Carta 3

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Te he contado lo que sucede en el día, pero no lo que ocurre luego de escribir estas cartas en las noches. Como es de saberse, termino llorando y no paro hasta pasado un buen rato. Las noches dejaron de ser para dormir y descansar. Yo, al igual que papá y mamá, nos quedamos mirando el techo a oscuras pensando. Y, si seguimos haciéndolo, esos pensamientos harán más ruido de lo normal. Culpa, remordimiento, miedo, tristeza, dolor, extrañeza, todo se junta formando una gran pared de agua para ahogarte.

"Por momentos me sentía como si estuviera en el fondo del mar, hundida, sin oxígeno, sin salida; con ganas de salir a la superficie, pero algo me decía que NO. Estaba cómoda en el fondo y consciente de que necesitaba del oxígeno también. Entonces, buscaba unas tijeras con filo y trazaba largas líneas sobre mi muñeca. Dolía, pero ese dolor era lo único real que podía sentir. Era mi oxígeno en un mar de pensamientos lejanos a lo que definimos como positivo."

Escribiste eso en la carta que nos dejaste a los tres. Ahora entiendo un poco como era el mar en que te ahogabas por las noches. Solo pensar en el hecho de sentirte así cada vez que nos íbamos a dormir, me parte el alma. Me duele, porque podía haberte ayudado en vez de quedarme estudiando toda la noche para los exámenes. Me duele, porque mi deber como hermana mayor era ayudarte. Me duele, porque siempre que iba en busca de un vaso de agua por la noche, pasaba frente a tu habitación y seguía de largo creyendo, como una tonta que todo iba bien cuando en realidad estabas viviendo un infierno.

Me dueles.

Leí que en las noches es cuando la depresión más actúa. ¿En qué pensabas? ¿Siempre fue así, o desde cuándo? ¿Por qué, Amalia? ¿Por qué tú? ¿Por qué la carta secreta para mí y no para mamá o a papá?...


(...)

Te dejé de escribir por unos minutos porque las lágrimas les ganaron a las palabras que aún tengo por escribir. Algunas gotas cayeron sobre el papel, pero solo en la parte lisa que todavía no está escrita.

En estos días he pensado mucho en los lugares que frecuentabas. Se me ocurrió, tal vez, pasar por tu colegio en busca de algunas respuestas, cualquier dato que me sirva para poder entenderte. No sé cómo te iba en la escuela, y me avergüenza tanto decirlo que el llanto amenaza con salir otra vez.

Presiento otra noche más en la que no dormiré tranquila, no solo por lo que ya escribí, sino porque temo verte en mis sueños, y me tenga que despertar.


PD: Empiezo a creer que las gotas de lágrimas son una estupenda firma. Te quiero. 

ESCRIBIENDO(TE)Where stories live. Discover now