── 𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎 › Prince Floyen

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El Duque Floyen ha contraído matrimonio.

La celebración de la unión fue festejada por todo el Imperio.

Las sonrisas no dejaban de pintarse en los rostros de todos los hombres y mujeres que podían apreciar el danzar su primer vals de recién casados a inicios de la gran celebración del lazo nupcial.

Regis se veía feliz, extremadamente feliz. La hermosa mujer, que ahora él podía llamar esposa, brillaba a tal punto de opacar a todas las demás mujeres en aquel salón. Nadie podría igualar su brillocidad...

Nadie excepto ella.

—Regis— ¿en qué momento perdió su mirada por completo? —¿Regis?

Devolvió toda la atención a su mujer.

La castaña miró confundida al hombre que seguía sin soltar su mano luego de que la música halla parado. Su mirada plateada no parecía estar más en sus manos, ¿a quién observaba de a todas las personas presentes aquella ocasión?

—¿Sucede algo malo?— tal vez un amigo, tal vez alguien familiar, quizás alguien importante... Quizás alguien que sea importante para él.

—No— su 'no' la fue vago. La mirada del hombre por momentos había perdido su felicidad que al instante regresó como por arte de magia —No sucede nada malo— besó la suave mano de su esposa, sintiendo el dulce aroma a su perfume de rosas.

Los aplausos inundaron el salón. La música prosiguió pero está vez todos aquellos que desearan bailar podrían hacerlo con libertad. Podrían disfrutar de los melodiosos vals que aquella orquesta preparó para acompañar la velada de celebración de los recién casados.

Cierta dama se hallaba siendo la oscuridad en aquella fiesta cubierta de iluminocidad. Su rostro decaído era la clara prueba de haber estado llorando por horas. Su casto vestido no hacía a menos su extraordinaria belleza pero que si fuese uno más brillante podría opacar a la misma novia, dentro de todo, el tono azul oscuro hacía juego con sus lindos ojos turquesas-azules. El cabello ondulado no había sido recogido en un perfecto peinado –como todas las demás tenían–. Ni siquiera había joya que ostentar encima de ella.

No parecía haber ido a una boda, sino a un funeral.

—No creí que la princesa imperial asistiría— murmuró una de las invitadas.

—Es algo sorprendente que ella halla tenido el valor de venir a la boda de quien se suponía sería su esposo— murmuró otra más.

—Fue solo un rumor sin verificaciones. El emperador no ha ordenado decir que su hija más joven se comprometería con el hijo del ducado Floyen.

—¿No eran novios en secreto?

—Más bien, oí que eran amantes.

Su ida no fue razón para que los murmuros se detuvieran, eso incrementó más el asunto.

Había tenido suficiente.

Solo asistió a esa fiesta por ordenes de su hermano mayor; «Es mejor que asistas, así todos podrán ignorar la idea de que eras la amante de Regis» ni siquiera debió de oírlo, fue una idiota, no, una estúpida.

Asistir a la boda de su amante llevando a su hijo en su vientre era demasiada hipocresía.

¿Qué se supone que haga?, sonreírles y desearles una feliz vida de pareja, no, no podría hacer algo así cuando carga con un bastardo, ahora oficialmente bastardo. Tuvo las esperanzas de que ese hombre se rehusara a seguir comprometido con esa lugareña para volver a sus brazos nuevamente.

Sí. Fue una verdadera estúpida.

—Al palacio imperial— dio la orden del lugar a donde deseaba ir con prisa. El cochero tomó su lugar, tiró las riendas y hecho a andar la carroza.
El regreso a casa sería difícil, no ha sido mucho desde que partió de allí al ducado y ahora regresa con mucha más anterioridad. ¿Qué le diría a su padre?, el pobre hombre está a sus últimos días de vida; en un abrir y cerrar de ojos, su hermano ocuparía el trono. ¿Lograría el hombre de corazón de porcelana soportar la noticia de que su única, adorada y encantadora hija halla quedado preñada de un hombre recién casado? —Sin duda alguna su corazón se hará pedazos— y no en sentido figurado, ese débil corazón moriría al instante.

Acarició su barriga una vez más. Tal vez ahora el hijo de Regis no era más que un pequeño punto, pero que pronto crecería conforme los días, las semanas y los meses. Él estaba allí. Él o ella, que más da, estaba allí.

—Hump— una ligera risa se escapó de sus labios —Tal vez hallas logrado quedarte con Regis, pero no te llevarás la gloria de ser la madre de su primogénito.

Sí. Ella había ganado.

No la guerra, pero si una batalla importante.

𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄 𝐅𝐋𝐎𝐘𝐄𝐍 . ¡Father, I don't want to get married!✓Where stories live. Discover now