

Un zoológico se desató en mi estómago. ¿Quién era yo? ¿Cómo me llamaba? Mis neuronas se volvieron locas y me dejaron sola. No podía ni articular un "si", quería gritar que si, pero solo balbucee un intento de si sonriendo como tonta. El entendió la respuesta por mi reacción tan inocente, si es esa la palabra correcta.

Nuestras respiraciones chocaban cada vez más mientras el cortaba los pocos centímetros que tenían nuestros rostros, sus labios tocaron los míos con delicadeza recorriendo cada parte antes de acariciarse, sentí las mariposas alborotadas dentro de mi cuando inicio el beso con suavidad, era tan mágico como nuestros labios se sincronizaban tan bien.

Con su mano masajeaba mi cintura con lentitud, todo iba en cámara lenta en ese momento. Su lengua se coló por mis labios con agilidad y el beso se tornó más ardiente cuando ambas lenguas jugaban tan sincronizadas. Me jalo hacia el haciendo que a horcajadas me sentara sobre el. A falta de aire cortamos el beso quedando aún cerca el uno del otro. Junto nuestras frentes, lo que provocó que las respiraciones se mezclaran y las sonrisas se dibujaran en ambos rostros, fue cuando me di cuenta que si le había gustado, tal como a mi. Volvió a besarme, pero esta vez fue algo más fugas, aún así sentí como si lanzaran fuegos artificiales en el fondo.

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Solo dire: ¡Que vivan los novios!

XOXO

Hilo Rojo | Pablo GaviWhere stories live. Discover now