Capítulo 10

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Gaia se levantó temprano en su mullida cama de la habitación que le habían asignado hacía años en la Gruta, la guarida de las Hijas de Khalibea y academia de los Invocadores del Desorden, poderosos hechiceros y brujas.

La Gruta era una antigua cueva a la que se accedía por una explanada descendiente cerca del Lago de la Luna. Todos los niños y niñas de Sahira que nacían con la capacidad de conectar con el Desorden acababan acudiendo a la academia para así convertirse en Invocadores experimentados.

Aunque no tenía luz natural, unos faroles mágicos iluminaban constantemente todas las estancias, simulando la luz solar. Estos hacían a su vez de lámparas como de protectores contra el frio, ya que todas las paredes de la guarida eran la propia piedra de la cueva.

La Gruta tenía un total de cuatro plantas bajo tierra, todas ellas esculpidas en la piedra de la propia cueva. En el primer piso se encontraban los laboratorios de pociones y las salas de entreno de los Invocadores del Desorden. El segundo piso estaba lleno de habitaciones en las que vivían los estudiantes y el profesorado y en él también se encontraba la gran biblioteca. En el tercer piso se extendían los almacenes, la cocina y el comedor donde se reunían todos a la hora de desayunar, comer y cenar. Por último, al cuarto piso sólo podían acceder la Suprema, líder de las Hijas de Khalibea, y los miembros del consejo. Allí se realizaban las reuniones y en él se encontraban los aposentos de la Suprema.

Aquella mañana Gaia se sentía con más energía que la anterior, como le llevaba ocurriendo desde hacía un par de semanas, desde que empezó la preparatoria para la Prueba de Sucesión. Aunque Gaia nunca había querido ser Suprema, como descendiente directa de los Primorata era lo que se esperaba de ella. Pese a parecerle extraño aquel repentino aumento de poder, no quiso mirarle el diente a caballo regalado. Cuando se hubo desperezado, se puso la túnica negra y morada que la distinguía como aspirante a Suprema y se dirigió al comedor.

La Prueba de Sucesión era una forma ancestral de acceder al puesto de Suprema, para la cual los Invocadores aspirantes se preparaban durante semanas. Esta tenia lugar en la linde de la Arboleda de Azura, donde la actual Suprema extendía sus manos por la hierba del bosque para hacer crecer un arbusto de rosas azules al otro lado. A simple vista, la prueba parecía fácil. Las Invocadoras aspirantes debían atravesar el bosque, coger una rosa azul y traerla de vuelta. La primera en conseguirlo sería la siguiente Suprema. Durante la travesía, las Invocadoras del Desorden podían utilizar toda clase de hechizos y encantamientos, estando prohibidos solo aquellos que causaban la muerte a un contrincante. De eso solo podía encargarse la arboleda. Se decía que aquellos bosques tenían vida y que muchos habían perecido entre sus árboles. Su nombre hacía homenaje a la Invocadora cuyo espíritu vagaba por ellos: Azura, la Invocadora del Desorden más poderosa de la historia, incluso más que Khalibea. Pero también la Invocadora con el más trágico de los finales. Su vida terminó en los acantilados que también llevaban su nombre, donde se quitó la vida.

Cuando una Invocadora conseguía superar la prueba, la cual podía durar desde días hasta semanas, la actual Suprema se marchitaba y acababa muriendo en pocos días. Antes de morir, se llevaba a cabo la Ceremonia de Sucesión, una ceremonia tan antigua como la prueba que la precedía. Se transportaba a la Suprema en un carruaje de flores hasta la Cala Carmesí, cantando dulces baladas que tenían como objetivo que Khalibea cuidase del espíritu de la Suprema. Cuando llegaban a la cala, que recibía su nombre por las enormes caracolas carmesíes que decoraban su arena, la Suprema escogía una de esas caracolas para que, al morir, fuese depositada sobre su pecho. Una vez recogida la caracola, se desplazaban en barcas hasta el Templo de la Sucesión, donde tenía lugar la ceremonia.

En la isla, los esperaban los Guardianes de la Noche, una antigua extirpe de monjes guerreros que se encargaban de la protección de la Suprema. Todo su linaje se había comprometido hacía generaciones a proteger con su propia vida a la líder de las brujas, lo cual había salvado a mas de una frente a las ansias de poder de otras Invocadoras del aquelarre.

Sueños de Amor y Venganza I: La Azalea del AbismoWhere stories live. Discover now