LII

39 3 2
                                    

Eleonor.

Ya habían pasado cinco meses desde que nos dijeran que íbamos hacer padres y ya me encontraba en mi sexto mes de embarazo, pues ya estaba de algo más de un mes cuando me dijeron que esperaba un bebé. Aún no habíamos querido saber que sexo era hasta que no cumpliera siete meses de embarazo.
El embarazo iba bien, no tenía ningún problema, salvos las náuseas matinales los primeros meses, pero ya pasaron. Ahora solo me notaba algo más cansada algunos días, comía por dos (había momentos en que yo misma me sorprendía de lo que podía llegar a comer en un momento), y había momentos en los que Tom tenía que irse de casa o esconderse donde fuera, pues podría estar encima de él antes que se diera cuenta. Había días que, tenía demasiadas ganas de sexo con él y Tom, al principio estaba encantado, pero a estas alturas, prefería muchas veces, mantenerse de mí alejados en ciertos días.
Yo me enfadaba, pero después recapacitaba.
- Pero, ¿se puede saber que te pasa?- me preguntó una mañana de domingo después de subir a ducharse y encontrándome en la cocina, sentada en el taburete donde me dejó media hora antes.
- Nada - dije conteniendo un puchero.
Que Tom bajara de ducharse oliendo a gel de ducha y con gafas, no ayudaba a mis revolucionadas  hormonas.
- Eleonor... - dijo acercándose a mí.
Me abrazó por detrás, colocando sus manos en mi avanzada barriga. Me besó en el hueco del cuello, haciéndome sentir un escalofrío que recorrió mi cuerpo.
Reprimí un gemido.
Lo necesitaba tanto...
- Tom...- suspiré poniendo mis manos encima de las suyas.
Él siguió besándome por el cuello, cosa que tampoco ayudaba a mis hormonas.
De repente, paró y lo miré como queriendo decirle que qué hacía. Tom simplemente sonrió y extendió su mano hacia mí. Confundida, tomé su mano y él tiro suavemente de mí para levantarme del taburete. Sin decir nada más, nos guió hacia el sofá, donde me hizo sentarme.
Yo seguía confundida y miraba a mi novio sin entender nada, mientras seguía moviéndose a mi alrededor, colocando mis piernas, también sobre el sofá.
Cuando estaba a punto de preguntarle que qué hacía, él habló:
- Llevas días queriendo que hagamos el amor. Sé que últimamente, por decirlo así, huyo de ti para no hacerlo, pero no quiero hacerle daño al bebé. Yo también tengo las mismas ganas o incluso más que tú, de hacerlo, pero me da miedo de hacerle daño al bebé, pero ya no aguanto más las ganas, ya me cansé de dejarte a un lado. Así que hoy, señorita, no se va a escapar. - explicó colocándose las gafas mejor.
Me mordí el labio, sintiéndome derretir por dentro viendo cómo Tom se quitaba la camiseta.
¿He dicho alguna vez lo sexy y guapo que es Tom con gafas y sin camiseta?
Se acercó a mí lentamente, subiéndose al sofá y dejando mis piernas entre las suyas. Se inclinó con cuidado y comenzó a besarme. Beso que acogí de muy buenas maneras.
Deseaba a Tom con todas mis fuerzas y saber que hoy por fin, estaría con él, hacían que mis ganas fueran a más.
Sentí como sus manos subían por mis piernas, colandose debajo de la camiseta que usaba como camisón, deteniéndose justo en mis bragas. Me moví, ansiosa, para que supiera que no quería que se parara.
-¡Ahh, tranquila!
- Pero, Tom...- suspiré.
Él rió ante mi cara de insistencia.
- Entendido- dijo él.
Y se separó de mí lo justo para quitar aquella parte de mi ropa interior, tirándola al suelo. Luego me ayudó a quitarme la camiseta, quedándose mirando fijo mis desnudos pechos. Lo vi morderse el labio inferior a la vez que se quitaba el pantalón del chándal y los bóxer.
-¿Alguna vez te he dicho lo sexy que te ves desnuda y embarazada?- preguntó sentándose junto a mis pies.
Recorrió, con su mirada, todo mi cuerpo desnudo, provocándome. Me encantaba el Tom dulce, pero este me fascinaba. Tenía su punto... Sexy, diría yo.
Me incorporé, ligeramente, en el sofá, mirando a Tom. Sonreí ampliamente. Me levanté, para sentarme a horcajadas sobre él.
- Con cuidado, cariño- dijo Tom mientras me sujetaba por la cintura.
- ¿Acaso está mal querer hacer el amor con mi novio?- pregunté alzando las cejas.
Rió.
- Ya te he dicho que no, pero lo haremos con cuidado. No pienso dejarte escapar esta noche...- dijo y comenzó a besarme.
Y la sensación de estar entre los brazos de Tom, era la mejor sensación del mundo...

Noches de Plata (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora