Capítulo: 21.

90 10 0
                                    

— Kiba es un buen chico, pero . . .

— Tú le gustas. — me interrumpió.

— No creo gustarle más que Ino. Y la respuesta es . . que quizá me agrade un poco, pero, me quedo como su amiga.

— Eres sincera. — esbozó una delicada sonrisita — Y, quiero conocer a esa chica, Ino. Me hablas de ella y no sé siquiera quien es.

Me reí.

— Es la chica del laboratorio de fotografía de los Yamanaka. Un día te llevaré.

— ¿Prometido?

— Prometido — reí —. Siguiente pregunta.

— ¿Qué le contó Lee el otro día?

— ¡Tramposo! — negué con la cabeza riendo — No te voy a decir, no seas curioso, Uzumaki.

Me miro y enarco una ceja.

— Perdón, Naruto.
Sonrió

— Y no te diré.

— ¿Tiene algo qué ver conmigo?

— Eeemhn, contigo, conmigo, con Kiba, con todos. — divagué, saliéndome por la tangente. — Última pregunta.

— ¿Ya es la última?

— Así es, curioso. — asentí.

— Esta bien. Bueno, tú conoces a Sakura mejor que nadie, y me conoces bastante también a mi, ¿cierto? — asentí — Bien, ¿crees realmente qué Sakura y yo . . .? no, ya sé. ¿crees qué Sakura es lo mejor para mi y yo para ella?

Abrí los ojos de par en par, ¿qué? ¿Ahora dudaba? ¿Y me preguntaba a mi?

— Bueno, mira —balbuceé y me humedecí los labios, repentinamente secos — no se trata de lo que opine o lo que la gente diga; aunque tú lo has oído, dicen que ustedes son la pareja perfecta; pero te repito, los comentarios de la gente no importa, lo que verdaderamente importa es lo que tú y ella sienten. Si la amas, y ella a ti, ¿qué importa los demás?

Tenía la mirada baja al igual que la cabeza que ligeramente se inclinaba hacia abajo.

— Gracias. — musité.

— Cuando quieras, Naruto.

Levanto la mirada de pronto e hizo que me corriera hacía atrás por el repentino movimiento.

— Tengo que irme, discúlpame con Sakura, ¿sí? —se levanto del sofá y camino hasta la puerta.

— ¿Por qué te vas? — inquirí, desorientada, aun sentada sobre el sillón.

— Las preguntas se acabaron. —sonrió — Hasta mañana, Hinata. — se giro en sí mismo, dirigiéndose hacia la puerta para luego salir tras ella.

Dejó la habitación vacía y a mi en ella. Cuando lo capté, pude distinguir también un fiero deseo de mantener su presencia aun allí, conmigo.

Giré sobre mi asiento y mire la rosa sobre la mesa, suspiré. Salí disparada a mi habitación y rebusqué en el cajón inferior de mi buro aquellas fotos con el rostro de ángel. Me quedé sentada en el suelo de la habitación, recargada en uno de los lados de mi cama, mirando lo que tenía en las manos. ¿Qué era es que sentía en mi estómago? ¿Por qué el corazón se me aceleraba cuando no debía? ¿Por qué . . . sentía que Naruto me gustaba? Era sumamente atractivo, sin duda y sensacional también.

Estar a su lado era como no querer que el tiempo avanzara, querer detener las manecillas del reloj y mandarlas en sentido contrario. Su mirada angelical azulada era como la fábrica de luces para navidad. Me hace sentir bonita con el beso en la mejilla, la sonrisa que miraba en su rostro me llena de algo que me es inexplicable. Él de alguna forma me hace recordar lo que es sentir, saber que una existe. Uzumaki, Naruto, como sea; el nombre es lo de menos, porque ahora me invadía una angustia palpable que me comenzó  cortar la respiración y hacia que las manos desprendieran sudor frío.

Manual de lo Prohibido → NaruHina.Where stories live. Discover now