Calor

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Laia

Después de esa cargada y deprimente mañana, Dylan y yo hemos pasado una increíble tarde. Ya ha ido cayendo la noche. Luego de hacer una parada en un restaurante cubano, donde cenamos bastante bien y nos trataron con tanta amabilidad, aproveché la oportunidad para despejar un poco la mente, caminando por la playa. Estábamos muy cerca, como para dejarlo pasar.

La noche está un poco fría, pero las personas parecen divertirse estando en compañía de amigos, familia y parejas, sin importar la temperatura. Me daría miedo entrar al agua de noche.

Dylan no se ha separado ni un instante de mí, siento que ha estado más hablador que de costumbre.

«¿Será que ya está entrando en confianza y sintiéndose más a gusto conmigo?».

Me senté en el columpio a mecerme lentamente, no recuerdo cuándo fue la última vez que vine, pero me gusta la vista que ofrece, las comodidades y lo creativos que son.

—Tiene los hombros y el pecho descubierto. Va a enfermarse— me puso su saco por encima de los hombros para cubrirme.

—¿Qué haces? Llamarás la atención con el arma en la cintura.

—Descuide. La gente está muy entretenida, como para fijarse en estos pequeños detalles. ¿Se siente mejor?

—Sí. A pesar de que el día comenzó pésimo, ha mejorado grandemente. Me hacía falta salir de esas cuatro paredes. Gracias por traerme.

Un hombre joven estaba repartiendo folletos publicitarios y se nos acercó para entregarnos uno. Lucía muy amable y bastante simpático. Le entregó el folleto a Dylan mientras entraba en detalles de su negocio. Dylan miró el folleto y lo arrugó con las manos, metiéndolo dentro del bolsillo.

—Gracias, pero no estamos interesados.

Fue muy vergonzosa su actitud, sobre todo la manera en que reaccionó tan a la defensiva.

«¿Por qué tiene que ser tan grosero?».

Intenté calmar las cosas, siendo lo más cortés que pude con el joven y se despidió, alejándose para seguir repartiendo más folletos.

—¿Por qué tienes que ser así con todo el mundo? —me levanté del columpio—. Regresemos a casa. Se me están congelando las piernas.

Volvimos al auto y encendió el aire, poniéndolo un poco caliente para que circulara por mis piernas. Luego, sacó su arma de repente de la cintura, dejándola descansar en su falda.

—¿Pasa algo?

Pensé que nos estaban siguiendo o algo, pues por lo regular la guarda en la gaveta.

—Me estaba molestando. ¿Ya se siente caliente?

Aunque sé que se refería a la calefacción, mi mente me traicionó.

—Sí, me siento bastante caliente.

Ahora que lo pienso con detenimiento, eso ha sonado a una insinuación.

—¿Me permite corroborarlo?

No esperaba su pregunta. De hecho, no estaba segura de cómo iba a hacerlo. Se suponía que mi mente estuviera sana, pero no sé qué me pasa últimamente. Tiende a ser tan franco que, a veces, sin querer, confundo las cosas.

—Claro.

Sacó la mano derecha del volante para ponerla a la altura de la gaveta, imagino que para asegurarse de que el aire estuviera realmente circulando en la zona, pues su ventilador no estaba encendido, todo el aire lo estaba circulando el mío.

Dulce Veneno 2 [✓]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang