Las cosas terminan de igual forma

301 28 4
                                    

Por regla básica, los Hechiceros no deben dejar que los civiles se involucren en las peleas. Evacuar y asegurar la zona es el primer movimiento que realiza un Hechicero para exorcizar cualquier maldición que esté atormentando. Generalmente los asistentes se encargan de esa parte y los que 'van al frente' solo se encargan de la eliminación de espíritus.

Cómo aquella vez en la escuela, Megumi dejo que los no chamanes se entrometieran, y para ser justos, él idiota de Itadori se estrelló contra la ventana como una bala de cañón humana ¿Cómo sabia que una persona sin energía maldita podría hacer eso? (Era bastante sospechoso que un estudiante de secundaria pudiera correr 50 metros en 3 segundos hasta que lo vio con sus propios ojos).

La modesta confianza de Megumi lo engaño una vez más. Sólo debe recuperar un objeto, no será la gran cosa, pensaba. El mismo escenario se proyecta frente a sus ojos como si se recordará lo idiota que es. Aquí no hay energía maldita, no pueden contra un hechicero como él. Megumi traga su orgullo cuando un suspiro escapa sin que se percate.

No son Hechiceros, pero los aventureros se las arreglaron hasta alcanzar a Megumi. Los restos de látigos vuelan y estallan a su alrededor, en un infierno de llamaradas ¿Bombas? Aquí fluye la magia, no el Jujutsu, como en cuentos de hadas típicos de su mundo. Cualquier cosa fantástica y bizarra que hubiese creído, ocurre aquí.

El maniático de cabello blanco regresa de las nubes de polvo y plantas. Cómo en cualquier película o serie de fantasía, Megumi no tiene que pensar demasiado para predecir cual es el sorpresivo giro de la trama.

Megumi deja que su monólogo cliché rasgue sus tímpanos. Su mano se levanta hacia la flor que descansaba sobre el pilar. Megumi ríe para si mismo, es una broma, ni siquiera el intento de maldición pudo contra él. Y tampoco unas pocas lianas podrán contra el poder de "Gyokuken" El brazo pálido, ensuciado por la grava anaranjada del piso, es cercernado desde su codo por un corte, ciertamente limpio.

La sangre tiñe la piel pálida del lunático. El color carmesí lo diferencia claramente de una maldición cualquiera y ese líquido viscoso que presentan. La figura a dos patas de Gyokuken se detiene a su lado mientras deja caer la extremidad en el suelo.

"Ya te lo dije, no me importa lo chiflado que estés, me dirás dónde está Itadori"

Megumi se pregunta en qué momento se entumecido su brazo, en que momento soltó aflojó su espada oscura, una herramienta maldita hecha para exorcizar maldición, no el asesinato, recolección o lo que sea que les pase a los monstruos. La misma mirada sangrienta alcanza a Megumi atraves de las pupilas amarillentas.

"Aún continuas derrochando su poder" No hay ningún grito de agonía o reacción. Aquí no hay maldiciones y si no se asegura la herramienta maldita se dañará "Te enseñaré todo lo que me dio Ella por su correcta devoción ¡Y terminaré con tu indeseable existencia!" La extremidad comienza a crecer lentamente y Megumi debía esperar eso de algún modo.

Las formas de curación son increíblemente sencillas aquí, pociones, realmente obvio, piensa Megumi con ironía. Pero para los otros aventureros, no resulta tan común como él lo ve.

A medida que avanzan, un par de pisadas llega hasta él. El chillido del desenvaine cruje a su lado "¿Quien eres?" Megumi voltea, el cabello azul inusualmente arreglado es lo primero que ve. Debajo, el reflejo de los lentes y el filo de su daga no le permiten ver nada más.

Megumi frunce el ceño pero no responde, otra persona aparece detrás de ella. Orejas de animal, un aullido escapa de sus labios al hacer contacto visual "¡Eres el verdugo de Rivira!" Megumi quiere preguntar que es lo qu. Ella se acurruca detrás de la otra chica al ver la forma de su Shikigami. Su expresión se endurece detrás de sus ojos, pero sus manos tiemblan levemente al apuntar hacia Gyokuken.

Calabozos Y Hechiceros Where stories live. Discover now