27. El turno de Steve

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El juego de beisbol había sido asombroso. Los Mets habían ganado por solo tres entradas de diferencia, fue uno de los juegos por los que Steve y Harley se quedaban hasta el final, para celebrar un triunfo bien merecido. Sam Wilson llamó a Steve unos minutos después de salir del estadio, tenía una parrillada en su casa, y quería invitarlo a cenar siempre y cuando llevase un paquete de cervezas extras.

Harley escuchó atento el ofrecimiento y le rogó a Steve asistir, él adoraba comer en casa de Sam. El hombre preparaba la comida casera más deliciosa que Harley conocía de entre todos los amigos de su padre. Y si bien Steve tenía planes para regresar a casa temprano, decidió ceder al ver los ojos de cachorrito y el puchero en el rostro del joven de dieciséis años.

Fue una buena salida para ambos. A las once de la noche, Steve dejó a Harley en su piso, le deseó buenas noches y esperó que el chico se internase en su habitación antes de presionar el botón del penthouse. Sin embargo, Steve se quedó mirando la puerta que llevaba a la habitación de Bucky, preguntándose si era muy tarde para visitarlo.

Steve pensó en bajar de nuevo. Solo se cercioraría que Tony dormía y no había ningún problema con él, antes de bajar. La sorpresa del rubio fue enorme cuando se fijó que su novio y el amante que tenían en común dormían a gusto en la espaciosa cama. Era obvio que ambos se hallaban desnudos, el trasero redondo de Tony se marcaba muy bien bajo las frescas sábanas blancas. Y por el ligero aroma en el aire, Steve dedujo lo que ambos castaños hicieron mientras él no estaba en casa.

Una sonrisa empezó a crecer en sus labios, al mismo tiempo que se sentía traicionado porque le habría encantado ver follar a las dos personas que más amaba en el mundo. Pensó en alguna forma de vengarse al día siguiente, quizás obligarlos a repetir la increíble velada que ellos tuvieron a solas, esta vez, con él presente. Steve trazó su plan mientras se alistaba para dormir, metiéndose en la regadera rápidamente y luego cepillando sus dientes en el baño.

Unos veinte minutos después regresó a la habitación usando nada más que un par de bóxeres negros. Se recostó con cuidado en la cama, en el espacio vacío a la derecha de Bucky. El aroma de su mejor amigo, tan cerca de él, hizo que fuese más fácil dormirse apenas cerró los ojos...

*****

Steve empezó a sentirse extraño alrededor de las tres de la mañana. En sus sueños, de la nada sintió una curiosa presión en su trasero. Un hormigueo que se sentía demasiado real. Steve sentía que necesitaba restregar su frente contra lo que sea, la presión era demasiada. ¿Qué estaba ocurriéndole?

Steve despertó con un jadeo de sorpresa atascado en su garganta. Notó que alguien estaba pegado a su espalda, y por el brazo de metal que cruzaba su pecho, apretando sus pectorales, no tuvo que esforzarse en adivinar. El brazo biónico de Bucky lo mantuvo en su lugar, de costado. Mientas que su mano humana, seguía en su sitio con dos dedos abriendo su trasero, Steve gimió cuando un tercer dedo se unió a la invasión.

—¿Te gusta no es así? —susurró Bucky en su oído, su respiración calentaba la piel de su cuello.

Steve asintió, cerrando sus ojos con fuerza. Dejó que Bucky hiciera lo que quisiera, incluso que invadiese su apretado canal sin haberlo preparado por más tiempo, y saliva como lubricante. El capitán mordió sus labios aguantándose un gruñido de incomodidad apenas sintió que Bucky presionaba su entrada con el glande su pene.

—Abre tus piernas, Stevie. Déjame entrar —gruñó Bucky en su oído.

Steve alzó su pierna y Bucky la sujetó con su antebrazo. Volvió a empujar entre los glúteos del rubio hasta que la presión ejercida fue suficiente para dejarlo entrar. Steve no pudo contener un gemido de satisfacción que intentó ahogar en su almohada. Finalmente, Steve recibía justo lo que quería, después de casi cinco días de haber imaginado cómo sería ser follado por su amigo de la infancia.

VIAJERO EN EL TIEMPOHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin