Capítulo 3

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Erick realmente odiaba los miércoles y este en particular estaba siendo terrible. No tenía palabras para describir como se sentía justo en ese instante y aunque estaba tratando con todas su fuerzas de no hacer una mala acción, estaba arrepentido, totalmente arrepentido de haber ofrecido casa y trabajo a quel hombre. Él de verdad estaba intentándolo, estaba luchando en contra de sí mismo porque Esperanza no merecía un desplante, mucho menos cuando había sido él quien tuvo la maravillosa idea de traerlo a vivir a su apartamento pero no se creía capaz de soportar mucho más, debía  alejarse pronto, si, debía alejarse lo más rápido posible antes de que algo malo pasara.

-Bueno...yo me retiro, espero que pasen buena noche. -Habló seriamente, hacía algunos minutos que habían llegado al apartamento y el ambiente estaba raro. Esperanza sentía una vergüenza muy grande, había llorado un poco cuando realizó que de verdad Erick cumplió con su palabra y era normal que estuviera así, nunca quiso molestar con sus problemas personales y ahora resultaba que su jefe, le había ofrecido techo y trabajo a su nieto, la única familia que tenía.

-Yo...no se como agradecerle, realmente esto es demasiado, yo...no tengo como pagarle. -La señora volvió a dejar escapar algunas lágrimas que conmovieron al ojiverde. ¡Vamos! Que era una de las muy pocas personas a quien él realmente quería y no podía evitar sentirse emocional sin embargo mantuvo su postura lo más firme posible, por algún motivo que desconocía, ese chico lo ponía incómodo.

-No llores más, aprovecha y acomoda al muchacho en su habitación, puedes ofrecerle cualquiera de las que están vacías. Ya con el paso de los días si necesitan algo, lo compramos, ahora voy a descansar, mañana no puedo levantarme tarde porque será un día ocupado, buenas noches.

-Buenas noches.

Respondieron a duo Esperanza y su nieto, Erick no lo miró, solo dejó una pequeña sonrisa en sus labios y se retiró a su habitación. Una vez estando solo, pudo respirar en paz, necesitaría mucho de eso para poder sobrellevar su nueva realidad, no sabía por que, no tenía idea pero ese hombre le daba mala espina. Era un muchacho joven, por lo que conversó con Esperanza, supo que tenía veintisiete años y que había estudiado economía sin embargo la carencia de dinero le había imposibilitado  terminar la carrera, se había conseguido un trabajo en la misma comunidad en que vivían para poder ayudar con los pagos y no dejar sola a su abuela. No era nada malo, realmente Erick creía que el hombre era bastante consciente, no todos los chicos de esa edad, tronchan su futuro por ayudar en casa sin embargo se le hacía alguien raro, demasiado serio y poco expresivo y a pesar de que le pareció educado, la amabilidad no parecía ser su fuerte.

-Idiota.

Chilló mientras se lanzaba a la cama, el tipo era un idiota. Él le había dado la posibilidad de un techo, le había ofrecido trabajo, un maldito trabajo que pagaría con su dinero, trabajo que ni siquiera era necesario porque su apartamento era prácticamente nuevo sin embargo el tal nieto de Esperanza ni siquiera dijo gracias. ¿Cuán idiota tenía que ser para no agradecer? ¿Quién se creía que era? Erick estaba enojado, enojado con ese tipo pero más consigo mismo, quiso ser bondadoso por una vez en su vida, creyó que haría una buena acción, que su querida ama de llaves estaría feliz pero a cambio obtuvo una mirada seria y un buenas noches obligado de parte de ese malagradecido.

Erick estaba sintiendo una especie de arrepentimiento crónico, la seriedad de esa persona y la nula expresión de agradecimiento, le daban vueltas en la cabeza. Por lo que Esperanza le había contado, lo quería mucho, se le notaba en los ojos cuando hablaba de él, cuando le contó con cariño lo sacrificado que era y lo mucho que la apoyaba. Según su ama de llaves, el tal nieto, era realmente una persona increíble, cariñosa, educada, tranquila, que no era de esos que pasaban saliendo y cambiando de pareja como si fueran peluches pero lo cierto era que Erick dudaba totalmente de eso, realmente no le veía ni la más mínima pinta de buena persona, obviando la parte de educado. 

Decidió que ese no era su problema, por el bien de la convivencia absurda que ahora era su realidad, trataría de comportarse de la mejor manera, lo haría por Esperanza, porque era una persona muy buena, se había conmovido con lo que estaba pasando y su corazón fue débil, ella merecía toda la ayuda posible, de todas maneras su apartamento era grande pero con respecto al otro chico, iba a esperar, observaría su comportamiento, si realmente cumpliría con las tareas, aunque a decir verdad, ni siquiera él sabía que tipo de tareas tendría que darle, no tenía idea mantenimiento, ese no era su fuerte.

Resopló otra vez, la intranquilidad seguía dando vueltas en su interior, no estaba acostumbrado a eso, si algo lo caracterizaba era ser bastante independiente en todos los sentidos y no estaba dispuesto a cambiar por nadie, este era su espacio, su apartamento, él era el jefe de su propia vida y también lo sería de ese hombre, así que decidió que no le afectaría en nada esa presencia, él seguiría siendo el mismo de siempre, viviría como estaba acostumbrado, en definitiva, solo le hacía un favor a una persona que si lo merecía.

Cuando se relajó un poco, entró a la ducha, le gustaba dormir recién bañado y necesitaba quitarse de encima el resto de la tensión que le había generado compartir espacio con un desconocido, además de que también ayudó a cargar algunas cajas. Esa es otra cosa, además de llevar a Esperanza a su antigua casa, tuvo que pagar un taxi para que llevara al hombre con las maletas y paquetes que recogieron de su antiguo lugar, ya que en su auto deportivo, no había espacio suficiente. Erick dejó que el agua se encargara de limpiar su piel, de aliviar su incomodidad y una vez que estuvo listo, regresó a la habitación envuelto en una toalla, eligió un simple boxer y se dejó caer en la cama, estaba cansado y según las manecillas de su reloj, iban a dar las once de la noche. En otro momento se habría vestido para salir a divertirse, para salir a beber hasta perder la consciencia y terminar empotrado contra cualquier colchón de cama de hotel pero hoy no, no esta noche, no se sentía con deseos de nada y aunque no lo iba a admitir jamás, no quería que que pensara mal de él, lo cual era ridículo ya que ni siquiera lo conoce, ni siquiera le cae bien.

Antes de cerrar los ojos se prometió que mañana sería un mejor día, iría a trabajar como corresponde y trataría de que nada ni nadie le arruinara el ánimo, él también merecía hacer su trabajo en paz y a veces no podía, a veces tener el peso de una empresa tan grande sobre sus hombros, lo superaba, a veces realmente sentía que era demasiado y que estaba muy solo sin embargo jamás lo diría, nadie tenía que saber como se sentía, nadíe lo sabría.

Antes de cerrar los ojos se prometió que mañana sería un mejor día, iría a trabajar como corresponde y trataría de que nada ni nadie le arruinara el ánimo, él también merecía hacer su trabajo en paz y a veces no podía, a veces tener el peso de una...

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