Capítulo: 25.

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— ¿Qué fue qué? — esto parecía más a un juego de palabras llegando a ningún lado aparente. 

— Eso, con Kiba. ¿Por qué te beso? 

Me solté a reír de puro nerviosismo, yo pensando que él me daría una buena amonestación por lo de la rosa y, ¿me sale con eso? Realmente no entiendo que es lo que esta sucediendo. 

— No me beso. — comente sin titubear, pero tampoco dirigiéndole la mirada. 

— ¿Entonces cómo le llamas al hecho de qué él haya pegado sus labios a los tuyos? 

— ¿Qué? — reí aun más y al parecer a Naruto no le hacía mucha gracia — Kiba no me beso, no en los labios, al menos. Fue solo un beso de amigos. 

— Pues, no parecían amigos. — farfulló. 

— Naruto, pareces mi padre. — dije, medio molesta por tener que darle explicaciones y la risa se volvió una línea tensa en mis labios. 

Naruto suspiró y decidió mejor cambiar de tema, aunque no el tono de su voz. 

— ¿Por qué le diste la rosa a Sakura? — preguntó, con in signo de interrogación en su rostro. 

— Porque ella es tu novia, Naruto. — dije, aunque me haya dolido rectificar aquello — A ella es a quién debes de darle rosas, osos de peluche o lo que sea. 

— Pero yo te lo quise dar a ti. — insistió. 

— Y yo no iba a decirle a Sakura eso, ¿o sí? — suspire con lentitud, ya cansada de la situación tan obvia — ¿Por qué te molestas tanto con las cosas que hago? ¿Por qué te importa que le haya dado la rosa a Sakura e inventado una excusa para salvarnos el pellejo? ¿Por qué te molesta sí Kiba me besa o me lleva un ramo de flores? 

Se quedo en silencio por un momento, mirando hacia adelante con el ceño fruncido y sus labios formando una línea recta. 

— Realmente . . . No lo sé. — murmuro, apagando el brillo de sus ojos color azules — Tengo que irme. — se levanto rápidamente y camino hasta su Hybrid negro y subiendo a ella condujo hasta desaparecer calle abajo. 

Me quede sentada allí, si Naruto había malinterpretado todo, seguro a Sakura también y ahora, aunque no tenía ganas de mantener una conversación para mentirle a más a Sakura y sonreírle, tenía que pararme enfrente de ella y darle el mismo sermón que le di a Naruto, el de "Kiba es solo mi amigo". Me levante desganada y abrí la puerta del edificio, conduciendo mis pies escaleras arriba hasta llegar al tercer piso y al departamento 312. Suspiré de nuevo antes de entrar, rogándole a Dios tan sólo un poco de ayuda, Sakura podía llegar a ser realmente persistente. 

Abrí la puerta girando la dorada perilla y visualicé a Sakura mirando TV desde la cocina; mientras intentaba recalentar en el horno un pedazo de pizza del día jueves. Cuando me vio entrar se giró a mi y me sonrió de gran manera haciéndome ver sus dientes medianos y blancos, tan fuertes como un roble. 

Traté de sonreír. 

— ¿Por qué la gran sonrisa? ¿La pizza no se te quemó hoy? — bromeé.

— Ay — se quejo como niña pequeña — Eso fue solo una vez y hace ya varios años — dijo y rió, dejando escapar el sonido levemente gutural de su risa. 

Me tuve que reír también, recordando aquella escena de la pizza quemada en su casa de su abuela cuando teníamos diecisiete años. 

— Bueno, pero no es por eso porque sonrió. — me dijo animadamente y con una sonrisa radiante — Tú tienes algo que contarme —levantó las cejas una y otra vez. 

Manual de lo Prohibido → NaruHina.Where stories live. Discover now