Capítulo: 2.

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— ¡Hinata! — gritó efusiva esa voz familiar que tanto había extrañado.

Corrió hacia mí y se agachó para abrazarme. Apretó los brazos alrededor de mi cuerpo y yo le respondí, era tanto el tiempo que había estado separada de mi mejor amiga y aquellas conversaciones telefónicas no llenaban totalmente el vacío.

— ¡Pero cómo has cambiado!

— ¿Cuál cambió? Sigo igual desde la última vez que nos vimos — dije y me separé.

— Por favor, tu cabello es diferente – observó.

— ¿La maraña de pelos que cargo en la cabeza? ¿Qué tiene de diferente? Siguen igual de despeinado que hace años. — bromeó — Pero tu tampoco has cambiado mucho.

Efectivamente, Sakura no había cambiado en lo absoluto, excepto por unos cuántos centímetros más agregados a su cabello rosado y lacio. El fleco caía en su frente hasta llegar a sus ojos, y su d cabello alcanzaba una medida sólo un poco por debajo de sus frágiles hombros que un suéter rosado oscuro cubrió.

— Ejem.  — Él joven qué estaba a nuestro lado, Naruto, se aclaró la garganta haciéndose notar.

Ambas lo miramos.

—  Ay, lo siento. — dijo Sakura  dándole un rápido abrazo con uno de sus brazos — Es que estoy emocionada — dijo y la flamante sonrisa en su rostro de expandió aún más cuándo me miro — ¡Hay tantas cosas que quiero contarte! — me avisó.

— ¡Yo también! — musité emocionada.

— Supongo que ya se conocieron. — volvió su atención a Naruto.

— Si. —  dijimos los dos unísono y luego reímos de nuestra sincronización.

— ¡Ah! ¡Esto será genial! — exclamó mi amiga.

Se levantó del piso junto con Naruto, mientras yo me quedé allí sentada.

— ¿Pero que haces allí? Levántate, ¿por qué no entraste?

Él me extendió la mano para ayudarme a levantarme. El deseo de tocar su excitante piel de nuevo me invadía al ver la palma de su mano extendida hacia mí. La tomé y me ayudó a separarme del piso.

— Gracias. — murmuré.

Él sólo me sonrió, separando los dos engranes que se habían unido de nuevo.

— Lo cierto, Sakura, es que me dejaste la llave equivocada — me quejé, intentando mirar a mi amiga y no a la perfección que tenía a mi lado.

— ¿La llave equivocada? — se sorprendió.

— Si —  le di la llave que guardaba en el bolsillo de mi chaqueta.

— Oh, perdón — me sonrió — si, me confundí — cálculo entre su bolsa y encontró un juego con tres llaves — Este era — se quedó en silencio un momento  — Eso me recuerda que le debo de dar a las gracias a la señora Montórfano por hacerme el favor de entregarte la llave.

— ¿La vieja gruñona del 308? — pregunté, apuntando con mi dedo pulgar hacia dicha habitación.

 Oye, no es gruñona; es linda cuando quiere — de encogió de hombros.

— Y digamos que casi nunca quiere, ¿verdad? — hice un ademán de susto. La vieja no se habían comportado del todo amable conmigo — ¿No pudiste haberme dejado la llave correcta con alguna otra persona menos amargada?

Naruto río.

— Exageras~. — Sakura meneó la cabeza y río — Me imagino que estás cansada así que agradéceme que ya tenga lista tu habitación — me regaló una sonrisa de autosuficiencia mostrando todos esos dientes blancos de tamaño mediano.

— Te agradecería más si abrieras esa puerta ya — bromeé.

Sakura río e introdujo la llave a la cerradura haciendo que la puerta se abriera por fin. Me trague una exclamación de victoria.

— Pasa y acomódate, en unos minutos estoy contigo — anunció y me indicó que me introdujera al departamento.

Intenté levantar del suelo mi par de maletas, pero Naruto se me adelantó.

— Permítame. — las tomó, una con cada mano y fue detrás de mi, acomodándolas en la orilla de la sala.

— Gracias. — musité y le regalé una sonrisa tímida.

Él me la devolvió y aquel afecto me produjo una oleada de inspiración; como la que necesitó un poeta para su poesía, o un escritor para una nueva historia.

Salió por la puerta y fue con  Sakura de nuevo, no pude evitar mirarle mientras caminaba hacia la salida.

El estómago me rugió y me di cuenta de que aun traía la galleta mordisqueada en la mano. Me senté en una de las sillas cerca de la cocina. Mordí el pequeño pedazo que me quedaba y mastique perezosamente.

— Vine a buscarte para entregarte el CD que le prestaste a mi primo. – dijo Naruto con su voz de terciopelo en la puerta del apartamento.

— Amor, no tenías porqué preocuparte, le dije que me lo devolviera cuando quisiera — contestó Sakura —

Me atragante con la galleta. ¿Amor? ¿Cómo que amor? Vi perfectamente el chasquido de los labios de Sakura contra alguna parte de la cara de Naruto mientras yo intentaba tragar el pedazo de oblea que se me había atorado en la garganta, sintiendo cómo me raspaba.

Intenté tragarla y luego todo cuando lo logré, medio asfixiada aún. Sakura apareció de pronto a mi lado, mientras la puerta de la entrada estaba ya cerrada.

 — Hinata, ¿estás bien? — me preguntó, pero la tos seca que salía de mi garganta me impedía hablar — Te daré un poco de agua, espera — corrió hacia la llave y tomó un vaso, llenándolo rápidamente con el líquido que salía del grifo.

Se acercó a mí y me extendió el vaso, yo tomé del agua, esperando que aquel ardor en la garganta desapareciera y la tos se fuera también.

— ¿Mejor? — inquirió.

— Si. — dejé el vaso sobre pretil de la cocina — gracias.

Manual de lo Prohibido → NaruHina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora