30. Receta del Caos III

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Bucky dejó que fuese Natasha quien hiciera las presentaciones oficiales con Pepper. El soldado la veía igual de bonita como la recordaba en su antigua realidad, quizás, incluso más radiante, como con un brillo especial en su rostro que solo se iluminaba más cuando Nat hablaba. Bucky se preguntó si era amor en sus ojos, o los efectos del embarazo.

Ella ya tenía un vientre prominente de doce semanas, y cuando este se sentó a la par de Pepper, pidiéndole permiso para sobar su panza, la rubia no tuvo reparos en tomar su mano derecha y decirle que el bebé estaba pateando. Bucky se quedó maravillado, preguntándose si aquella niña de cabello chocolate y ojos castaños como los de Tony que vio un par de veces a lo lejos en su vieja realidad, sería ahora la bebé que Pepper esperaba.

—Entonces... Te hiciste pasar por su tío y la directora del instituto te cedió información sensible sobre Peter... —repitió Nat, mirando con curiosidad al soldado que seguía con su mano encima del vientre de Pepper.

—Sí.

—¿Y nadie te detuvo en el edificio donde él vive? ¿El administrador o el portero? —siguió Natasha, escéptica de la suerte de Barnes.

—No. Fue fácil entrar y salir —aceptó Bucky, sonriendo con Pepper cuando sintió otra patadita en la palma de su mano.

—Pppfff... Vaya seguridad —se quejó la espía pelirroja—. Tony si yo fuese tú, lo pensaría dos veces antes de dejar que Harley siga asistiendo a ese colegio.

Tony se había mantenido callado en todo el tiempo en que Bucky repetía la historia de cómo conoció a Peter, huyendo de bravucones para después rescatarlo del edificio donde servicios infantiles cuidaba de él. Pero ahora que Natasha mencionaba la irresponsabilidad de los demás, excepto la del mismo Bucky, Tony no pudo contenerse.

—No culpes a la directora, Natasha. ¡Míralo! —replicó Tony, apuntando a Bucky con su tenedor— ¡¿Acaso tú te atreverías a negarle algo?!

Ambas mujeres giraron su rostro al mismo tiempo, fijándose en Bucky. El soldado no hizo nada más que alzar sus cejas, luciendo inocente. Una expresión casi angelical en un rostro duro como el suyo.

—Bueno, Tony tiene un buen punto —acordó Pepper mirando a Bucky—. Digo, apenas te conozco, pero no me molesta dejarte tocar mi panza.

Bucky sonrió, haciendo que Nat y Pepper se sonrojasen ligeramente. Sintió una nueva llama de esperanza hacia su plan. Quizás finalmente estaba ablandando a Tony. Bucky miró al castaño, sentado en la isla de la cocina, alejado de ellos por obvias razones. Tony seguía comiendo su desayuno como si estuviese famélico. Y Bucky estaba seguro que las actividades de anoche eran la causa.

—Así que... —curioseó Bucky, intentando contener su emoción— ¿Eso significa que me ayudarás con Peter?

—¡Ppff! Claro que no —bufó Tony, con una cínica sonrisa creciendo en su atractivo rostro—. Mira, Bucky, si hubiese pensado en darle un hermanito a Harley, lo habría hecho hace mucho. Además, no olvides el hecho que te robaste a ese chico de servicios infantiles.

Bucky resopló empecinado. Y ahí iban sus esperanzas.

—¿Qué tal si hago las cosas bien? Ya sabes, hablar con su supervisora de servicios infantiles, y preguntarle qué necesito para que sea adoptado legalmente. ¿Eso te parece mejor?

Tanto Nat como Pepper estaban intrigadas por saber la respuesta de Tony. Bucky y las chicas se quedaron observando al castaño mientras masticaba un bocado huevos revueltos con mucha parsimonia. Parecía que intentaba comprarse un poco más de tiempo antes de decidir.

—Bueno... —admitió Tony, sacudiendo su cabeza ligeramente, resignado—. No. Incluso si corrigieses el enorme error que cometiste. Bucky, no puedo ayudarte con la adopción. Y tampoco seré el tutor legal del chico. No lo conozco. No sé qué clase de mentalidad tenga, o qué manías y malos hábitos ya traiga arraigados de vivir solo. No pienso arriesgarme y arriesgar a Harley a soportar un adolescente del que apenas sabemos su nombre.

VIAJERO EN EL TIEMPOWhere stories live. Discover now