XXIII

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Tom.

Abrí los ojos de repente, al sentir como algo me tocaba la cabeza. Parpadeé un par de veces antes de darme cuenta que, la que me había tocado la cabeza, era Eleonor.
Me sonreía atraves de la mascarilla del oxígeno. Me levanté rápidamente de la silla, que hizo ruido al deslizarse por el suelo.
-¡Eli! ¡Al fin has despertado!- exclamé sorprendido y a la vez, feliz.
Ella hizo ademán de quitarse la mascarilla, pero la retuve.
- Me siento incómoda- susurró.
- Lo sé, cariño, pero espera que avise al médico.- dije y me encaminé hacia la puerta, pero me volví de nuevo hacia ella, para besarle la frente.
Ella sonrió y, entonces, salí de la habitación. Encontré a una enfermera en el mostrador de guardia de la planta donde estaba Eleonor ingresada. Le comenté lo sucedido y, fue a llamar al médico, mientras yo volvía a la habitación.
El médico, llegó a los pocos minutos y revisó a Eleonor. Después de quitarle la máscara de oxígeno, le indicó que no hablara mucho y que descansara, que lo necesitaba.
Cuando el médico y la enfermera salieron de la habitación, me senté con ella en la cama. Se hizo hacia un lado para que pudiera sentarme junto a ella. Apoyó su cabeza sobre mi pecho y  la sentí respirar hondo mientras yo la abrazaba.
- Creí que me mataba- dijo casi en un susurro.
- Llegaron a tiempo- dije yo.
No sabía que contestarle.
Sólo que, si la perdía, me moría yo con ella.
- Si... Menos mal... Esa chica era tan grande....
- Ya todo pasó- dije y la besé en la cabeza. No quise que recordara nada en ese momento, solo quería que se encontrara bien.
- ¿Tom?
- Dime, cariño.
- Quédate conmigo.
- Eso no lo dudes nunca. Ahora, duerme un poco más y olvídate de todo, yo estoy aquí para protegerte.- dije y, con cuidado, la abracé más fuerte.
Ella se acurrucó más junto a mí y suspiró antes de decir:
- Te quiero mucho, Tom.
- Yo también te quiero, Eli.


Eleonor.

Lo primero que vieron mis ojos al despertar de aquella pesadilla, fue a él.
Tenía la cabeza apoyada en el colchón de mi cama, sobre los brazos. Estaba dormido y parecía un auténtico ángel.
Mi ángel particular.
Toqué su cabeza, no para despertarlo, si no para acariciar su pelo, pero lo hizo. Levantó su cabeza y me miró.
Tras varios minutos, en los que no sabíamos bien que hacer, salió a avisar al médico. Este entró, me revisó y, tras unos minutos, y después de darme unas recomendaciones, se fue.
Tom se sentó conmigo en la cama y me abrazó. Y ahí sentí que todo estaba bien.
Él era mi felicidad. Podría describir esa sensación y esa palabra con los tres nombres que formaban el suyo: Thomas Andrew Felton.
Cuando de pequeña lo vi por primera vez en aquella primera película de Harry Potter, jamás pensé que lo conocería en persona. Había ido alguna premier, pero siempre lo había visto de lejos, como a Daniel. Me había visto cada una de sus películas y no una vez, si no varias veces.
Jamás podría a ver pensado que esto llegara a pasar. No voy a mentir si alguna vez lo soñé, como cualquier fan, pero nunca que lo llegará a conocer y mucho menos, ser si novia.
Pero ahí estaba, en la cama de un hospital, con él a mi lado, con mi cabeza sobre su pecho y sus brazos rodeándome.
Jamás había creído todo lo que habían dicho de él. Tom era la persona más maravillosa del mundo. Era todo ternura y amor. ¿Cómo pudieron mentir sobre él de esa manera y compararlo con el personaje que interpretaba? La crueldad de las personas, llegaban a cualquier parte.
Yo había conocido, en este tiempo, al verdadero Tom Felton y, no tenía nada que ver con Draco Malfoy. Deberíamos de pensar en las personas y no por los papeles que interpretan.
Tom era mi lugar seguro en el mundo, no me podría cansar de decirlo jamás. Se había convertido en la persona más importante de mi vida y, por él, podría con todo.


Tom.

Cuando los padres de Eleonor y su hermana llegaron al hospital, me marché con ellos, dejando a Lisa con su hermana. Pero antes, estuvieron hablando con su hija un rato para ver cómo se encontraba.

Llegamos a la comisaría y, uno de los policías, nos indicó dónde ir para hacer la denuncia. El agente que nos atendió, después de varias preguntas, me dejó hablar con la chica, que aún estaba en las dependencias policiales a esperas para ver qué pasaba con ella.
Me hicieron pasar a una habitación para hablar con esta chica. Al entrar, vi que era bastante corpulenta y alta. No tenía expresión en su cara, pero al verme, sus ojos se iluminaron y en su boca, apareció una sonrisa.
- ¡Tom, amor mío! ¿Has venido a sacarme de aquí, verdad? Yo no he echo nada malo- exclamó intentando ponerse en pie.
El policía que estaba detrás de ella, se lo impidió. Tenía las manos atadas con unas esposas, pero aún así, no me fiaba y di un paso hacia atrás.
-¿Por qué lo hiciste?- intenté parecer calmado, no quería que dijera otra cosa, mientras me sentaba enfrente de ella.
- Ella no te merece. Ella se quiere aprovechar de ti... Ella no te ama como yo...
- Tienes una mala idea de lo que es amar- bufé.
- Pero Tom, ella no es digna de ti- dijo como apenada.
- Ninguna persona que haga daño a alguien que me importe se puede considerar mi fan. Yo jamás he dado a entender que podáis hacer nada de eso. Siempre he querido que todos se lleven bien y siempre he puesto el amor ante todo.
- Tom, yo te amo...- dijo intentando coger una de mis manos.
Las retiré de inmediato y ella, comenzó a sollozar.
- Ninguna chica es digna de ti, Tom...
- ¿Y tú si?- pregunté con odio.
No quería sentir aquello, pero es que me era imposible. Eleonor me dolía demasiado.
- ¡Yo si! Yo te amo por encima de todo, y no me arrepiento de golpear a esa que dice ser tu novia. Es más, lo haría mil veces más con tal de apartarla de ti.
- Acabas de confesar lo que has echo, tú misma te has delatado.
Se quedó muda y su cara cambió de color al darse cuenta de lo que había dicho. Pero al segundo, su cara se volvió a transformar y una sonrisa malvada, apareció en su rostro.
Debo de confesar, que me dio miedo.
- Ojalá la hubiera matado, porque, ¿no está muerta, verdad? Bueno, en cuanto salga de aquí, podré acabar con ella. Si no eres para mí, no eres para nadie.- dijo y se rió.
Me levanté de la silla y, antes de salir de la habitación, me encaré con ella y le dije:
- Voy hacer lo posible para que te hundas en la cárcel. Jamás le pondrás un dedo encima a Eleonor, tenlo por seguro.
- Eso está por ver...
Y antes de decir nada más, cerré la puerta de la sala, oyendo como se reía.
Los padres de Eleonor me esperaban a la salida de la comisaría.
-¿Qué te ha dicho?- me preguntó su madre.
- Esa chica está loca. Tengo unos excelentes abogados, la hundiran en la cárcel, no se preocupen por eso.
- Eso esperamos. Que pague por lo que le ha echo a mi hija.
Eso era mi intención, que pagara y no se acercara más a Eleonor. Pondría todo mi esfuerzo en ello y sobretodo, en cuidar a mi novia. No iba a permitir que nadie le hiciera daño, bastante había pasado ya.
Cueste lo que cueste, nadie le haría nada más a Eleonor.


Noches de Plata (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora