Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
El Otro Mundo, hace muchos años.
—¡No, por favor, dejarme!— Gritó Yelena mientras un grupo de mujeres la obligaban a caminar.
—Agarrarla con fuerza.— Ordenó una mujer, haciendoque las demás la obedecieran mientras se cercionaban de que los grilletes quellevaba no se soltaran.
—No podéis encerrarme, soy un fénix.— Insistió Yelena mientras seguía forcejeando con las mujeres.
—Sois peligrosos.— Se limitó a decir la mujer, la cual, como las demás, llevaba el rostro cubierto.
—¿Por ser más poderosa?— Preguntó Yelena con una sonrisa socarrona. —¡Venga ya! Sabéis que cuando salga iré a por vosotras.— Afirmó mostrando que se vengaria de aquellas mujeres que la iban a encerrar.
—Puede que sea cierto, puede que nos mates, pero hasta que ese díaestarásencerrada. Eres peligrosa.— Sentenció la mujer, haciendo que Fallon mirase aquello confundida, ¿que era lo que habíapasadoparaque su hermanahubieramatado? ¿Acaso habíaperdido el control como a ella la había pasado? ¿Acaso se debía a la creciente sed de venganza que tambiéncrecía en ella? Fallondesconocía la respuesta a aquellas preguntas, pero lo que si sabía es que ella podíaser la siguiente en terminar en un lugar como al que iban a mandar a su hermana.
—¿Por qué? ¿Por que he matado?— Preguntó con una sonrisa socarrona, como si de alguna forma disfrutase de haberarrebatado la vida de criaturas que podían o no ser inocentes. —Se lo merecían, son brujas de sangre. Merecen morir, ponen en peligro la paz natural. Las brujas de sangre, como vosotras, sois un ultraje ante la madre natura, ymás aquellos que os defienden.— Sentencióhaciéndolaentender a Fallon que todas aquellas mujeres, a las cualessu hermana parecía conocer, eran brujas que solo queríanencerrarlapor un bien mayor. El suyo.