Prólogo

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Hernán Pérez era solo un adolescente común y corriente. El y sus amigos estaban volviendo de un campamento escolar mientras conversaban. Era de noche, ya que el ómnibus se había demorado en salir, estaban viajando desde Rocha a Montevideo. En el asiento de atrás estaba la chica que le gustaba a Hernán, María, María era una chica de ojos azules y pelo rubio.

Hernán gustaba de María desde ya hace varios años, pero debido a su cobardía o simplemente al temor de ser rechazado nunca declaró sus sentimientos.

La mayoría de las personas que iban en el ómnibus ya se habían dormido. Así que Hernán también decidió dormirse, tras avisarle a sus amigos que se iba a acostar se cambio a un asiento vacío en el fondo y se durmió.

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"Hernán... Hey... ¡HERNÁN!"

Tras escuchar una voz gritándole Hernán se despertó exaltado y euforico.

"¿¡Que!?¿¡Que paso!?"

"Eh..." Hernán tras que sus ojos se acostumbraron a la gran iluminación de la sala empezó a analizar el entorno.

"...Detrás tuyo" Una voz serena, pero imponente que transmitía seguridad habló a su espalda.

"¿Quien sos vos?" Hernán cuestionó al desconocido que se mantenía tranquilo frente a él.

"Por fin despiertas, llevo un buen rato esperando..." El hombre habló con increíble serenidad.

"¿Eh?" De un momento a otro el cerebro de Hernán empezo a funcionar y trató comprender su situación, hasta donde recordaba antes de dormirse estaba en el ómnibus camino a Montevideo y ahora estaba en una sala blanca sentado en un sillón.

"Pero bueno... Eso no es lo que importa... " El hombre habló nuevamente mientras Hernán no salía de su transe.

"Ehhhhh..." Hernán seguía sin poder comprender su situación.

El hombre como si leyera sus pensamientos empezó a hablar.

"Cierto, no me he presentado. Tengo muchos nombres que los humanos han empleado para llamarme que ha ido cambiando a través de los siglos y de las culturas gobernantes. He sido llamado Alla, Dios, Shiva, Vishnu, Zeus, Jehová... Pero eso es otro tema, supongo que en tu cabeza predomina la pregunta de que haces aquí"

"Si... Así es..." Hernán vio detalladamente al hombre... o Dios sentado delante de el en otro sillón. Tenia pelo castaño claro, una barba del mismo color y ojos azules, aunque lo que más resaltaba de la entidad frente a él era su túnica blanca la cual vestía sin ningún tipo de incomodidad.

"¿Entonces realmente eres Dios?" Hernán al escuchar la simple pero increíble declaración del hombre se exaltó, si bien había sido criado de forma que le sería difícil no creer en Dios, siempre pensó que había un poder superior, pero no exactamente un Dios.

"Si así es, pensé que ya te lo había dicho..." Dios... Habló como si fuese algo obvio.

"¿En ese caso todo lo que siempre pensé era incorrecto?"

"No, en realidad no. Solo soy un ser superior, 'Dios' es un apodo que tal y como ya te he explicado los humanos me han dado y se a ido tergiversando a lo largo de los siglos... Y si, si puedo leer tu mente"

"Entonces... ¿Qué hago aquí?"

"Moriste" Dios habló como si fuese algo que le ocurriese a alguien diariamente.

Al escuchar eso la piel de Hernán cambio de color y se volvió pálida. Hernán sentía como si fuera a desmayarse.

"E-E-Entonces s-si yo morí... ¿Por qué estoy aquí? Digo... ¿No debería estar en el cielo o en el infierno?¿Y como morí?"

"Moriste cuando el ómnibus sufrió un accidente y se dio vuelta. Y normalmente ocurriría lo que has mencionado, pero quiero hacer una excepción contigo"

"¿E-Excepción?"

"Así es... Dime ¿Qué harías si hubiera un mundo donde aberraciones como la esclavitud aun existe, donde hay muchas guerras y las personas sufren por millones? Un mundo donde la humanidad se encuentre al borde del abismo debido a disputas simplemente bárbaras e irracionales... ¿Qué harías si tuvieras el poder de cambiar las cosas?"

"Supongo... Supongo que... Que haría todo lo que estuviese a mi alcance para sanar las disputas entre los humanos y evitar los derramamientos de sangre..."

"¡Bien!¡Sabia que no me había equivocado contigo!"

"¿Eh?¿De que hablas?"

"Pues veras, yo cause tu muerte"

"¿¡Por qué!?"

"Es por una buena razón, quiero que reencarnes y mejores el mundo del que te hable. Para ello te daré algunos poderes"

"¿Poderes?¿Como magia y esas cosas?"

"Si... Pero no magia, la última vez no funciono" Dios mencionó mientras le venían recuerdos a la cabeza.

"¿Ultima vez?"

"Larga historia... En resumen quiero hacer un trato, si aceptas reencarnaras con algunas habilidades que te daré, pero a cambio necesito que pacifiques ese mundo aunque eso conlleve convertirse en un conquistador con el fin de unificar todo"

"En el caso de que acepte... ¿En que mundo reencarnare?"

"Lo típico, un mundo medieval con magia, dragones y más razas"

"...Antes de decidir si acepto o no, quiero saber que poderes tendré"

"Supongo que es justo, tendrás la capacidad de acceder a un menú y desde ahí invocar soldados, tanques, aviones y barcos. En resumen desde ese menú podrás crear ejércitos"

"En resumen... ¿Me pides que pacifique el mundo a través de la guerra?

"Si..." Hernán no pudo evitar sentirse un poco perdido ante la sencilla respuesta.

"Tiene sentido si quieres que pacifique ese mundo... 'Si quieres paz, prepárate para la guerra'"

"Así es, decidí darte esos poderes porque estoy al tanto de que eres aficionado por los temas bélicos, y las armas"

"En ese caso... Acepto" Hernán como si de un niño chico al cual le dieron un regalo tratase, acepto más que felizmente su misión.

Después de todo ¿Quien alguna vez no ha soñado con conquistar el mundo?

"¡Perfecto! Por cierto, se me paso la mano con el accidente y mate a alguien de más..."

"¿A quien?"

"Ya veras... Se que no te molestara estar junto a esa persona..."

"Espe-"

Antes de que Hernán pudiera terminar de hablar, una luz cubrió toda la sala y Hernán se vio forzado a cerrar los ojos.

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950 palabras

Un Nuevo MundoWhere stories live. Discover now