Derrumbarse

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Kim Jisoo estaba en su casa ese Domingo por la noche. La doctora Manobal revisaba sus citas para reajustar su horario mientras la abogada Park continuaba estudiando el caso de Jennie Kim.

Pero Jisoo no sabía explicarse ahora mismo, el por que de su cambio de situación en un lapso de 30 minutos. Eso debido a que después de recibir la llamada de Jennie y escuchar sobre las cosas que quería que le llevara había sido imposible no preocuparse.

En primer lugar; por que nunca había escuchado el nombre acetato de ulipristal. Y cuando tuvo la necesidad de preguntárselo al tipo de la farmacia el ¿por que la gente de la fila la veía extraño? el tipo sólo la observo sin ganas de decirle nada. Lo que la había dejado líbida en ese lugar. Además de llevar unas cremas y algunas otras cosas.

Eso había sido tolerable, poco. Pero tolerable. Después de casi tener un infarto por el portero de la casa de Jennie y dar un paso en esa casa ninguna de sus preguntas había sido contestada. Mas aun, miles de preguntas mas se hicierón un lugar en su cabeza. Uno muy grande. Pero... ¿Que le habían hecho a su bebé? Por que eso es lo que parecía enrollada en la habitación de invitados de forma fetal. Desnuda por dónde le viera y lo mas denigrante... Con un cinturón aferrado a su cuello. Jisoo no era ninguna idiota. Preguntar en ese momento que era lo que había pasado no le traería alivio a Jennie. Ni mucho menos a ella misma. Una preocupación gigante se escalo por su columna hasta salir por su boca.

— L-la niña... ¿Dónde está Lía? — profirió arrastrando sus palabras mientras intentaba destrabar sus pies de ese suelo de madera oscura. Quería acercarse. Pero... ¿Enserio quería acercarse?, ¿Lo soportaría?, ¿Era buena idea estar a su lado y derrumbarse junto con ella, aun cuando la había llamado por apollo? No. No lo era. Y esa es la razón de que sus pies no se movieran.

— Está con la mamá de Mini. Debe estar viendo Buscando a Nemo en el horario de las 7 mientras bebe su leche y come su merienda en un lugar seguro y calmo — Dijo aun con el rostro oculto y con la voz casi ahogada.

Es como si lo único que la mantuviera cuerda fuera la idea de la seguridad de su hija, su bienestar y su tranquilidad.  Eso era ser una madre egoísta. Pero no con sus hijos... Egoísta con ella misma. Eso nos lleva a la pregunta mas grande. ¿Que no era ovbio lo que había sucedido? ¿Por que quería escuchar la confirmación salir de sus labios?

— Por favor ... Solo, ven aquí. Solo quiero tenerte a mi lado por un tiempo — No. Ella no necesitaba toda esa mierda de interrogatorio ahora.

— Jennie — obligando a sus pies a destrabarse y moverse de forma estruendosamente mecánica por el suelo hasta llegar a la cama, recordando en el proceso el estado de la otra habitación, mientras cerraba sus ojos con fuerza para no soltar la lágrima que bordeaba por salir.

Kim Jisoo se sento en la orilla de la cama con la espalda y cabeza pegadas al respaldo. Esperando una indicación. ¿Solo era su presencia lo que quería? ¿Quería consuelo? Claro que si, idiota. Se recriminó. Sus cavilaciones cesaron al presentir el movimiento de la otra persona. El silencio de su propio ser solamente ahondaba los quejidos del dolor que sentía Jennie, haciéndolos retumbar en sus oídos mientras hacían eco acompañando a los nuevos.

Jennie se arrastro hacia ella. Lentamente. Despacio, sin presura y ella se lo permitió. Se lo permitió aun cuando sus latidos corrían mas rápido a la incertidumbre y espera.

Jennie subió. Solo lo suficiente como para apoyar su cabeza y brazos en los muslos de la coreana mayor.

Sus muslos fueron tomados por un peso casi tímido y unas manos turbulentas. Quizá, Jennie estuviera un poco asustada aun. Pero la realidad era que la misma Jennie no sabia que estaba temblando como un hombre desnudo en la maldita interperie nevada de la Tundra Ártica.

Cafuné (Jenlisa)Where stories live. Discover now