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–Buenas tardes Midoriya, yo-

–¿Que es lo que quieres? Shoto no está aquí– interrumpe de forma brusca –tengo prisa, con permiso– avisa y pasa a un lado de ella.

–No es él a quien busco, si no a ti.

Aquello sorprendió a Izuku, provocando que detuviera su andar y se girará hacia aquella mujer, dedicándole una mirada confundida.

–Y a mi ¿cómo para que?– pregunta de mala gana, si venia a armarle un teatrito que se lo ahorre.

Entonces Yaoyorozu suspiró –Quería disculparme por todos los inconvenientes– su voz sale resignada y al instante hace una reverencia –venía a decirte que ya no estaré de intermedio entre usted-

–Puedes quedarte con Shoto, yo ya no quiero estar más con él– volvió a interrumpir y esta vez retomando su paso.

–¿Como podría quedarme con quien intento matarme y me arrebató a mi bebé?– su voz afligida y rota hizo que Izuku volviera a prestarle atención.

¿Como fue capaz Shoto de hacer tal atrocidad?

–¿Cómo? Él hizo... ¿qué?– aterrado y sorprendido con interrogó.

Y Momo le contó de su embarazo y el supuesto accidente en las escaleras, de como Shoto la amenazó y de como gracias a eso había decidido mudarse a estados unidos.

–En verdad lo siento mucho. Nunca fue mi intención hacerte daño, se que estuve mal– se disculpa aún con lágrimas en los ojos y siente que nunca serán suficientes disculpa, pero el corazón del pecoso es demasiado blando y gentil como para no perdonar.

Cuando menos lo espera ya esta envuelta en los brazos del peliverde, un cálido abrazo que ella acepta con gusto.

–Ya no te disculpes, ve y se libre. Ambos lo merecemos.

Y es que Izuku tiene un corazón tan puro que  no pudo evitar perdonar a la joven frente a él, después de todo, ella también debió haber sufrido un calvario junto a Shoto; recibiendo migajas de amor.

Tampoco dudó en envolverla en un abrazo, y Momo, tan carente de amor, correspondió sin objeción, dejando caer unas cuantas lágrimas más y después de unos segundos se separaron.

Ya estaba perdonado lo sucedido, ya estaba arreglado; no podía perder más tiempo, se despidió y con prisa, subió con su mochila y una pequeña maleta al auto que lo esperaba paciente. Entonces se pusieron en marcha.

–Disculpa ¿podrías prestarme tu celular? Necesito llamar a alguien– el peliverde pide con amabilidad. Solo espera no causar más molestias.

Por el contrario, el joven conductor mete la mano a su bolsillo y sin despegar la vista del camino, le entrega el aparato al pecoso, este último comenzó a teclear en la pantalla táctil y luego lo colocó sobre su oreja, así que el azabache dedujo que estaba llamando a alguien.

Y estaba en lo correcto. Izuku había marcado el único número que se sabía de memoria; el de Uraraka, su mejor amiga. Le explicó en voz baja la situación y pidió la dirección de Kacchan, que le pasará el recado de que se preparará lo más rápido posible por que se largaron de ahí, que estarían juntos de una vez por todas. La castaña asistió al otro lado del teléfono y  escuchar la respuesta positiva fue suficiente para hacer sonreír a Izuku; colgó. Con la misma amabilidad hizo entrega del aparato a su dueño y agradeció en tono bajo.

Minutos después el celular volvió a sonar y aprovechando que estaban en semáforo rojo, el chico de tatuajes sacó el móvil y revisó las notificaciones, notando que aquel mensaje de número desconocido iba dirigido a Midoriya, así que se lo volvió a entregar para en seguida volver a su tarea de conducir.

Angelito [Katsudeku]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz