Secuestro

225 43 2
                                    

Jackeline

«Anthony, me prometiste que te cuidarías, que tenías todo bajo control, ¿cómo pudiste permitir que te hicieran esto? ¿Cómo pudiste dejarnos solas cuando más te necesitamos?». 

—Te he traído un té, te ayudará a relajarte, cuñada. Lo ha preparado Belinda— me extendió la taza y la tomé. 

—Gracias. 

Belinda siempre piensa todo. El té está tibio, con un solo bloque de azúcar y lavanda, justo como me gusta. Honestamente lo necesitaba luego de los días tan difíciles que me han tocado. 

—Ya todos se han ido. Ahora podrás estar más tranquila. 

—¿Tranquila? —solté la taza vacía sobre la mesa—. ¿Te parece que podré estar tranquila, a sabiendas de que nuestros enemigos nos están acechando y que no sabemos de dónde vendrá el siguiente golpe? Perdí a tu hermano y ahora mi hija no quiere siquiera verme. Tengo miedo de que le pase algo ahí fuera. 

—Ella está en buenas manos.

—Tú podrás confiar en ese bastardo que adoptaste, pero yo no lo hago. ¿No te has dado cuenta de todas las cosas que han sucedido luego de que trajeron a ese hombre a la casa? Hasta mi hija ha cambiado. Laia jamás se había comportado de esta manera conmigo. Ese tipo debe estar envenenándola en mi contra.

—Jackeline, no le eches la culpa a los demás de lo que te has ganado tú misma. Siempre has buscado guardar distancia de ella. Mientras que tú lo ves como protección, ella lo ve como abandono. 

—Algún día ella entenderá, que todo lo que he hecho ha sido por su bien. Pero ahora mi única inquietud es que no quiera regresar a la casa y se mantenga con tu hijo. ¿Viste cómo se fue? No se despidió de nadie, ni siquiera esperó que sepultaran a su padre. 

—Ese espíritu orgulloso, libre y rebelde lo sacó de ti. Tal vez si le hubieras pedido cariñosamente que se quedara, probablemente ella lo hubiera hecho, pero prefieres sacarle el pecho y permitir que el orgullo siempre vaya por delante— se sentó al lado mío, poniendo su brazo por detrás de mi nuca. 

—¿Qué crees que haces, Bruno? ¿Qué te he dicho de esto? 

—Una vez me dijiste que si no estuvieras casada con mi hermano, me habrías dado una oportunidad. 

—Bruno, no me está agradando para nada tu comportamiento, mucho menos esos comentarios que estás lanzando. Lo mismo hiciste cuando me recogiste en el aeropuerto. Acabamos de sepultar a tu hermano, ¿cómo es posible que te atrevas a bromear así? 

—Yo no estoy bromeando y lo sabes. Si me dieras una oportunidad, podría demostrarte que… 

Sentí un leve mareo y me toqué la sien. 

—Basta. Ya no más. No tengo cabeza para estas cosas. 

—¿Te sientes bien? 

—No. Me siento muy mareada. ¿Dónde está Belinda? 

Mi pregunta se vio silenciada por el sonido de un disparo, el mismo que impactó en la cabeza a Bruno. Su rostro descansó sobre mi hombro y lo aparté en busca de mirar quién había sido. 

Vi a la señora Belinda en medio de la sala, acompañada de un hombre vestido de negro, cuyo rostro no se veía, pues llevaba una máscara negra puesta. El mismo cargaba un revólver S&W Modelo 500, con el que me apuntó directamente. 

—¿Q-quién eres? —logré articular. 

—Amarrala, mamá. Esta mujer nos sirve más viva que muerta.

«“¿Mamá”?». Desconocía que Belinda tuviera un hijo.

«¿Qué quieren precisamente de mí? ¿Acaso buscan dinero? ¿Podrían haber sido ellos quienes mataron a Anthony?».

—Belinda, ¿cómo pudiste? Confíamos en ti.

—Como madre debe conocer que por nuestros hijos somos capaces de todo. Ahora haga silencio y coopere.

Dulce Veneno 2 [✓]Where stories live. Discover now