2. Pésima Idea

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Bucky tuvo una idea. Como siempre, demasiado peligrosa para poder ser de utilidad, pero eso no significaba que fuese una muy mala idea. Solo un poco... ¿suicida?

Antes de recibir un sinfín de negativas, decidió hacer uso de sus nuevos contactos. Necesitaba un apoyo, o quizás alguien que lo bajase de su mágica nube. Ahora él conocía a un "hechicero" que creaba círculos raros con sus manos que servían como portales de tele-transportación. ¿Qué mejor persona que el tipo que sabía el futuro?

Fue fácil localizarlo en Nueva York, en especial cuando una tarjeta de presentación llegó a él por uno de esos místicos portales. Bucky intentó mantener el incognito, suéter, abrigo, su gorra con la visera al frente y la capucha arriba. Tuvo el cuidado de colocarse un par de guantes de cuero para ocultar su mano robótica de las miradas curiosas.

Recorrió la acera de peatones, hasta encontrar el templo de Nueva York. Subió los peldaños de cemento del pórtico hacia la entrada principal. Pensó en tocar la madera cuando la puerta ya se había abierto dejándolo entrar.

Esto es tan raro... pensó, su piel erizándose del miedo. Las últimas películas que había visto con Sam, en un modo de "culturizarlo" habían sido cintas de terror donde las puertas se abrían solas y una tipa rara de rostro blanco y atuendo religioso les gritaba a la cara a los protagonistas. Bucky se esperó lo peor al entrar.

—Esperaba por usted, Sargento Barnes —musitó el Dr. Stephen Strange, levitando sobre los escalones de la escalera principal.

—Bucky —carraspeó el otro, quitándose la capucha y la gorra, trató de mantenerse calmo mientras la puerta se cerraba sola a sus espaldas—. Peleamos juntos, supongo que las presentaciones ya están demás, ¿no?

Strange esbozó una comedida sonrisa, asintiendo una sola vez. Entonces estiró su mano hacia el frente, estrechándola con la del súper soldado. Después de invitarlo a sentarse, el hechicero los transportó a una sala de estar dentro del recinto, fue tan rápido, que Bucky se quedó aturdido, mirando hacia todas partes, confundido de la nueva habitación.

—Pudimos haber caminado, sabes —se quejó el soldado, aferrándose a los brazos de su sillón.

Stephen rió entre dientes.

—Es más fácil de esta forma, Bucky. ¿Por qué no me dices a qué se debe tu visita?

Bucky entrecerró sus párpados, mirando al tipo con recelo.

—Tú me enviaste la invitación. Tú dime.

—El que necesita respuestas eres tú, mi amigo —le recordó el doctor, con una fanfarrona sonrisa.

El soldado lo observó con desconcierto, acusándolo con un dedo.

—¡Entonces lo sabes! ¿Lo has visto en el futuro? Tú ves esas cosas ¿no?

—Lamento informarte, Bucky, que así no funcionan "las cosas". Yo no te puedo revelar nada de lo que haya o no haya hecho. Ni de lo que creas que pude haber visto. No leo mentes, amigo —bufó el hechicero, recostándose contra el respaldar de su propio asiento, frente a Bucky—. No perdamos la costumbre donde tú me cuentas a lo que has venido, y yo finjo que no sé de lo que hablas, ¿quieres?

Bucky resopló, el dolor de cabeza ya estaba empezando a formarse en sus sienes. Sin embargo, las respuestas que quería saber, solo Stephen Strange las tenía.

—Steve piensa viajar al pasado en unos días. Regresará las piedras y el martillo de Thor donde corresponden. Pero... —titubeó Bucky, nervioso de materializar sus pensamientos absurdos— pero ¿qué pasaría si no regresamos las piedras e intentamos...?

VIAJERO EN EL TIEMPOWhere stories live. Discover now