La ciudad deportiva

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Pedri

-No por favor no.- me despierto aturdido, noto movimiento a mi izquierda. Una mano cae en mi cara, gimo de dolor. Menuda fuerza.

- ¿Luna? - susurro. Sigo medio dormido. De repente la escucho gritar. Me incorporo al momento, enciendo la linterna del móvil en la mesilla y me doy cuenta que la rubia está teniendo una pesadilla.
La zarandeo con suavidad del hombro- Luna. - susurro pero sigue con el ceño fruncido y una leve capa de sudor en la frente.

-Luna- la sacudo un poco más fuerte para conseguir despertarla. Abre los ojos de par en par, sus ojos marrones al principio reflejan terror, del terror pasan al miedo, acuno su cara entre mis manos preocupado, en cuanto enfoca su vista en mi se relaja.

La atraigo entre mis brazos, escucho unos sollozos. Me tenso al momento, es la primera vez que llora en persona conmigo.

- Shh ya esta, ya está- aun teniéndola entre mis brazos enciendo la luz de la habitación, cojo mi móvil y veo la hora. Son las 8 de la mañana, me sorprendo ya que no es tan tarde. Me incorporo con ella apoyada en mi, le froto la espalda en forma tranquilizadora, la separo de mi para secarle las lágrimas, sigue agitada y tiembla bastante.

- Luna ya pasó. - se me parte el corazón verla de esta manera, frágil, vulnerable. La vuelvo a pegar a mi pecho dándole caricias en el pelo. Una vez que su respiración se tranquiliza decido dejarla dormir, yo en cambio me quedo despierto acariciándole la cabeza, un poco alerta por si vuelve a despertarse de esa manera.

Me levanto a subir ligeramente la persiana, rayos de sol entran en la habitación. Se que debería de bajar y hacer los ejercicios que me mandan los fisios pero la rubia que está tumbada en mi cama me tienta mas, vuelvo a la cama con ella sin pensármelo dos veces, con mi brazo la atraigo hacia mi.

No se que cojones estoy haciendo ni mucho menos cual es la finalidad de que me quede en la cama con la rubia de los ojos castaños apoyada en mi pecho, le acaricio con suavidad la piel de su cintura que deja su camiseta al aire con la punta de mis dedos, esa piel bronceada por el sol que me vuelve loco.

Mis manos inquietas se mueven solas por su cuerpo, mis dedos van desde la coronilla hasta las puntas de su pelo suavemente, mi vista está puesta en su rostro, sus largas pestañas y algunos lunares que tiene desperdigados por ahí.

Esta niña es un ángel.

[...]

A la hora, se vuelve a despertar, yo estoy con el móvil mientras le sigo dando cariño a la rubia.
- Buenos días. - le digo con una sonrisa. Ella, en cambio, parece que ha visto a un fantasma, mirándome con un poco de culpabilidad y duda.

- Perdón por no dejarte dormir. - susurra.

- No seas tonta Luna. - me encojo de hombros. - me suelo despertar a esa hora. - asiente no muy convencida.

- Yo... ehh... - le tiemblan las manos.

- Espera tonta.- le digo con una pequeña sonrisa, ella me mira sin entender pero achina los ojos en cuanto entiende mi finalidad. La siento encima de mis caderas y la abrazo por la parte de abajo de la espalda. - Bueno, mi hermano está enfermo - asiento.- y que parte del dinero que yo gano en Tenerife es para su tratamiento. - asiento de nuevo. - también tienes que saber que otra de las razones por las que me mudé a la isla fue para estar lejos de mi madre.- Aprieto mi agarre al rededor de su cintura como intento de tranquilizarla, ya que le tiembla la voz.

- Bueno y de su novio. - suspira- yo tenía 12 años cuando el novio empezó a actuar raro conmigo. - me tenso.- Me reñía por llegar tarde a casa, por quedar con chicos y se reía de mi hermano y hablaba mal de mi padre, siempre me decía que nos había abandonado. Por no hablar de su relación con mi madre, era a gritos en casa todo el día. - la pequeña Luna hace una pausa para coger aire. - cuando volvía de volley hacía comentarios sobre mi cuerpo que me hacían sentir incómoda, me decía que tenía las caderas grandes y también hacía comentarios sobre mi culo. - no puedo no interrumpirla con un abrazado lo que me está contando, se me estruja el corazón que mi persona, como es Luna, haya tenido que pasar por todo esto.

Lugar seguro | Pedri GonzálezWhere stories live. Discover now