Capítulo 6

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Ya habían pasado tres meses desde que Joel comenzó a vivir en el apartamento, tres meses que para Erick habían sido algo parecido a un infierno. Realmente estaba siendo diferente a lo que fue en un principio, tenía que admitir que el chico no era tan malo como él pensaba, contrario a eso, había descubierto que era trabajador y muy inteligente, demasiado para su gusto y tal vez eso era lo que precisamente le hacía odiarlo. Erick no era tonto y estaba consciente de que sin explicación lógica aparente, lo estaba mirando con ojos diferentes, demasiado diferentes y eso no era bueno, no era para nada bueno porque no le gustaba prestarle atención de más, no le gustaba encontrarse a si mismo mirando al rizado fijamente cuando lo veía con la camisa pegada al cuerpo por el sudor debido al trabajo, no, Erick definitivamente no iba a permitir que aquel hombre creyera ni por un segundo que él lo observaba en silencio.

Estaba frustrado, muy frustrado en muchísimos aspectos de su vida, recientemente se había visto envuelto en una serie de situaciones incómodas que ponían sus pelos de punta y es que el ojiverde siempre había sido alguien que no prestaba más atencion de la debida a otros seres humanos, no era malo, no era indolente pero tampoco se consideraba preocupado por el bienestar ajeno, mucho menos por lo que el resto opinaba de él, solo muy contadas presencias en su vida eran importantes y aún así, se limitaba muchísimo a la hora de demostrar afecto y es por eso que estos meses estaban siendo tan...difíciles. Le molestaba enormemente aceptar que Joel lucía muy bien, le molestaba verlo y pensar que a pesar de que el chico había demostrado ser agradable y educado, seguía sin tener idea de como o quien era realmente, porque una cosa era notar su buen carácter y la otra muy distinta era conocerlo, conocer su historia, sus gustos, conocer su miedos y sus sueños, Erick se acostaba muchas noches en la soledad de su cuarto y no podía dormir porque su mente viajaba directo a la incertidumbre de no saber como afrontar las sensaciones extrañas que Joel, sin saberlo, le provocaba.

A Erick no le gusta Joel, no confundan las cosas, él jamás centraría su atención en una persona así, a él le iban los tíos sin valores y con buenas pollas, no le interesaba Joel porque simplemente, no estaba buscando a nadie, no quería a nadie, no necesitaba a nadie y estaba bien con el hecho de entregar el cuerpo en noches salvajes de sexo sin compromiso pero tampoco era ciego, no podía mentir al decir que el hombre se veía mal, no podía caer tan bajo de fingir que sus ojos no se lo comían vivo cuando veía aquellos rizos húmedos en las mañanas, Erick había descubierto hace dos meses que el muchacho se bañaba bien temprano, había descubierto que siempre desayunaba de último y que jamás se sentaba a la mesa si él estaba presente, era tonto darse cuenta de algo así y al principio no le parecía importante sin embargo con el paso de las semanas, entendió que solo había una razón para ello, Erick estaba seguro de que Joel rechazaba su presencia y eso de alguna manera, hacía su sangre hervir.

-¡Idiota!

Chilló una noche en su cuarto al darse cuenta de que eran casi las dos de la mañana de un sábado y en lugar de estar afuera bebiendo y consiguiendo a alguien para pasar el rato, no estaba más que encerrado en la habitación sin poder dormir. No era la primera vez, nada que ver, el ojiverde había perdido la cuenta de las noches que llevaba en celibato, ya ni siquiera se acordaba de la última vez que tuvo sexo, él ya no sabía lo que era trasnochar y perderse en los placeres insanos de las noches alocadas a las que se acostumbró hace años y fue ahí, sobre las sábanas negras y edredones cálidos que comprendió, él realmente comprendió el motivo por el cual había dejado de ser un ser nocturno y no le gustó, no le gustó para nada la respuesta inmediata que vino a su cerebro.

-Ni en un millón de años.

Frustrado, como de costumbre, decidió salir de la habitación, necesitaba aire y tal vez una cerveza, el cuerpo le pedía algo tóxico, algo que le ayudara a alejar los pensamientos turbios que hacían fila en su agotado cerebro. Caminó en silencio hacia el piso de abajo con una idea en mente, tomaría una botella y regresaría a beberla a su cuarto, tampoco quería que los demás se despertaran y lo encontraran bebiendo solo como un alcohólico en la cocina, no es que le importara lo que pensaran de él pero de cierta forma, Esperanza era lo más parecido a una madre para él y su interior le impedía mostrarse así delante de ella, no quería que dejara de verlo con los ojos de amor a los que estaba acostumbrado porque aunque no lo dijera en voz alta y aunque ella se empeñara en llamarlo "señor" estaba consciente de que la buena mujer también lo quería como a un hijo y él tenía pensado mantener eso por siempre, para siempre, nada podía hacer que Esperanza creyera mal de él.

-¿Tampoco puedes dormir? -La voz de la persona que menos imaginaba escuchar, lo sorprendió más de lo que quiso admitir y tal vez no pudo disimularlo como habría querido.

-No. -Respondió cortante, la sola imagen de Joel en camiseta y un short simple, lo descolocó. El maldito se veía bien, jodidamente bien y eso no ayudaba en nada a que su incomodidad disminuyera.

-¿Pasa algo?

-Nada que tenga que ver contigo. -Quizás la respuesta no fue amable, de hecho, no lo había sido y en cierto punto se sintió arrepentido de haberla dado pero no era su culpa, Joel no tenía derecho a hacer preguntas que no le correspondían y el ojiverde estuvo a punto de atacar de nuevo, solo para sentirse bien consigo mismo sin embargo el mayor se adelantó.

-No creí ni por un segundo que fuera yo lo que te preocupa, solo quise ser amable y tratar de entablar una conversación porque evidentemente ambos estamos en la misma situación de no poder dormir pero no te preocupes, Erick, no volveré a entrometerme en nada que tenga que ver contigo. No pretendo ser tu amigo y tampoco que me hables por pena o por compromiso, solamente creo que estás demasiado solo y tus pensamientos te aturden, por eso traté de ser amable. Espero que puedas descansar pronto, que lo que sea que te aflija, se vaya de tu vida porque es realmente penoso que alguien tan joven y bonito, esté tan amargado aunque esto ya te lo había dicho antes pero al parecer...mi opinión no es importante.

Erick no respondió, a su cerebro vino la imagen de un momento anterior en el que el rizado le había dicho algo similar y justo como aquella vez, Joel lo dejó solo, realmente solo y con un peso gigante sobre sus hombros, un peso al que no quería ponerle nombre y sobre el que no quería pensar porque muy dentro de él, el hecho de que Joel le hubiese llamado bonito, lo hacía sentir mejor de lo que quería.

Erick no respondió, a su cerebro vino la imagen de un momento anterior en el que el rizado le había dicho algo similar y justo como aquella vez, Joel lo dejó solo, realmente solo y con un peso gigante sobre sus hombros, un peso al que no quería po...

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