Capítulo 6

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Era el día en el que los voluntarios debían acudir a la Fortaleza del Valor y Karan sentía un nudo enorme en la garganta. Si todo salía bien, al final del día tendrían la información suficiente como para planificar su futuro viaje a los Reinos del Sur y así descubrir el entramado que comprendía el pasado de su madre.

Karan siempre se había considerado un muchacho alegre. La muerte de su madre significó un punto de inflexión en su vida, y aunque su pérdida le dolió en el alma, supo ser fuerte y siguió adelante. Pero la duda que dejó aquel suceso había hecho que Karan no pudiese pasar página del todo, como si esta estuviese pegada a la anterior y no fuese posible despegarla. Le faltaba una pieza clave en su vida, una única pieza que al mismo tiempo lo significaba todo. Una pieza que le permitiría por fin despegar aquella página por completo.

Lo que había pasado en los últimos días le había aportado a Karan un rayo de esperanza, y por fin sentía que era capaz de conseguir terminar su puzzle. "Todo va a salir bien. Todo va a salir bien". Esa mañana no dejaba de repetirse esas palabras una y otra vez, como si con ellas pudiese invocar al espíritu de la mismísima Amini para que le diese su protección. Aunque ya era pasado mediodía y pronto sería la hora de partir hacia las puertas del castillo, sentía que el tiempo transcurría cada vez más despacio. Era como si sus nervios se materializasen, creando un tapón que impedía el paso de los granos del reloj de arena de su propia vida.

Cuando llegó la hora, comprobó que su padre se encontraba bien. Ronar dormía plácidamente en la cama junto a la mesilla donde Karan le había dejado un vaso de agua fresca y un poco de comida. Aunque el ungüento que el doctor Wospert les había dado había reducido la rapidez con la que se expandían las manchas plateadas, en los últimos días estas se habían vuelto a propagar, de una forma lenta pero constante. Le dio un beso en la frente y salió de casa.

Como la mayor parte de los días en Stormhole, aquel era un día de tormenta, y Karan se puso el gorro de su abrigo para resguardarse de la lluvia. Corrió hasta la plaza intentando andar por debajo de los salientes de las casas. Cuando llegó, se encontró con Tay, que se despedía de los dueños del taller. La muchacha parecía estar mucho más tranquila que Karan, incluso podía notarse la energía que desprendía, como si estuviese esperando la acción. Se miraron, cómplices y sonrientes, y ambos pusieron rumbo hacía las puertas del castillo.

Llegaron a la calle real, la calle principal del Barrio Alto, y ascendieron por ella hasta llegar al gran puente que conectaba la Fortaleza del Valor con el resto de la ciudad. Al otro lado del puente se alzaba un gran portón custodiado por dos guardias. Un tercer hombre, alguien cercano a la reina, organizaba la cola de gente empapada que se había formado a las puertas de la fortaleza. Tras la llegada de Tay y Karan llegaron unas cuantas personas más. Cuando llegó la hora límite el hombre anunció que ya no se permitiría la entrada de más voluntarios.

—Bien, escuchadme todos atentamente— levantó la voz para que todos pudieran escucharlo a través del sonido de las gotas de lluvia. Al mismo tiempo el gran portón se abrió—. Me llamo Avalor y soy el portavoz de la reina Ethari IV. Ahora entraremos al recibidor de la fortaleza, donde os daré una serie de instrucciones. Primero, os daremos unas túnicas nuevas para que podáis presentaros ante la reina. Es inviable que os paseéis empapados por los interiores del castillo. Vamos, seguidme todos.

Todos los hombres y mujeres entraron calados hasta los huesos al recibidor, una enorme estancia de una altura impresionante. Todas las paredes estaban hechas de piedra robusta y del techo colgaba un candelabro dorado, tan grande que era capaz de iluminar hasta la esquina más recóndita de la estancia. Justo en frente había una puerta tan grande como por la que habían entrado y a ambos laterales de la estancia había dos puertas más pequeñas de las que salieron sirvientes cargados con túnicas. A cada voluntario le fue otorgada una de las túnicas para que pudieran ponérsela por encima de sus mojadas ropas.

Sueños de Amor y Venganza I: La Azalea del AbismoWhere stories live. Discover now