1. Sacado de una revista erótica.

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1. Sacado de una revista erótica.

Mi rostro muestra una radiante sonrisa y rasgos de satisfacción mientras caminando por los pasillos. Todas las personas de mi escuela me miran con la boca abierta con la revista escolar en la mano. En la página 5, sección 2; Mi historia, mi pequeña historia, donde conté el orgullo que llevo conmigo.

Antes de venir a la escuela, mi padre me celebró con un excelente desayuno, me abrazó y denigró a mi hermana mayor quien me fulminaba e internamente me mataba. Mi hermanastro aprovechó la oportunidad del tema para comerse un plátano indecentemente para activar mis nervios y el enojo de mi padre para arruinar todo un desayuno perfecto con regalos y mucha comida. A pesar de todo aquello, no bajaron mis ánimos de ir a la escuela para saber lo que se me venía, era interesante y muy emocionante.

Todos me miran como si fuera un bicho raro o un experimento. Unos bajan y suben sus revistas para asegurarse de que soy yo, y otros solo me miran, cotillean y murmuran cosas, pero siempre manteniendo el respeto debido, recordando que soy popular y que Gracias a mi padre algunos están en el colegio.

Con una revista en mano también -porque ¿cómo no tener la mía?- entro a la sala de clases para detenerme. Todos giran sus rostros para enfocar sus ojos en mí y la tensión cobra vida en el aula chocando contra mis hombros para hacer presión. Mi mano derecha agarra un pedazo de mi cabellera castaña y la tira hacia atrás sintiendo como choca contra mi espalda de manera ligera. Camino a paso seguro -intentando olvidar los nervios- a mi asiento en la primera fila. Cruzo mis piernas, saco mi estuche color rosado con dorado, mi lápiz brillante y mi cuaderno de historia sin poder evitar ladear un poco el rostro para observar como otros siguen mirando.

Aliso mi falda rosa y mi camiseta con la espada abierta azulada. Acomodo mi dije de oro que me regaló mi padre para mi cumpleaños y me preparo carraspeando con un amago de sonrisa. ¿Cuándo pararán de mirarme? Abro la revista con mis manos limadas para ir a mi sección que tanto me gané -después de insistir cinco meses- tratando de olvidar al resto.

Leyendo ahí bastante tranquila, -después de haberlo leído constantemente una semana antes porque la revista se publica una semana después- unas manos chocan contra mi banco, tomándome desprevenida. El pánico me invade y salto en mi silla con los ojos abiertos. Mi mano se coloca contra mi corazón sintiendo su bombeo apurado y desesperado. Subo la mirada y un chico: alto, cabello negro, ojos azules y sonrisa engreída me mira fijamente.

Subo una ceja expectante tratando de regular mi respiración. ¿Era necesario asustarme de esa manera si solo quería hablarme?

- Hola, muñeca - su voz es grave y lenta, con un toque de picardía.

Lo típico para llamar la atención y querer hacer que nuestras hormonas alborotarse con su juego. No creo que naturalmente hable así de bajo, lento y profundo. ¿Tendrá algún problema o solo es un idiota?

- ¿Te conozco? - levanto una ceja.

Pega una carcajada y despega las manos de mi banco creciendo varios centímetros más. Se cruza de brazos haciendo que su chaqueta de cuero suene. Mi vista viaja por su cuerpo, utiliza pantalones negros ceñidos a sus piernas, una camiseta blanca cuello 'v' y zapatillas. Analizo más que su ropa y logro visualizar en su escote unas pequeñas marcas, lo cual deduzco que son tatuajes.

No es la gran cosa, aunque parece sacado de un libro erótico.

- No lo haces... - bufa indignado - Pero creo que deberías saber que me propuse una meta este año. ¿Quieres saber cuál es, caramelo? Eres parte de ella. - batea sus pestañas y se acerca más a mí. Asiento porque ¿Qué más puedo hacer? - Mi meta eres tú. - me apunta y trago duro. - Yo seré el primero: a quien nunca olvidarás y quien provocará que lo único que quieras sea más y más - me guiña un ojo dejándome sentir su aliento caliente chocar contra mi rostro.

Soy virgen ¿y tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora