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Si esta no fuera la historia de mi vida plasmada pobremente con el poco carbón que Ming me ha pasado con el paso de los meses, entonces esta sería la parte en la que reveló el por qué Aye-Li nos había traicionado, porqué decidió darle información a la Nación del Fuego sobre los libertadores y porque planearon un ataque tan brutal y despiadado, que de los 90 que éramos, no quedamos más que 20.

Por desgracia, como muchas cosas en mi vida, no tengo una respuesta, mi tiempo en esta prisión me ha permitido mirar ese episodio de mi vida con otra perspectiva, una más amplía. Y al final, puedo decir que solo he podido ubicar el momento en el que Aye-Li comenzó a ser una doble agente.

Fue esa noche, cuando Keizan murió y nuestro Agni Kai iba a ocurrir al día siguiente, cuando yo estaba acampando ella vino a mi y lo hicimos la primera vez, fue esa noche en la que despertó, me dejó dormir y volvió a la torre de los Yuyan.

Ahí fue cuando pidió protección para ella; era mujer, así que toda su vida había vivido con el miedo de que los Yuyan, o cualquier otro hombre se enterara de su condición, debió preguntar por la última misión de Keizan, la de localizar a los alborotadores del bosque en el reino tierra, debió prometer que los capturaría a cambio de protección. De modo que cuando volvió a mis brazos, cuando se reveló ante toda la orden como mujer, nunca corrió peligro. Por eso 40 arqueros entrenados para nunca fallar no nos atinaron ni un disparo, por eso los soldados que nos "descubrían" acampando eran tan fáciles de derrotar, por eso una incursión de la Nación del Fuego destruyó el primer campamento de los libertadores, todo era una estrategia, todo un plan orquestado por Aye-Li para ganar confianza, infiltrarse y tenernos a todos distraídos con un duelo de traidores para no ver venir el ataque.

¿Qué haces cuando toda tu vida es una mentira? ¿Qué haces cuando descubres que desde que eras solo un niño, nada ni nadie en tu vida fue honesto o real, que todos te usaron como una herramienta, que estás verdaderamente solo?

Yo quise morir, rogué a todos los espíritus que el cuchillo de la mujer que había amado desde siempre me hubiera cortado algo vital en mi interior y pudiera irme de esa vida donde nada era real, donde los días de risas y las noches de pasión eran una farsa, donde la seguridad, la felicidad y el amor eran cenizas de animales putrefactos secándome la boca. Quise morir y cuando la oscuridad me rodeo y cubrió como un manto, tuve tranquilidad.

Pero no estaba muerto, tenía 17 años, había visto morir a mis amigos, había sido traicionado y literalmente apuñalado por la espalda, pero no estaba muerto.

Ella no me dejó morir. Me amaba demasiado para dejarme morir.

—¿Aye-Li? —. Pregunté en mi delirio por la fiebre.

—No—. Me respondió una voz que nunca antes hasta ese momento había escuchado tan dulce—. Tienes que relajarte, aun estás muy mal—. Siguió hablando ella, la única ella que me ha importado desde entonces. A la que le debo mi vida, la que ha esperado desde esa noche en el claro del bosque cuando me preguntó sobre la lealtad.

Estoy vivo gracias a Smellerbee.

Habían pasado 2 semanas, o eso fue lo que Smellerbee me dijo. El ataque fue feroz y muy rápido, golpearon con catapultas y la fuerza de los Yuyan derribó a los más fuertes o a los que fueron demasiado estúpidos para no rendirse e intentaron pelear.

A todos los que se rindieron los encadenaron y los subieron a un carromato para llevárselos como prisioneros. Smellerbee aprovechó el caos para luchar contra la única persona que había odiado más en su vida que a la Nación del Fuego. Aye-Li.

Ella dejó que la golpeara, no se defendió y cuando Smellerbee soltó toda su ira, Aye-Li solo le pidió una cosa.

—Sálvalo, llévatelo de aquí ¡Sé lo que sientes por él, ahora sálvalo!

El diario de LongshotWhere stories live. Discover now