De cualquier manera, que placer

Capítulo 2

Harry tuvo que luchar por soltarse de la criatura que rápidamente se movía de un lado a otro. La idea sonaba relativamente sencilla, por supuesto, pero por primera vez su oponente era más ágil que él. Que curiosa situación era eso para Harry. La criatura era absolutamente extrema, escabulléndose de sus manos y gritando «Harry Potter» constantemente hasta que sus oídos zumbaron. Wednesday intentó ayudarlo, pero era virtualmente imposible liberarse de la criatura porque aparecía y desaparecía cuando su hermana estaba a punto de capturarlo. Y si había algo que Harry detestaba era la sobreestimulación sensorial sin su control. Esto estaba volviéndose frustrante y una parte de él se preguntó si la gente se sentía así cuando Harry era particularmente insistente sobre algo. No que fuera a cambiar su actitud, por supuesto, pero era algo digno de meditar.

La criatura desapareció por completo de su espalda y Harry no tardó en encontrarlo colgado del candelabro. Pero antes de que su hermana intentase algo, él se puso entre ambos, forzando su sonrisa más encantadora y, por ende, la más tramposa.

— Creo que las presentaciones son pertinentes ¿no lo crees? Mi nombre es Harry Addams, de la Familia Addams ¿Y tú?

La criatura se detuvo por fin y movió su cabeza. Por fin, Harry se percató que se trataba de un elfo doméstico. No había otro tipo de criatura que despertara ese tipo de incomodidad natural al verla debido a su lamentable apariencia. Los grandes ojos y orejas prolongadas, la pequeña estatura y extremadamente delgada figura se veía mucho más trágica envuelta en lo que debía ser la funda de una vieja almohada llena de manchas. Algunas indudablemente eran de sangre seca y realmente antigua. Otras eran nuevas.

— ¿Es eso un elfo?

— Elfo doméstico. —Harry corrigió en un asentimiento, sin poder apartar los ojos del ser— Los británicos aún no han abolido la esclavitud o trabajo forzado de seres mágicos.

— Además de discriminar licántropos ¿Me estás diciendo que siguen esclavizando elfos? —Wednesday rodó los ojos y su voz sonó mucho más distante— Si los dejamos otros diez años solos de seguro se destruirán entre ellos. Entonces, ¿me recuerdas por qué encuentras tan importante el tener que salvarlos?

Harry rio entre dientes ante la acusación de su hermana porque era absolutamente válida.

— Oh, bueno... Draco dice que se debe a mi complejo de héroe y me veo forzado a concordar con él.

— Qué lástima, me voy a ver inclinada a apoyar a Draco Malfoy en esto.

La criatura se encogió ante la mención de ese nombre y cayó del candelabro. Harry rápidamente atrapó a el elfo entre sus brazos y fue como sentir un costal lleno de huesos derrumbarse sobre su cuerpo. Harry sintió escalofríos y no de los divertidos. Al mirar a esta criatura de cerca, era como encontrarse con algo completamente infantil, debido a sus grandes ojos y expresión pura, pero a su vez el elfo lucía ancestral, con la piel pegada a los huesos y arrugas en cada curva de su cráneo. Su estado físico era preocupante. Harry jamás había pasado hambre. En realidad, él podía recordar una remota ocasión en donde se había enfermado y perdido el apetito por días, lo que hizo que su abuela lo alimentara en exceso hasta que ya no luciese tan flacucho asegurándole que la delgadez solo lucía bien en los muertos y zombis. Mirando a la criatura en sus brazos, Harry apoyó a la abuela.

El elfo rápidamente se lanzó al suelo e intentó golpear su cabeza contra el piso con violencia.

Pero algo lo detuvo. Algo casi mágico.

— No, no, no, no. El Joven Amo dice que Dobby no debe lastimarse. El Joven Amo no quiere que Dobby se haga daño. —El elfo, que al parecer se llamaba Dobby, aplastó su cara contra el suelo— Pero el Joven Amo también le dijo a Dobby que llamase a Harry Potter por su verdadero nombre ¡Harry Addams! No, no, no, no. Dobby no sabe qué hacer. Dobby ha fallado a su Joven Amo, pero el Joven Amo prohíbe castigos... ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? El Gran Harry Addams, el gran héroe del mundo, escuchó a Dobby llamándolo con el nombre equivocado. Oh no, no, no, no...