2

197 12 0
                                    

Han pasado unas semanas desde que pude sentarme a escribir en este diario. Estos tipos que dirigen la prisión se creen muy duros, poniendo sus trabajos forzados y haciendo hasta lo imposible por recordarnos que estamos en una de las prisiones más seguras de la nación del fuego, ellos no tienen idea de lo que es atormentar a alguien y presionarlo hasta el quiebre.

Aunque admito que ha ocurrido algo interesante, Hace unos días, en la mañana se nos pidió reunirnos en la estancia principal. La verdad es que no sé cómo llamar a los lugares de esta prisión, no es como ninguna de las que vi en el reino tierra. No tiene un patio o una forma cuadrangular como la mayoría de las prisiones, de hecho, todas las celdas de los 10 niveles que ocupa la torre, parecen estar talladas directamente de la montaña, quizá hasta unos maestros tierra ayudaron a algún señor del fuego del pasado a construirla.

A lo que quería llegar es que cuando nos hicieron reunirnos en el piso principal, justo a unos metros de las puertas, fue para que pudiéramos recibir al nuevo comandante de la prisión. Es un hombre de aspecto osco y cabello cano, sus ojos color bronce delatan su linaje de la nación del fuego. Él al menos parece mostrarlos con orgullo; yo por mi parte extraño no tener mi sombrero para ocultar los míos.

Este anciano dijo la misma cantaleta de todos los alcaides, que va a mejorar la seguridad, que va a cambiar las cosas y que todo será más difícil para todos... Aunque admito que a pesar de que la mayoría de las veces (de los alcaides que conocí en mi tiempo como arquero) estas frases suelen ser puro alarde, algo en la voz de este viejo me hizo pensar que podía decir la verdad. Bueno, fue su tono de voz y el hecho de que no llegó solo, junto con él llegaron 2 nuevos guardias, un hombre joven que huele a inexperto y una mujer; por su estatura y facciones debe de tener unos 20 o 22 años, parece ser amable... aunque logro detectar cierta fuerza en ella, me recuerda un poco a...

Me estoy desviando, el punto es que este nuevo alcaide además de venir con estos guaridas, llegó con un nuevo prisionero. Imaginen mi sorpresa cuando vi que se trataba del mismísimo señor de la tienda de té allá en Ba Sing Se... no recuerdo su nombre... Claro que, no importa. Pues en cuento pisó la prisión todos nos enteramos que era el mismismo general Iroh, el famoso dragón del oeste y hermano mayor del señor del fuego. Ahora pienso con seguridad, que conocí al príncipe de la nación del fuego, Jet tuvo razón todo el tiempo, aunque no del todo. Pues mientras muchos se impresionaron con estos detalles, lo que a mí me hizo alzar la mirada, fue que dijeron que resultó ser un traidor que intentó ayudar al avatar a detener la caída de Ba Sing Se.

Imaginen mi expresión (aunque soy bueno controlándolas). En un instante recibí dos sorpresas, el mismo hijo de Azulon, general de los ejércitos de la nación del fuego es un traidor y la otra fue saber que Aang está muerto.

Acabo de escribirlo y aun así me cuesta trabajo... ¿cómo es posible que Aang muriera? Y eso de que Ba Sing Se cayó ante la nación del fuego, espero que sea alarde de los guardias... o de lo contrario ella... ¡No! Debo mantenerme enfocado, si empiezo a temer lo peor podría cometer un error terrible y quizá jamás podría salir de aquí... Debo recordar lo importante que es mantener la mente clara; si es verdad todo, si Ba Sing Se cayó, si el avatar ha muerto y si la nación del fuego ganó la guerra, entonces más que nunca debo acelerar mi plan de escape.

Ellos no podrán quebrarme, no saben hacerlo, se creen muy rudos, pero no tienen idea:

"Mantén la mente despejada y la vista clara. Un Yuyan nunca falla", ese es el lema de los arqueros Yuyan... un lema que admito me salvó la vida en más de una ocasión.

Todo comienza unas semanas luego de que me llevaran en aquel carromato al campamento de entrenamiento. Recuerdo que nos pusieron en una especie de celda, muy parecida a esta en la que me encuentro: fría, de roca sólida con una pequeña ventana y una jaula de hierro forjado que divide el lugar. Claro que en esta celda estoy solo y en aquella me acompañaban 4 personas.

El diario de LongshotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora