Capítulo 10

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Facilmente pudo sentir el ruido que hacía su corazón al romperse en pedazos con cada paso que daba al interior de aquella habitación, Erick estaba despierto, es verdad pero la imagen era inceiblemente dolorosa. El pequeño cuerpo reposaba sobre la cama de hospital, con cables y máquinas conectadas por todos lados, con un silencio que solo era roto por el pitido constante que emitía el marcador de sus signos vitales, si, Erick estaba vivo y ese lector lo dejaba claro sin embargo su presencia en la habitación no emitía ninguna luz, estaba pálido, tan pálido que a Joel le resultaba imposible no preocuparse, no llorar. 

Caminó despacio en su dirección, suave, tratando de no hacer ruido para no mortificarlo, controlando las ganas que tenía de abrazarlo fuerte y gritarle lo muy idiota que eran ambos, Erick por tomar una decisión tan estúpida y él por ser la causa de que la tomara sin embargo no lo hizo, Joel simplemente se acercó admirando la belleza infame que no era borrada ni siquiera por la sombra de la desgracia y puede decir que hasta dejó de respirar cuando aquellos ojos verdes marchitos chocaron la mirada con los suyos. El tiempo se detuvo mientras sus miradas se entrelazaron, casi como si no existiera nadie más en el mundo se perdieron en ellos mismos y sin poder evitarlo, las lágrimas se hicieron presentes.

-Yo...lo siento. -Aquel pequeño muchacho a penas podía hablar, a penas podía respirar sin que le doliera el alma y Joel no pudo soportar más.

-Solo prométeme que nunca en tu vida vas a volver a hacer algo así, no tienes idea de lo mucho que duele verte de este modo, no tienes idea de lo difícil que es mirarte y sentir que es mi culpa que hayas tomado esa decisión. Erick, yo estoy enamorado de tí, estoy tan enamorado de tí que ni siquiera se como explicarlo, por favor no hagas más esto, no te hagas más esto.

-¿Tú estás...tú...enamor...

-Lo estoy, posiblemente desde la primera vez que te vi, solo que...no sabía que tú... -Joel estaba nervioso, mucho y le costaba expresar lo que sentía, le daba miedo provocar malestar en Erick, le aterraba que el chico tuviera algún episodio que lo hiciera recaer y él no estaba dispuesto a ser nuevamente el causante de ello, no, Joel solo quería cuidarlo, amarlo, él solo quería tomarlo en brazos y llevárselo a donde nadie más le hiciera daño.

-Yo...Joel, yo...yo creí que...que no...que tú no me veías. -Y el corazón del mayor se volvió a romper cuando aquellas palabras fueron dichas, jamás creyó que unos ojos tan hermosos, podían volverse tan tristes en cuestión de segundos y eso le dolía, le dolía muho más de lo que alguna vez creyó, así que se atrevió a hacer algo que si bien no estaba seguro de como lo tomaría el menor, era lo que su corazón le pedía.

-Siempre voy a lamentar no haberte dicho nada antes porque creo que debido a eso, tomaste ciertas decisiones que hoy nos tienen acá pero quiero que sepas hoy, que desde el primer momento en que vi tu carita, supe que ibas a causar caos en mi corazón y así fue. Durante todos estos meses traté de no acercarme, te miraba desde lejos y te observaba en silencio para no molestarte porque realmente pensaba que me odiabas. -Joel sonrió, una sonrisa que dolía, una sonrisa que escondía lo más tristes recuerdos que vivió todo este tiempo sin embargo se atrevió a continuar. -Siempre pensé que no estaba a tu altura, que alguien como yo no tenía derecho de sentir amor por una persona que irradia tanta luz pero también me di cuenta desde hace mucho, que toda esa fachada de chico rudo e insensible, no era más que eso, un espejismo, una portada, una armadura para no permitir que te hicieran daño y fue ahí donde quise cuidarte, quise estar a tu lado, intenté que te dieras cuenta de la forma en que te miraba, nunca lo dije directamente pero en serio traté de que vieras lo mucho que me moría por tí pero al parecer no fue suficiente y no te diste cuenta, por eso arriesgué todo y aquel día decidí decirlo de una vez por todas, ese día en que me fui...

-Pero...pero te fuiste, Joel...tú te fuiste y yo...

-Tú no me detuviste, pequeño, tú me dejaste ir y hoy lo veo, ahora veo que yo fui idiota y que no tenía que haberme marchado, no te sientas mal, no te estoy juzgando ni culpando, para nada, se que el error es mío, solo que...yo me estaba muriendo por tí y ya no podía cargar con tanto, de verdad nunca supe que sentías algo por mí y creí que lo mejor era irme, no quería molestar.

-Tú no molestaste nunca, o sea, yo creía que si pero la verdad es que fui un idiota y no me di cuenta a tiempo de que lo que pasaba es que estaba enamorándome y por eso...por eso era tan grosero contigo. -El mayor sonrió y Erick pensó que era la sonrisa más bonita del mundo, si, definitivamente la sonrisa de Joel era lo más parecido a la perfección que había visto en su vida y su corazón, así de roto y fragmentado como estaba, latió de nuevo con vida, Joel le daba vida.

-Hagamos algo. -Habló con tono serio el mayor algunos segunos segundos después del silencio. -Dejemos esta conversación para otro momento, no quiero que te esfuerces en hablar y mucho menos que te sientas mal. Ahora solo quiero que te recuperes para poder sacarte de aquí, no me gustan los hospitales y mucho menos si eres tú quien está sobre esta camilla. 

-Lo siento...lo siento tanto, Joel, lo siento. -El ojiverde se sentía como un pequeño niño, podía darse cuenta de que su mayor no estaba enojado, no estaba molesto y no parecía juzgarlo sin embargo él no podía evitar pensar que era un grandísimo idiota, un idiota egoista que solo pensaba en sí mismo y que por no ser capaz de enfrentarse a la vida, había decidido terminar con ella, fracasar en el intento y de paso arrastrar consigo a las personas que lo rodean. Erick era tan estúpido, tan jodidamente estúpido, lo sabía, ahora más que nunca, justo ahora que tenía delante a un ser tan hermoso sonriéndole con cariño y tal vez fue eso, tal vez fue la pureza que brotaba de Joel lo que le hizo prometerse a sí mismo que jamás volvería a cometer un error tan grande, le hizo prometerse que desde hoy viviría, viviría para ser feliz, para hacer feliz al único hombre al que había amado.

-Pequeño...no es a mí a quien tienes que pedirle disculpas, es a tí, el día que te perdones por las cosas que no hiciste, vas a notar que te sentirás mejor y comenzarás a vivir como te mereces y si me permites...yo estoy dispuesto a estar a tu lado para toda la vida.

Erick no supo nada más, no supo ni siquiera cual era su propio nombre porque en el momento en que escuchó aquellas palabras...su corazón latió tan fuerte y bonito que el sonido de sus latidos, llenó la habitación y su alma.

su corazón latió tan fuerte y bonito que el sonido de sus latidos, llenó la habitación y su alma

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