Capítulo 9

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En el bosque reinaba una misteriosa calma. El viento silbaba sobre sus cabezas y se escuchaban crujidos de ramas y hojas, provocados, probablemente, por los animales que ellos no podían ver. Sin embargo, no se escuchaba el canto de los pájaros ni el sonido de ningún otro animal.

El bosque entero estaba imbuido en una inquietante penumbra. Las copas de los árboles eran tan frondosas que dejaban entrar la luz justa para iluminarlo todo, pero nada mas. Como no había nada que se asemejase a un camino, el caballo tenía que ir serpenteando entre los árboles y las rocas llenas de musgo. A medida que avanzaban comenzaron a ver a algún que otro Tuzi, que los miraba ladeando la cabeza de forma curiosa. También vieron a un grupo de Beikes afilando su puntiaguda prolongación de cabeza con las rocas del lugar.

	—No escucho ningún pájaro —dijo Karan

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—No escucho ningún pájaro —dijo Karan. Seguían sin escuchar el canto de los pájaros, algo muy extraño para ambos—. El nombre del bosque le viene como anillo al dedo. —Ya conoces las leyendas que cuentan —puntualizó Tay—. Sean verdad o no, no sería de extrañar que en el bosque se escondiese alguna criatura peligrosa. Tenemos que estar atentos y procurar no hacer demasiado ruido.

—Sigamos recto para que nos sea más fácil atravesarlo —añadió Karan—. Por su extensión no debería llevarnos más de un día. Avancemos unas cuantas horas, y más tarde descansaremos si conseguimos algún lugar seguro para montar el campamento.

Avanzaron con cuidado a través del bosque y en más de una ocasión se bajaron del caballo para estirar las piernas. Debido a la lentitud con la que tenían que ir, les vendría bien recorrer ciertos tramos a pie.

Tras unas horas de caminata, se encontraron con un tranquilo riachuelo donde rellenaron sus cantimploras. Tay dio un largo trago de agua y volvió a rellenar la suya, mientras Karan se sentaba en una roca y se masajeaba los doloridos pies.

—Creo que me han salido callos y ampollas —dijo con cara de dolor—. Al final van a acabar explotándome.

—Discúlpeme, señor. ¿No esperaría usted un viaje por todo lo alto? Con un carruaje tirado por blancos corceles y lleno de los mas deliciosos manjares —le contestó Tay cruzándose de brazos—. Si quiere puedo llevarle sobre mis hombros y así disfruta de las maravillosas vistas. ¡Mire! Justo en frente tenemos una reina loca que quiere capturarle dios sabe para qué —dijo llevándose las manos a la cara—. Oh no, ¡a su derecha! Una bestia de las profundidades de un bosque que quiere que sea su cena. Por dios, ¡allí! —terminó diciendo señalando a su izquierda—. Unas preciosas flores qué ni la Santa sabe para que sirven —Al final, e llevó los brazos a la cadera y le miró con una sonrisa—. Guías Turísticas Tay. Gracias por su contratación.

—Eres lo peor —replicó Karan—. Te juro que como escuché salir de tu boca una sola queja...

—¿Qué? —le provocó—. ¿Me harás cosquillas hasta que me mates de risa?

—Insolente muchacha. ¿No estará subestimando el poder de las cosquillas? —Los dos empezaron a reír, lo que hacía tiempo necesitaban. Habían estado tan ocupados huyendo que se les había olvidado lo que era.

Sueños de Amor y Venganza I: La Azalea del AbismoWhere stories live. Discover now