Carta 5

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Las palabras desaparecieron por días hasta convertirse en semanas. Lo que antes eran sueños sobre momentos que hemos vivido las dos juntas, ahora son pesadillas que me atormentan en mis pocas horas de descanso. En una de esas noches que me he desvelado por esa misma razón, encontré a papá sentado en el sillón del salón. En su mano izquierda llevaba colgando un vaso con whisky por la mitad, y recuerdo perfectamente el asombro que me provocó porque, además de ser lunes el día siguiente, él, nuestro padre, el hombre de corazón de hielo, estaba mirando a un punto fijo sin pestañear con la mirada completamente perdida.

Verlo así era peor que verlo llorar. Tan solo ver una mirada de aquellas, vacía, sin emoción o expresión alguna, sin lágrimas, y perdida por ahí, dolía. Dolía más porque expresaba más sin la necesidad de hacer un mínimo movimiento.

<<Dos kilos doscientos pesó cuando nació. Débil y pequeña desde el momento en que la sostuve por primera vez en mis brazos. —dijo con voz ronca al verme parada frente a él en busca de respuestas. —Tendría que haber pasado más tiempo con ustedes, con las tres. Amalia no me lo perdonará, pero espero que tú, hija mía, lo puedas hacer algún día. >> dijo tomándome de las manos.

Mis ojos se llenaron de lágrimas enseguida, pero más el corazón de rabia. Él no tuvo que pasar más tiempo con nosotras, él debía. Es nuestro padre y tenía una sola cosa que hacer. Pero siempre prefirió una oficina de cuatro paredes que genera dinero para pagar educación privada, ropa de marca y whisky de lujo. No me quejo de las cosas que nos ha dado, pero podíamos haber vivido con menos y haber sido más felices.

Es verdad. Tú nunca lo podrás perdonar por no haber cumplido su rol de padre. Sin embargo, yo debo cargar con el peso de todos esos días que lo necesité y nunca estuvo, que lo esperé en el acto del colegio y nunca apareció, que me quedaba bien entrada la noche cuando era pequeña para poder verlo una vez en el día. Y debatir entre, si aceptar sus disculpas o no, es absurdo después de pasar veinte años acostumbrándome a la ausencia de su amor y que aparece por primera vez cuando tú nos dejas. Su amor ahora es el más sincero que jamás vi, pero llegó tarde. Llegó cuando otro más importante se fue.

¿Te cuento un secreto?

Yo también me sentí perdida. Y sé que lo has estado en algún momento de tu vida porque es imposible no estarlo cuando tienes padres, pero no una familia. Lamento no haberme dado cuanta antes.


PD: No eres la única que guardaba secretos. Te quiero. 

ESCRIBIENDO(TE)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن