Aún no es suficiente para él

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Los Hechiceros no están destinados a salvar personas. Aunque exorcizan a las maldiciones que ellas mismas inconscientemente generan, no sé trata de eso. En realidad, el Jujutsu es solo una larga tradición de guerras y poder entre clanes, para obtener mas poder, en el que las personas no chamanes se encuentran en mitad del camino e inevitablemente terminan siendo menospreciadas por el lado conservador de la Hechiceria.

Megumi no se convirtió en un hechicero para salvar las personas, tan solo nació con la habilidad equivocada, en un clan equivocado y se topó con Gojō Satoru (posiblemente eso haya sido lo peor que le ocurrió a Megumi). A Megumi se le enseñó que su técnica maldita era poderosa, una en un millón, capaz de superar al posiblemente hechicero más fuerte de todas las generaciones. Él es fuerte y debe convertirse en un hechicero para exorcizar maldiciones y así complacer a los altos mandos, aunque ni siquiera estén contentos con su existencia...

Megumi no cree que la rebeldía del más fuerte o la suya misma lo hayan mentalizado en proteger al débil porque él es fuerte. Demasiado estúpido, la vida es mas cruel para que las cosas sean tan simples. Por que, a no ser que sea una pesada broma de mal gusto de Gojō-sensei, él podría haber salvado a Tsumiki, pero se supone que esa maldición es una que ni el más fuerte puede exorcizar. ¿Entonces que puede esperar Fushiguro Megumi?

Los cuerpos humanos e incluso aquellos cuerpos con extremidades aleatorias o más bien, procedentes de animales, constrastaban terriblemente con los atuendos y armaduras de películas medievales o videojuegos que le recordaban. Los rastros ensangrentados es en lo único que Megumi siente familiar. No el inmenso techo, el musgo luminiscente o las criaturas que No-son-maldiciones aunque así parezcan. La sangre es igual para ambos y entonces el pecho de Megumi finge desinflarse con menos culpa porque los hechiceros lo son porque deben y los aventureros arriesgan su vida innecesariamente.

Idiotas.

Megumi no volverá a vivir ese silencio incómodo junto a Kugisaki rechistando y fingiendo lo mismo que él. La situación es completamente diferente en otro mundo (ya no sabe cuántas veces lo ha repetido) y sin Kugisaki o alguien más a su lado. Por lo que Megumi piensa más en un dolor de cabeza que en otra muerte. Solo debe encontrarlos y nada más, no otras preocupaciones o estorbos.

Ah, cuando salva a la última chica con orejas de gato, correción, de perro (están caídas así que es obvio desde un punto de vista cercano como sostenerla con ambos brazos), Megumi no se detiene a escuchar los inentendibles tartamudeos o a pensar en porque su rostro se encuentra profundamente rojo.

A pesar de que pierda demasiado tiempo valioso, porque no aguanta un segundo más en este mundo donde las personas maullan cómo gatos (definitivamente es muy raro y no lo puede tomar en serio, en realidad, lo incómoda), Megumi vuelve a cometer el mismo error...

Gyokuken continua buscando aventureros, olfateando simplemente el aire, Megumi cree que reconoce el aroma de la sangre hasta dentro de la humedad de las cuevas gigantes. Desde un principio fue algo desalentador contar con Gyokuken, alimentándose solamente con su energía maldita y memorizando los nuevos olores del ambiente. Aunque es posible que su instinto animal, solo lo este guiando hacia los monstruos más próximos. Desde que comió una de esas piedras multicolores o cristales mágicos, parece haber reemplazado su dieta de pequeñas maldiciones.

Las garras del Shikigami atraviesan limpiamente las escamas rojizas de un hombre lagarto, y, en verdad, es una lagartija gigante... ¿Cómo se forman todos estos Monstruos? Cómo si copiara exageradamente las fantasías que en su mundo son ficción, pero aquí, reales. Megumi sacude su cabeza al sentir escalofríos.

La coraza escamosa es perforada por las garras de Gyokuken, hasta un grado especial puede ser dañado, el cristal mágico es retirado limpiamente, dejando el cuerpo inerte del hombre lagarto desaparecer en un instante. Desde que comenzaron sus exploraciones en el calabozo, Gyokuken no ha dejado de comer cristales mágicos y a Megumi no es que le moleste. Sin maldiciones con las que alimentarse, debe adaptar su dieta de alguna forma. Además, Megumi se sentiría mal si no lo alimentara cómo es debido, aunque es su único Shikigami que come ¿Será por qué es un lobo?

Calabozos Y Hechiceros Where stories live. Discover now