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—Nada como volver a casa.— Suspiró Fallon mientras miraba a todas partes, viendo que de alguna forma su mundo seguía igual que cuando se fueron, y una parte de ella echaba de menos aquello. La normalidad.
—¿Tienes el libro?— Preguntó Bloom con curiosidad mientras ambas se acercaban a la cafetería en la que habían quedado con Sebastian.
—Sí, no te preocupes. Todo irá bien, te lo prometo.— La tranquilizó Fallon sabiendo que aquello debía de ir bien, por que de no hacerlo quien saldría perjudicada no sólo sería Musa, sino todas las hadas, a fin de cuentas ellas eran las únicas con el poder de detenerlo.
—¿Café? ¿Algo de beber?— Preguntó Sebastian una vez que las dos amigas se sentaron frente a él.
—Sí.— Respondió la hada de fuego en su nombre y en el del fénix.
—Bien.— Sonrió Sebastian mientras Fallon dejaba delante de ella el libro, mostrando que ellas estaban siendo sinceras con respecto a sus intenciones. —He pedido una milanesa con salsa, ¿que cojones es una milanesa?— Quiso saber el brujo mostrando lo fascinado que estaba por aquel mundo.
—Gracias.— Sonrió Fallon a la camarera que las había servido las dos tazas de café a ella y a Bloom.
—Cuando Fallon te propuso quedar en el Primer Mundo, di por hecho que elegirías un lugar un poco más discreto, como un aparcamiento subterráneo.— Sugirió Bloom sin llegar a entender por qué el brujo había elegido una cafetería para hacer el intercambio, aquello solo confirmaba que tenía algo entre manos, o por lo menos esa era la perspectiva que ambas tenían.
—Que aburrido.— Se quejó Sebastian. —Me gusta esto del Primer Mundo, y lo que mejor lo representa es una cafetería norteamericana.— Garantizó con una sonrisa en el rostro. —Además, tengo problemas de autoconfianza.— Añadió mientras sus ojos se volvían de color rojo, y todas las personas que estaban en la cafetería cogían un cuchillo y le acercaban a su arteria carótida.
—¿Qué estás haciendo?— Preguntó Fallon asustada por la vida de todas aquellas personas.
—Deberíais de odiarme, chicas. Le robe la magia a vuestra amiga, hice que tu novio, Fallon, matará a su padre; soy un azote para las hadas, y aún así aquí estáis.— Comentó mientras sus ojos volvían a ser de un color normal, y la gente volvía a tener el control de todas y cada una de sus decisiones. —No tiene mucho sentido.— Admitió sin saber el motivo por el que ambas estaban corriendo aquel riesgo.
—Claro que te odiamos, desearíamos que te pudrieras en prisión el resto de tu vida.— Respondió Bloom mostrando que no tenían nada de simpatía por él, a fin de cuentas todo lo que estaba pasando estaba siendo por su culpa.
—Espero por el bien de todos que hayáis traído cierto libro.— Las advirtió esperando que ellas hubieran sido leales a su palabra.
—Creo que puedes hacer que nuestra amiga recupere su magia.— Comentó la fénix mientras le ofrecía el libro mostrando cuáles eran sus intenciones.