capítulo 35.

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• MARATÓN 2/5 •

Me levanté de la mesa, diciendo que ya volvía, pero todos me cargaron y se reían ya sabiendo para que me iba a ir.

No era muy difícil darse cuenta, y más si ellos ya sabían que andaba medio en esa con Enzo.

El único que no me cargaba, era Lautaro.

Me pregunto si el resto de los chicos sabrán que estuve con él también, aparte de Enzo.

Le pregunté medio perdida a un mesero de ahí, dónde estaban los baños y me señaló bien en el fondo dos cabañitas bien cuidadas, le agradecí y me fui caminando a paso rápido, la idea era tardar lo menos posible.

Llegué pero no lo vi, lo busqué con la mirada y nada, así que agarré el celu y le mandé un mensaje.

Enzo

te espero en el baño morocha
22:31

donde estás papi?
22:34
_____________________

-Acá bebé- dijo su voz apareciendo atrás mío.

Me apretó contra él por atrás dejándome sentir a su amigo de allá abajo.

Yo ya estaba a más no aguantar lo mojada que me estaba poniendo, lo quería ya.

Me giré a darle un beso agarrándolo de la nuca, y empezamos a meternos lengua y todo, sus labios carnosos eran cada vez más adictivos para mi.

-¿Rapidín?- balbuceé entre su boca mientras mordía su labio inferior.

Enzo no dijo nada, me agarró la mano y me empezó a llevar a la parte de atrás de los baños.

-Había mucha gente ahí en los baños, se nos iba a hacer difícil- me dijo- pero acá atrás están los de servicio y empleados.

Tal cual dijo, atrás de las cabañitas de los baños, había como un mini cuarto iluminado con luz tenue, que decía "solo personal autorizado".

Enzo miró para los dos lados esperando que no haya nadie, y yo tanteé por una ventanita el cuartito, estaba oscuro y vacío.

-Dale metete- me dijo y abrí la puerta rápido para entrar.

-Ay no veo nada- dije después que Enzo entró y cerró la puerta.

-No hace falta que veas, tenes que sentir nomás- me dijo y como no podía ver nada me lo imaginé diciéndolo con esa sonrisa pilla que tiene él.

Era un baño prolijo para empleados, por lo que vi con la luz débil de afuera que daba la mini ventanita, tenía dos baños con puerta y una mesada para lavarse las manos.

Sin esperar nada, Enzo buscó mi cara con sus manos y me volvió a comer la boca, se la seguí con ganas y con mis manos ubiqué su pantalón,  me ayudó a desabrocharlo y bajárselo enseguida con el bóxer, bajé a su cuello pasando mi lengua y sin pensarlo dos veces, bajé directo a su miembro que ya estaba erecto.

Me arrodillé para estar más cómoda y ayuda de mi mano, me lo metí a la boca, chupé y aproveché a jugar con mi lengua también mientras chupaba y escuchaba los jadeos que Enzo no se podía aguantar.

-No te calles- le pedí cuando me di cuenta que se aguantaba cualquier tipo de ruido, y escucharlo teniendo placer me excitaba muchísimo más.

No me dijo nada, y volví a lamer y chupar con ganas como si estuviese comiendo mi comida favorita, y lo era.

Enzo empezó a soltar más jadeos con su respiración cada vez un poquito más rápida y agitada, llevó sus manos a mi pelo y me lo corrió para atrás para que no molestara.

Me agarró de la nuca y me empujó la cabeza, hizo metérmela toda adentro, hasta la garganta, me atraganté y me salieron lágrimas automáticamente por reflejo, yo seguí porque lo disfrutaba igual.

Sentía su miembro cada vez más duro, cada vez más excitado.

Cuando ya estaba en su mejor punto de excitación, Enzo me levantó y me encajó un tremendo beso con mordida y todo.

-Date vuelta- me dijo en la oscuridad.

Le hice caso y apoyé mis manos en el lavadero, separé mis piernas y esperé a escucharlo poniéndose el preservativo que sacó de su bolsillo, me encanta que siempre los lleva con él, como sabiendo lo calentones que somos y no nos podemos aguantar.

Se lo terminó de acomodar y con su gamba me separó un poco más las piernas, me levantó el vestido corto que tenía y por último me corrió para un costado la tanga negra que estaba usando, que igual no se apreciaba por la oscuridad.

Pasó sus dedos por mi feminidad, paseándolos hasta estimular mi clitoris unos segundos y me metió dos dedos para saber la ubicación, le sumó un dedo más haciendo que cerrara mis ojos y soltara un gemido suave de satisfacción.

-Estás toda mojada- me dijo por atrás en el oído- como me encanta.

Ni tiempo de pensar mi respuesta me dió que sacó sus dedos rápido y me penetró como los mejores.

Gemí cuando lo sentí adentro de lo grande que estaba, apreté mis manos en la mesada y separé más mis piernas para que sus embestidas sean más placenteras.

Enzo tenía sus manos en mi cintura, ayudándolo a poder moverse mejor mientras sus entradas y salidas eran tremendas.

Estaba tan excitada que no podía retener mis gemidos y jadeos, Enzo también estaba gimiendo pero más cerca de mi oído y más bajito, se dio cuenta de mis gemidos y con una de sus manos me tapó la boca.

Puse mi mano encima de la suya para contenerme mejor y él apuró sus embestidas, cada vez más rápido, me dolía porque parecía que me lo estaba metiendo hasta el estómago pero ese dolor era satisfactorio a más no poder.

Nuestras respiraciones agitadas se cansaban cada vez más con la velocidad de Enzo, terminé apoyándome casi acostada en la mesada para comodidad de él y dicho y hecho le quedó más cómodo y más rica la pose para encontrar el placer.

-Enzo, sí, ahí- gemí cuando me penetró justo en mi punto débil, me acomodé para que siguiera ahí y en cuestión de segundos los dos moviéndonos en conjunto, me tembló todo el cuerpo y me vine en un grito de placer silenciado y tapado por la mano de Enzo, que se vino al mismo tiempo que yo adentro mío.

Ambos relajamos nuestros cuerpos y Enzo sacó su miembro, sacándose el preservativo y tirándolo a la basura.

Me giré a buscarlo entre la oscuridad con la poca luz que entraba al cuarto y entre nuestro sudor busqué su boca para darle un beso antes de salir de ese cuarto.

Tentación. (enzo fernández)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora