XX: You Can Take All the Pain Away From Me

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Gerard

La tarde transcurre sin mucha novedad. Todos dentro de la casa están tranquilos, aún después de lo que sucedió ayer en la noche.

Y en todo el caos que se convirtió.

Examino las cámaras con diligencia, observando como algunos de los inquilinos, ayudan a Daniel con las reparaciones de los daños ocasionados por...mi altercado con mi madre.

O más bien, debería decir, la guerra Ylony.

Hago clic en otro recuadro de la cámara, que me muestra como algunos de los inquilinos están limpiando el desorden del suelo y los vidrios rotos por doquier.

¡Joder!

Esta no era mi definición de un anoche agradable.

Amplío la imagen y observo con absoluta admiración, el como mi gente ayuda sin siquiera haberles pedido eso.

Ayudando a más no poder, con todos los destrozos que terminamos haciendo anoche.

Y esto es mucho más, de lo que yo como dueño de la casa, puedo agradecer.

Ya que esto demuestra el gran valor que ellos tienen para conmigo.

Y para todo el apoyo que les he brindado.

Casi casi, se siente como si fuera una retribución.

Muchas gracias.

El sentimentalismo me invade enormemente, cuando la puerta de mi habitación se abre y se cierra casi sin hacer ruido.

No tengo la necesidad de preguntar de quién se trata, ya que, después de muchos años de conocernos, esta clase de acciones ya son lo suficientemente conocidas para mí.

—¿Hay alguna novedad, Mickey? —Me doy la vuelta en la silla giratoria y veo a mi amigo apoyado contra la pared de mi habitación. Su camisa blanca de lino, sus vaqueros rotos en las rodillas, su cabello peinado hacia atrás y sus botas montañeras, le dan ese estilo casual que no está acorde con su expresión. Su cara está larga y una sombra de tristeza cubre su mirada, ahogándolo en sí mismo. —¿Fox? —Pregunto y parece volver a la realidad al escucharme. —¿Todavía sigues mal por lo de anoche? ¿Necesitas hablarlo?

—No, todo está bien Gery. —Mickey sonríe ladino, pero esta no le llega hasta sus ojos, indicándome que nada está bien. —No tienes que preocuparte por mí.

Alzo mi ceja y bebo un poco de vino de mi copa. —Ajá, cuéntame más.

Él se ríe por lo bajo y niega con la cabeza. —¿No puedo engañarte con esto, eh?

—Eres pésimo mentiroso, así que no, no puedes mentirme. Nunca. Lo descubriría muy rápido.

Él palidece un poco y un destello de miedo se refleja en sus ojos, pero rápidamente este desaparece, y me pregunto si solo fue parte de mi imaginación.

Sí, solo estoy alucinando.

Al igual que esta mañana.

Un fugaz recuerdo de lo acontecido horas antes, cruza por mi mente de forma fugaz, sin embargo parpadeo nervioso y me enfoco en Mickey, quién sonríe y se sienta en el colchón de mi cama. —En realidad...—Él hace una pausa y le ofrezco una copa de vino, la cual toma receloso.

—No tiene mi sangre, es solo...vino.

Mickey toma la copa y bebe un poco. —Gracias Gerard. —Él suspira cuando el licor comienza a hacer estragos en su garganta. —A veces me pregunto que haría sin ti.

House of Wolves [W #01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora