17. Quién lo diría.

41.3K 1.9K 409
                                    


17. Quién lo diría.

Mis ojos brillan imaginándome lo bien que se vería y le muestro la camisa azul con parsimonia segura de mi elección demostrándolo con una gran sonrisa. Él niega nuevamente y me muestra una camiseta gris con cuadros negros totalmente informal sacándome un bufido. Ya cansada de estar acá eligiendo ropa por más de 20 minutos sin su ayuda, aferro la camisa que elegí a mi brazo, agarro uno de los pantalones negros elegantes que encontré y atrapo su mano como un gancho para dirigirnos a los probadores oyendo sus quejas de que no le gustan y lloriqueos creándose todo un espectáculo en la tienda.

-¿¡Entonces qué quieres!? ¿Ir desnudo a mi casa? -pregunto sin paciencia soltando su mano de un tirón.

Me sonríe coqueto agarrándome de la cadera suavemente. - Sé que te gustaría verme desnudo. Lo puedo ver en tus ojos.

-No. -murmuro con las mejillas rojas ante mis sucios pensamientos de un Aaron desnudo y sudoroso, y lo empujo del pecho débilmente mostrándole la ropa más decidida. ¿Qué me sucede? ¿Desde cuando pienso así? -Te pondrás esto.

-Con una condición. -levanta un dedo con una sonrisa pícara y acepto rendida; ¿qué más puedo hacer? Si parece un niño pequeño que solamente hará caso cuando él tenga lo que quiere. -Entras conmigo a ese probador y me ayudas a cambiarme de ropa.

El aire se estanca en mi garganta, abro mis ojos al tope y lo pienso dos veces. Podría darle la espalda, cerrar los ojos y esperar que termine de cambiarse, además si es la única manera de que acepte y evitar que vaya vestido con sus típicas chaquetas de niño rudo o desnudo, no tengo otra opción. Así que acepto tímida con unas mariposas fuertes en mi estómago. Él ahora aferra mi mano y nos escabullimos por los probadores para que nadie nos descubra riéndonos como si hubiéramos hecho una jugarreta.

Oficialmente mañana es la cena y no podría estar más con los nervios de punta, asustada de que algo salga mal: que mi hermana quiera acosarlo, que Josh quiera avergonzarlo o que mi padre diga algo inapropiado así que por esas posibilidades decidí venir a comprar ropa con él y prepararlo psicológicamente para evitar todo lo que puede venir mañana.

Mi familia no es fácil.

Cierro con llave la puerta sintiendo la adrenalina golpearme fuerte en el estómago ¿es esto acaso ilegal? Si nos descubren ¿qué pasará? En un movimiento que no vi venir, soy fuertemente trasladada de la cadera para ser así acorralada contra uno de los vidrios que rodea el probador viendo a Aaron morderse el labio a través del reflejo. Suelto aire contra el espejo y la humedad choca contra éste demostrando mi ansiedad y preocupación.

¿Cómo controlo mi respiración y nervios cuando está detrás de mí mirándome como si quisiera comerme?

A punto de hablar y preguntarle qué es lo que planea, ambas de sus manos frías se adentran en mi camiseta acariciando mi estómago borrando todas mis palabras por el repentino escalofrío. Luego de que su temperatura se estabilizara y a mis piernas les lograra llegar un poco de sangre para que paren de tiritar, su cadera comienza a hacer un vaivén contra mi parte trasera, acariciándose, provocando que los recuerdos de la noche en el bosque vuelvan a mi cabeza como una cachetada o un viejo recuerdo. Escondo mi cabeza entre mis brazos con vergüenza ante sus movimientos y mis recuerdos, tratando así, de poder contener mis sonidos de pura satisfacción.

¿Cómo es posible que ya por segunda vez esté desfrutando de esto? Tendré que rezar unas cuantas avemarías llegando a mi hogar.

En el momento que me escondo entre mis brazos, él se detiene para empujar mi cuerpo contra el vidrio -que se había alejado un poco- y elevar mi cuello colocando uno de sus dedos en mi mentón. -Mírame. -demanda.

Soy virgen ¿y tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora