Parte 15

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Poco a poco, todo ha vuelto a esta extraña normalidad de un grupo de desconocidos que hemos hecho no sé muy bien qué.

Hyunjin nos explica que, si somos capaces de estar en presente durante el acto sexual, de dirigir nuestra conciencia, más allá del tiempo, a lo que estamos viviendo mientras disfrutamos del cuerpo del otro y del nuestro propio, la introspección es tan profunda que se parece mucho a lo que sienten los místicos.

Es cierto que he sentido cosas nunca antes experimentadas, y sobre todo que he tenido la sensación de haber sobrepasado la dimensión del tiempo.

Poco a poco nos vamos incorporando, usando una pila de toallas que hay sobre una mesa para limpiarnos, mientras fluyen las conversaciones y nos relajamos, volviendo a envolvernos en nuestros pareos.

De esta manera me entero de que Hyunjin es profesor de la universidad e imparte química inorgánica. De que mi coreano y el rudo eslavo están casados desde que la ley lo permitió y llevan juntos desde adolescentes.

Preparamos unas ensaladas, zumos naturales y mucha fruta, sentados alrededor de la gran isla de una cocina que se muestra al jardín por una pared de cristal. Wooyoung, el chico rapado, y Taehyun, el de la cresta, son amigos y han venido por primera vez a probar, como yo.

El de más veteranía es Soobin, el vikingo, que resulta ser diseñador de moda, al parecer, con éxito. Tiene una conversación culta y divertida, y nos ha puesto un mote a cada uno. El mío es Pollón. Me sonrojo, pero reconozco que me gusta.

—¿Y tú, a qué te dedicas? —me pregunta Jeongin, que se ha sentado al otro lado de la mesa, como si necesitara tener una buena vista de su compañero de cuarto.

—Trabajo en un banco de inversiones.

—Un banquero.

—Más quisiera —me siento incómodo hablando de mi trabajo—. Su pongo que tú estudias.

—Medicina. Empecé el año pasado.

—¿Qué edad tienes?

—Diecinueve.

—Y supongo que no es la primera vez que vienes.

—La segunda —se rasca la cabeza—. ¿te parece si nos vamos a la cama?

Los demás nos miran. Lo cierto es que ya no hay nada más que hacer.

Asiento y subo tras él. El pareo blanco se le ajusta al trasero, y no puedo apartar la vista de esas deliciosas nalgas que se balancean ante mí. Y más cuando él se deshace de la tela y termina de subir completamente desnudo.

He de reconocer que se me hace la boca agua, a pesar de que hace poco más de una hora que acabo de follar. Yo también me lo quito, y antes de desaparecer en la habitación escucho las conversaciones cómplices de nuestros compañeros que ya saben cómo va a acabar nuestra noche.

Entro en la habitación y cierro la puerta, y cuando me vuelvo, Jeongin ya está tumbado, con las manos tras la cabeza y las piernas ligeramente abiertas.

Me quedo mirándolo, embobado. Es un cuerpo delgado, muy pálido, con algunas pecas deliciosas esparcidas por aquí y por allá. La leve musculatura lo hace ligero, y la escasez de vello le aporta ternura. Tiene una polla discreta y bonita, bien formada, coronada por una pelambrera suave y dorada. Está excitado, y le carga a la izquierda.

Me relamo los labios y lo miro a la cara, como hace él conmigo. Es guapo a rabiar, con impresionantes ojos verdes y pómulos sonrosados, una imagen de inocencia y pecado que me gusta.

—Nunca he estado con un tío como tú —me dice.

—¿Y cómo soy yo?

—Con un tío que esté tan bueno como tú —me aclara.

Experimental 《Yeongyu》Where stories live. Discover now