Capítulo: 18.

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Me di la media vuelta y me dirigí a mi habitación. Había calmado a la fierecilla e incluso le había dado una dosis de satisfacción, pero ahora tenía otro problema. ¿De dónde demonios había salido mi mentira? No me quedaba más que solo cruzar los dedos para que Kiba pudiera ser mi complice y aceptara la invitación que le iba a hacer. Marqué rápidamente el número de Kika y me aparté de la puerta para que no pudiera oírme. Timbró un par de veces y a la tercera su voz de ángel contestó del otro lado de la bocina.

—  ¿Hinata? —  me dijo, sorprendido por mi repentina llamada.

Él siempre era el que me llamaba a mi.

— Hola, Kiba, ¿cómo estás? — susurré casi inaudible.

— Bien, ¿Por qué hablas tan bajito? — me preguntó, caminando su tono de voz al mío.

— Porque no quiero que me oigan.

— ¿Quién?

— Mañana te explico, ¿sí? Sólo quería preguntarte sí querías salir a pasear conmigo a la plaza. —  arrugué el suéter negro que llevaba puesto, nerviosa.

— ¡Por supuesto! ¿Mañana?

Suspire de alivio.

— Si, gracias.

— No, gracias a ti por invitarme. — dijo.

— Entonces, hasta mañana, buenas noches y gracias.

— Hasta mañana, descansa bien.

Trunqué la llamada e hice una exclamación de victoria. Sabía que podía contar con Kiba cuando fuera.

Me senté sobre la cama y me incliné para abrir el cajón inferior de mi buró. Rebusque entre papeles y debajo de todos encontré lo que había guardado como un tesoro a capa y espada hasta hoy. Levanté las diez fotos y mire cada una hasta encontrar alguna que dibujara el rostro mejor.

Cuando lo hice, la tomé entre mis manos y estudié el bello resplandor que por sí solo reflejaba el rostro de Naruto. Sentí en mi estomago como si un montón de burbujas se inflarán y fueran flotando en el espacio libre. ¿Por qué él me provocaba todo esto? Ahora empezaba a tener un miedo racional y tangible. Naruto no debería de provocarme ese tipo de sensaciones, por que yo sabía que significaban. Recordé lo que había ocurrido hace rato, y no pude ni imaginarme lo que hubiera pasado sí Sakura no hubiese llegado. Su rostro estaba demasiado cerca. Demasiado. Sentí como las burbujas se inflaron más y revolotearon por todo mi estómago. Sacudí la cabeza, queriendo deshacerme del recuerdo y por consecuente de la reacción.

Guardé de nuevo todas las fotografías en mi cajón, debajo de todo el montón de papeles, en donde deberían de estar. Me arrope para dormir y escruté el techo en total oscuridad; luché contra los pensamientos que en ese momento estaba teniendo, a mi no me podía gustar el novio de mi mejor amiga, no debía.

"— ¿Quién eres? —  pregunté, ya que su rostro me era conocido, sin embargo, también me parecía una persona extraña.

— Tú otra yo. — me dijo.

Me solté a reír.

— Si, claro. No puedes ser mi otra yo; ¡yo no me pondría jamás esos tacones tan altos! — señale sus pies.

— Si, bueno, pero resulta que yo hago cosas que tu normalmente no harías. Como por ejemplo, aceptar que me gusta Naruto.

— ¿Naruto Uzumaki? — vociferé, echándome hacía atrás.

— ¿Lo ves? — dijo de lo más tranquila —  Tú no lo aceptar, yo si.

— Naruto no me gusta, ¿estás loca? ¡Es el novio de Sakura!

Manual de lo Prohibido → NaruHina.Where stories live. Discover now