Capítulo 2

37.9K 1.5K 1.1K
                                    


| Los Bennett |
Mónica

Ya pasaba de la media noche, todo el pueblo estaba en un absoluto silencio, lo único que se podía escuchar era el sonido del viento en forma de silbido, hasta se podría decir, que hasta el mismo aire sentía miedo por la gran energía pesada que se sentía en todo el lugar.

Cada vez estábamos más cerca del norte del pueblo, la sensación de pesadez se hacía más grande. Al llegar, nos quedamos paradas sin saber qué hacer, lo gracioso era que mis hermanas ya se estaban arrepintiendo, lo podía notar en la forma en como movían sus manos. El lugar era demasiado tenebroso, la mayoría de él, estaba lleno de bodegas, y un poco más para atrás se podían ver unas ruinas.

—¿Ahora qué hacemos? —pregunta Karen. Llena de miedo.

—Regresarnos —propongo, pero ninguna de las dos me hizo caso.

—Entremos.

Mía se acerca a la reja.

—No, mejor vámonos.

Intento jalarlas.

—No seas aburrida.

—No es que sea aburrida —dejo salir un suspiro—. Si entramos a ese lugar, nos puede pasar algo malo, ¿qué tal y si uno de esos uniformados nos ve? Nos meteríamos en serios problemas.

—Iremos con cuidado —Mía fue la primera en entrar, después la siguió Karen—. Andando.

No me quedo de otra que seguirlas, esta vez ya más irritada, lo más raro fue que la puerta de la entrada estaba forzada, alguien había intentado antes que nosotras y eso solo significaba problemas. No va para nada bien, más con estas dos que aun así decidieron entrar, ignorando las señales de advertencia.

Por dentro era más oscuro, las únicas luces que había eran las de unos faroles casi viejos, pero un poco más adelante se podía apreciar algo más de luz, no demasiada, pero era algo. Las necias de mis hermanas se adentraron, encendieron sus linternas y caminaron a paso lento.

Les seguía insistiendo que nos regresáramos. Un ruido raro llamó mi atención, gire a mi derecha y vi tres sombras asomándose demasiado rápido... eran demasiado grandes.

—Karen, Mía.

—¿Qué?

Se dice mandé.

—Creo que nos tenemos que ir—. Las sombras cada vez se iban haciendo presentes.

—Mónica —Karen se acerca a mí —no estés exagerando, solo veremos que hay y nos vamos.

—Estoy hablando en serio, alguien nos está vigilando.

Seguían sin creerme, me miraban como si estuviera loca.

—Solo estamos nosotras tres—. Mía tuerce su boca.

—Les digo que alguien nos está vigilando —paso ambas manos por mi cara.

—Muy seguro y lo estás imaginando.

Que genial sería estarlo imaginando.

—Que hacen tres hermosas mujeres solas en este lugar, está prohibido entrar, ¿o acaso no sabe leer las señales de advertencia? —Pegamos un brinco de susto, al voltear vimos a dos chicos, uno rubio y otro el pelirrojo.

Karen se pone pálida y responde lo siguiente:

—Turisteando.

No puede ser...

—Pues no deberían de estar aquí —responde el chico con cabeza de zanahoria.

—Estos chicos sí que son guapos —vocaliza al descaro Mía. Los dos rieron.

Sombra de Lágrimas (Nueva Versión) ©Where stories live. Discover now