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A pesar de las advertencias que había recibido de todo el mundo, Fallon había optado por decirla la verdad. Necesitaba ayuda, y la ayuda que ella quería no podía proporcionársela todas las personas que la rodeaban. Por supuesto la decisión estaba tomada desde el miedo, desde la angustia que para ella significaba ser un Ignis, apenas podía asimilar lo que estaba pasando, lo que en tan sólo una tarde todo había vuelto a dar un giro de ciento ochenta grados, y para ella era escalofriante, pero no podía mostrar que tenía miedo, no cuando las bruja de sangre habían vuelto y estaban dispuestas a hacer cualquier cosa con tal de obtener poder.
—Fallon, ¿qué haces aquí?— Preguntó Rosalind al ver entrar a la adolescente en su despacho.
—Necesitaba hablar con usted sobre... un tema.— Admitió mientras se quedaba en la entrada aún replanteándose la decisión que, supuestamente, había tomado.
—¿No puede esperar a mañana?— Preguntó Rosalind creyendo que de lo que la fénix la iba a hablar era un tema sin importancia alguna, del que podían esperar a la mañana siguiente.
—Lamentablemente es un tema que no puedo pasar a la ligera, no tras lo que usted ha dicho hoy.— Suspiró sabiendo que no había tiempo que perder, principalmente por aquella creciente oscuridad
—Bien, pasa y siéntate.— La indicó mientras señalaba con la mirada la silla que estaba delante de su escritorio, lo que hizo que Fallon sonriera de lado para a continuación sentarse y mirarla sin saber muy bien como empezar aquella conversación.
—Asumo que cuando vayan a buscar a las brujas las mataran o lo que sea que hagan, no me importa a decir verdad. Pero necesito a una de ellas.— Dijo de golpe mientras la mirada fijamente, haciendo que Rosalind la mirase confundida al no comprender porque ella, el fénix, necesitaba hablar cara a cara con una bruja de sangre. Pero la directora sabía que había un motivo, el tiempo que llevaba conociendo a la chica sabía que no hacía nada sin un motivo, sin un propósito, y parecía que tras aquello había un propósito, lo que quería descubrir era cual. —Cuando... me transforme había una mujer que me guiaba, decía ser mi hermana. Hace unos días, ella volvió a aparecer, en mis pensamientos, y me dijo que estaba con vida, pero encerrada en alguna especie de limbo. Las brujas la encerraron cuando... me secuestraron y solo una bruja la puede liberar.— La reveló, haciendo que Rosalind se apoyara en su escritorio sorprendida por lo que acababa de escuchar, pero también encontraba respuestas a preguntas que se había estado haciendo desde que supo de la existencia de un fénix.
—Vaya, esa es una información muy reveladora, pero ¿comprendes el riesgo que eso puede suponer?— Quiso saber, pero Rosalind sabía que Fallon conocía el riesgo, pero aún así estaba dispuesta a correrlo porque era su hermana y entendía aquella necesidad.
—Solo la pido que si capturan a una bruja, me dejen hablar con ella. Si soy un Ignis, sabrán perfectamente que no hay que hacerme enfadar. Solo quiero ayudar a mi hermana, nada más.— Sentenció con firmeza mostrando que sabía perfectamente que existía un gran temor con respecto a lo que era, así que aquello lo iba a usar en su propio beneficio.