Lágrimas

202 34 4
                                    

De camino al hospital, me sentía tan mal, mareada, cansada y adolorida que ni siquiera recuerdo cuándo perdí el conocimiento.

Fue un golpe duro enterarme cuando desperté que mi bebé no lo logró y que tuvieron que tomar cartas en el asunto. Pude entender en ese instante que no estaba equivocada cuando dije que no me visualizaba siendo madre.

Fue un dolor indescriptible e inmenso, algo que no le deseo a ninguna mujer. Quizá porque en el fondo, sí me había hecho ilusiones de conocerlo.

Me equivoqué, debí alejarme de todo lo que me causara un mal y decidí asumirlo, como si fuera el castigo que realmente merecía, cuando aquí nos equivocamos los dos, pero es muy tarde para remediarlo.

No sé por qué Dereck se hace el más afectado ahora, derramando lágrimas de cocodrilo. En el fondo debe sentirse feliz, solo está actuando porque su madre está ahí. Después de todo, debe ver esto como la libertad que él tanto quería para correr a los brazos de esa niña.

—Mi Catita, lo siento tanto— la Sra. Esmeralda se veía muy afectada también.

—No se preocupe. Tal vez fue lo mejor que pudo pasar.

—No digas esas cosas.

—¿Qué futuro le iba a esperar a ese bebé en los brazos de una mujer como yo? Ni siquiera pensé en el daño que le podría estar causando al estar soportando estos dolores, como si hubieran sido normales. Me mantuve cerca de todo lo que me causaba mal, olvidando que necesitaba cuidarme por el bien suyo.

—Ningún padre viene con un manual de cómo ser un buen padre. En esto tengo la culpa, porque pensé que los estaba ayudando al mantenerlos cerca, creyendo que les estaba haciendo un bien a los tres, pero resulta que fue todo lo contrario.

—No se culpe. Aquí usted no tiene la culpa de nada, créame. ¿Podrían dejarme a solas? Siento mucho dolor en el vientre y me siento muy cansada.

—Sal, mamá. Ya te alcanzo— le dijo Dereck.

Ella me miró, se notó que dudó en dejarme sola, pero al mismo tiempo, quiso darnos espacio. Hubiese querido que se lo llevara con ella. No soporto su hipocresía y descaro. No sé ni para qué está aquí o qué quiere hablar conmigo.

—¿Qué quiere, joven? ¿No le fue suficiente, que viene a darme el golpe final?

—Escúchame, Cata. Es cierto que no estaba para nada contento con este embarazo al principio, pero yo no quería que sucediera esto.

—¿No quería que sucediera esto? Le recuerdo que estuvo de acuerdo en que abortara. Si no hubiese sido por su madre, el embarazo hubiera culminado mucho antes. Le recuerdo también que me ha hecho trabajar horas extras, cumpliéndole todos sus caprichos, saltando mis comidas, soportando mis malestares con tal de cumplir con mi trabajo. Por favor, deje esas lágrimas de cocodrilo para alguien que sí se las crea, porque yo no. En tus adentros, debes estar feliz, sintiéndote liberado de toda responsabilidad y obligación, porque al fin lograste tu objetivo de deshacerte de este estorbo para correr a los brazos de tu amada. Pues adelante, no pierda tiempo quedándose aquí conmigo y vaya por ella. Qué les vaya bien.

—Cata, por favor…

—¡Qué te largues de aquí, hipócrita! — alcé la voz, algo que jamás creí que le haría al hijo de mi jefa, pero había alcanzado mi límite.

No quería verle ni siquiera la cara, por eso me cubrí con la sábana. No quería tampoco llorar delante de él. No me lo tengo permitido, porque a decir verdad, no lo merece.

Dulce Veneno 2 [✓]Where stories live. Discover now