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Me encuentro paralizada ante él, descubrir uno de mis secretos ante mis posibles futuros colegas, me hace temer por mi posición o las manchas en mi expediente. Ahora mismo tengo miedo, la confusión también me rodea y no sé qué contestar.

—Yo, es, es que...— Las palabras no salen de mis labios, boqueo como un pececillo en busca de oxígeno.

—Eres tú, no puedes negarlo.-impotente, decido justificarme, aun así no me deja empezar hablar—. Que dirán cuando se enteren de que la mejor de la promoción es una camella muy conocida en la ciudad.

—¿Qué te has creído? Ahora mismo no estamos en el hospital, estás en mi territorio. Así que será mejor que cierres esa bocaza—. Susurro contra su oreja mientras tapo, le tapo la boca con la mano. Con sorpresa me separo de él por lo que acabo de decirle y por como he actuado.

—Vaya, ha salido a la luz la verdadera Violeta. —se ríe con sorna.

Enfadada y demasiado confundida me giro hacia el chico para decirle algunas cosas básicas que debe saber.

—Cuidado con lo que haces estos días, no metas a cualquiera que te dé la clave. —Hernán sigue detrás de mí, pero en este momento decido ignorarlo.

—¿Y qué hago?

—Criba. Mira su aspecto, observa los pequeños detalles... El habla, su comportamiento. — Asiente. Es en ese momento cuando vuelvo a mirar a Hernán y toco su hombro. —Los pijos con dinero serán los que paguen el producto más caro. Una media sonrisa se escapa de mis labios.

—¿Algo más? —Pregunta.

—Sí, si viene, la policía, tapate y quédate en la barra, siendo un simple camarero.  Aquí no encontrará nada más que su tatuaje y si no lo ven... no te reconocerán. — El muchacho asiente.

Sujeto el brazo de Hernán para llevarle de nuevo al reservado, él se suelta de golpe.

—Llévame a pillar algo y luego me iré.—No digo nada, solo confirmo con la cabeza y me giro para continuar. La música en este ambiente me hace ser alguien completamente diferente, me siento la dueña del lugar, aunque sé que no lo soy. Avanzo entre el bullicio de la gente, con el tatuaje al descubierto la gente abre paso, permitiéndome llegar hasta la zona de los baños. Por un momento de razón mi cuerpo se paraliza. ¿Qué estoy haciendo?

—¿Qué es lo que quieres? —Suelto con frialdad. —¿En serio estás dispuesto a consumir? —entrecierro los ojos, mirándole de lado. Él me sujeta el antebrazo, ejerciendo una ligera presión. Sus ojos están mirándome por encima con un brillo que delata su doble intención.

—Claro que no.

—¿Entonces a qué juegas?-no se retira, juraría que cada vez está más cerca.

—Quiero saber que es lo que les está friendo la cabeza a mis pacientes. —me quedo quieta y sin poder contestar a sus palabras. Me separo de él instintivamente, asustada y desconcertada. ¿Cómo le puedo negar eso? Soy médico por el mismo motivo que él. Aún sigo viendo cosas, teniendo desmayos repentinos y alucinando por aquella sustancia que me inyecte.

—Si te adentras aquí, puedes salir mal parado como te pillen.

—Entre ellos está mi hermana pequeña, Violeta. —mis ojos se abren y la mandíbula me cae. —Ayúdame.

Niego involuntariamente con la cabeza, es algo automático que me provoca el traicionar a Claid. Es un capullo, pero ante todo es mi amigo. Suspiro frustrada, por la situación en la que me veo comprometida.

—Márchate a casa.— Estoy demasiado nerviosa, y lo mejor que se me ocurre es deshacerme de él.

—¿Qué? ¡No! Quiero llevarme esa sustancia.

PROYECTO MENTE 🧠 [BORRADOR][+21]Where stories live. Discover now