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Fallon agarró con fuerza la mano de Beatrix mientras las dos esperaban ser llamadas ante la reina. Apenas había pasado una hora desde que la guerra había tenido lugar y Fallon mostraba los sigos del cansancio tras todo lo que había vivido, pero la reina Luna había solicitado verlas de forma inmediata ya no solo por lo que había sucedido, sino también por la revelación de quienes eran sus padres, lo que advertía cambios importantes para las vidas de las dos chicas.
—Ya podéis entrar.— Las informó Silva justamente después de abrir la puerta, haciendo que ambas entrarán.
Al entrar en el despacho de la directora, las dos hermanas se acercaron hasta el escritorio, donde Luna las esperaba con seriedad aún así las hizo un gesto para que las dos ocuparán las dos sillas que estaban delante de ella.
—Hace escasamente un día estuviste ante mi para ser juzgada, Fallon, fuiste liberada incumpliendo mi sentencia, y aún así entregaste tu vida para salvar a Alfea, y te has enfrentado de forma exitosa a una enemiga que se creía muerta.— Empezó a decir Luna mientras la Ignis mantenía su mirada en sus manos, nerviosa ante lo que pudiera llegar a suceder. —Ante los acontecimientos ocurridos, no puedo castigarte de nuevo mandándote a extasis, sobretodo cuando has luchado con tu vida por el bienestar del Otro Mundo.— Añadió haciendo que Fallon alzará la cabeza y la mirase con una sonrisa.
—Muchas gracias, Majestad, y lamento los incidentes que he causado por creer que Yelena era mi hermana. Ella me engaño y me utilizo, beneficiándose de algo tan simple como la búsqueda de respuestas sobre mi origen.— Explicó mostrando lo arrepentida que se sentía por las decisiones que había tomado.
—Arthur era un gran amigo de vuestro padre, vuestra madre y yo fuimos compañeras aquí, en Alfea, y lamente mucho su muerte.— Empezó a decir mirando a las dos hermanas que se parecían de una manera sobrenatural a sus progenitores cuando tenían su edad.
—¿Usted les conoció? ¿Cómo eran?— Quiso saber Beatrix con un brillo inusual en su mirada.
—Por lo que se y por lo que me han dicho mis hijos, sois como ellos. Algo más propensas a meteros en problemas.— Garantizó haciendo que ambas sonrieran. —Cuando Bastian y Dominique murieron dejaron mucho dinero y propiedades a nombre de mi hermano, buscando la manera de que nadie os relacionara con ellos.— Prosiguió captando la atención de ambas. —Mi hermano me ha pedido que todo os sea entregado, puesto que es de vuestra propiedad. Además, por petición de mis hijos, podéis considerar mi familia como la vuestra, vuestros padres ayudaron mucho a Solaria y eran grandes amigos de la corona, por lo que minimamente debemos de recompensar sus acciones así como las de sus hijas. Solaria y el resto de reinos del Otro Mundo están en deuda con vosotras, señoritas Daniels.— Las explicó Luna sorprendiendo a ambas con sus palabras y con su amabilidad, ya que aquella faceta era algo que nunca habían llegado a conocer, y eso las atarreba, tal vez aquella era la faceta que Stefan afirmaba conocer de su madre, y de alguna forma ambas se alegraban de ser testigos de la benevolencia de la reina de la luz.