Adorable

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—¿Así que quiere impedir que mi hijo y mi nuera se vayan? Sea rápido y concisa en lo que dirá, o aquí mismo la desplumamos a ti y a tus acompañantes— sentenció la Sra. Juliet.

«¡Qué mujer tan increíble!». Si antes la admiraba, ahora lo hago aún más. 

—¿Qué harás? —me preguntó Sebastián en un tono bajo.

—¿Qué haré de qué? 

—¿Te irás con tu madre?

—¿Quieres que me vaya? 

—Esa no fue la pregunta. 

—Por supuesto que no. Te pedí que me llevaras contigo y lo dije en serio. Ni pienses que vas a deshacerte de mí tan fácilmente. 

—Excelente respuesta. 

«¿Acaso esperaba que realmente dudara de la decisión que tomé? ¿Por quién me toma? ¿Por alguien insegura y caprichosa, que toma decisiones a la ligera sin pensar en las consecuencias?». 

—Ella es mi hija y nadie tiene derecho a intervenir en esto. Laia, deja de complicar más las cosas y ven inmediatamente. 

—No. 

—¡Tú no te mandas sola! 

—Pues te recuerdo, porque sé que lo has olvidado, ayer fue mi cumpleaños. Oficialmente tengo dieciocho, edad en la que legalmente soy adulta y soy libre de tomar las decisiones que quiera, sin tener que rendir cuentas a nadie. 

Se quedó en silencio, la verdad es que no era mucho, o más bien nada, lo que podía alegar ahora. 

—Tú eres lo único que me queda y no pienso permitir que por un arrebato del momento y por creerte una adulta en todo el sentido de la palabra, cometas los mismos errores que yo cometí y que hasta el sol de hoy sigo pagando por ellos. 

—¿Soy yo uno de esos errores? 

El silencio para mí fue una respuesta. 

—Por fin he obtenido la respuesta a esa pregunta que por tantos años me he hecho. 

—Súbete a la camioneta, Laia. 

—Sra. Husman, una sola cosa debía hacer, pero ni eso sabe hacer bien— dijo Sebastián—. No todas las mujeres nacen con el don de ser buenas madres. Eso nos ha quedado claro a todos los aquí presentes. Su hija ha tomado una decisión, por lo que le recomiendo que la asuma y no cree más escándalo o las cosas pueden terminar muy mal. Sé lo que le digo. Sus palabras no tienen ningún poder aquí, porque usted esté de acuerdo o no en que me lleve a mi mujer, para serle franco, no es algo que verdaderamente me importe. 

«¿S-su mujer?».

—Ya he escuchado a mi hijo— agregó Damián—. No tenemos ningún problema con la familia Husman y esperamos que eso se mantenga así— descansó el rifle en su hombro—. Solo le recuerdo que su hija ha entrado a ser parte de la familia Bennett, por lo que cualquier conflicto en el que se vea involucrada o afectada, también es nuestro problema. Y estamos dispuestos a ir por encima de quién sea y contra lo que sea, con tal de defender a los nuestros. 

Oí que mi tía le estaba diciendo algo, aunque no entendía exactamente qué. 

—Vayan, no se detengan— nos dijo la Sra. Juliet. 

Como no me había movido, pues aún me encontraba impactada con lo que le oí decir, su mano agarró mi muñeca para que le siguiera y así subir las escaleras del avión. Mientras subía las escaleras, me di cuenta de que mi madre y mi tía se subieron a la camioneta. 

«Entonces, ¿se rindió?». 

Me alegra que por primera vez en su vida haga algo por mí, y es el respetar mi decisión, aunque haya sido bajo presión. 

Encontrándome a solas con Sebastián, aproveché la oportunidad para acercarme. 

—¿Así que tú mujer? 

—Como tomaste la decisión de venir conmigo, debes tener claro que tu rol de ahora en adelante es ese. Que te quede claro que no soy como el idiota de tu exnovio. 

—¿Eso qué quiere decir?

—Que solo acepto un “para siempre” no un “mientras dure”. 

No pude controlar la carcajada que salió de lo más profundo de mí.

—¿De qué te ríes?

—Por primera vez veo tu seriedad muy adorable.

Dulce Veneno 2 [✓]Where stories live. Discover now