── 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 › 0 0 6

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Sus manos no dejaban de temblar, parecía no tener control de ellas. Hasta sostener la pluma era complicado para él, la escritura se veía tan mal por los manchones de tinta. Seguir así solo lograría hacer que toda la documentación esté poco prolija, era mejor calmar su pulso y relajar su mente, ¿pero cómo hacerlo?  si su propia mente no deja de pensar en aquel acontecimiento.

Cortó el muñeco de entrenamiento por la mitad, es imposible a una edad tan corta y con un entrenamiento tan pobre.

¿Él se sentía nerviosos?, no, quizás era más un sentimiento de emoción. Nada podía inigualarse a lo que vio con sus propios ojos, el Príncipe Adri tenía un futuro muy grande como espadachín por delante.

«—¡Es tu hijo, mio y tuyo!, ¡Yo lo tuve en mi vientre y tu lo depositaste en él!»

Un hijo... Que es bastardo.

Un hijo que nació de un vientre ajeno al de su esposa –difunta esposa– sólo podía ser conciderado como un bastardo; el niño ni siquiera heredó rasgos faciales suyos, pero sus ojos eran el reflejo propio de la herencia Floyen, el tono oscuro de su cabello era tan idéntico al de Lucyphella, incluyendo su nariz... No ha dudado de las palabras de su ex amante, ese niño si era su hijo, él reconoce que fue el causante de su existencia porque sabe perfectamente que en la vida de la princesa Lucy no hubo otro hombre más que él.

Fue un accidente.

Jamás tuvo en mente embarazar a Lucyphella, fue un accidente.

—Maestro— la voz de su discípulo lo hizo volver al mundo y salir de sus pensamiento; Max tuvo un entrenamiento corto, algo extraño por lo que decidió ir a ver a su maestro —El entrenamiento de hoy fue breve, no fue común. ¿Pasó algo?

—Deberías de sentirte aliviado, ¿no lo crees?— sí, fue un alivio acabar rápido pero era poco normal hacerlo. Solo podía tratarse de una sola cosa y esa es que a su maestro le ocurría algo más importante —No tienes que preocuparte, mañana el entrenamiento será normal. Parece ser que extrañas arrastrarte contra el suelo.

—Mi primo desea entrenar mañana con nosotros— la noticia que Max le dio hizo que todo su cuerpo temblara —Le pido su permiso para que él pueda unirsenos. ¿Puedo tener su respuesta ahora?

—¿El principe?— "Aléjate del príncipe/No merece tener al príncipe cerca suyo...", ya ha sido advertido un millón de veces el mantenerse distanciado del primer príncipe, jamás imaginó que algo así sucedería, que fuera él el que deseara estar cerca suyo —Él ya tiene un maestro con el cual entrenar.

—Pero desea entrenar con usted— lo que oyó de Max hizo que toda la presión de su cuerpo decallera estrepitosamente hasta su estómago. La presión de su pecho no sofocó eh hizo de sus temblores un poco más visibles —Él lo admira mucho, puede ser un gran aprendiz. Ayer, durante el descanso del entrenamiento, Adri logró cortar-...

—Silencio— ordenó que se callara.
Regis se levantó de su asiento y miró al segundo príncipe con seriedad —El primer príncipe ya tiene un maestro; yo solo estoy entrenandote porque le hice un promesa a tu difunta madre.

—Entonces, ¿su respuesta es un "no"?

Tendría que ser así.

—Entiendo— el segundo suspiro —Adri se sentirá algo decepcionado, él en serio lo admira mucho.

—Espera— detuvo su ida de repente. Maximiliam volteó confundido, su maestro tenía una expresión nueva en su rostro —Dile...— hizo una pausa larga —Dile que lo siento.

—¿Qué lo siente?— el silencio de él provocó incomodidad en Max —Ah... De acuerdo, se lo diré— y abandonó la oficina con prisa. La actitud de ese viejo cascarrabias era nueva –y terrorífica–; Regis volvió a tomar asiento nuevamente, dejó ir el aire atrapado en sus pulmones en un largo suspiro. Su temblor había parado, pero el sentimiento seguía estando y lo seguía molestando.

—Él solo ha heredado mi tono de ojos— opinó en voz alta; su propio reflejo se notaba por el vidrio de la ventana. Sí, eran los mismos ojos, ambos tenían ese parecido que los unía más como padre e hijo —Pero heredó demasiadas cosas de ti, Lucy.

«—No pienso abandonarte nunca, Regi.»

«—Has arruinado nuestras vidas dando a luz a este niño.»

Esa vez él verdaderamente había temido, sintió el terror y el miedo apoderarse de su sentimiento. ¿Un hijo bastardo?, era horrible de solo nombrarlo como tal pero no existía otra palabra que pudiera definirlo. Adri, aunque más fuese doloroso de aceptar, era el hijo bastardo de Regis Floyen.

𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄 𝐅𝐋𝐎𝐘𝐄𝐍 . ¡Father, I don't want to get married!✓Where stories live. Discover now