CAPITULO 2

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Foto de Efraín

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Foto de Efraín.

Llegue al salón de clases justo a tiempo, el profesor Harrison es muy estricto con la puntualidad, ya había llevado varios cursos con él. Su canoso cabello y tupida barba evitaban tener una idea aproximada de su edad, pero le calculaba cerca de cincuenta años. Le encantaba hacer preguntas en el momento que menos lo esperabas y lo hacía siempre con aquellos que no prestaban atención. Tiene un ojo biónico para esto, dejando en ridículo a más de uno, ya que es obvio, no saben la respuesta.

Me siento en el lugar de siempre, adelante, donde casi todos los asientos están vacíos. A nadie le gusta sentarse al frente, por eso prefiero estar en primera fila, sin interrupciones, ni cuchicheos, pudiendo concentrarme en la materia.

La puerta se abre y siento como el corazón se me acelera, el rubí volvió a mis mejillas y hasta juro que empecé a hiperventilar cuando vi ingresar al chico con el cuál había tropezado en el pasillo.

El profesor lo fulmina con la mirada, y con tono de voz severo le dice: -Buenos días señor....

-Lockwood, Efraín Lockwood. -Responde el aludido.

-Sí, bueno señor Lockwood, me gusta que sean puntuales en mis clases, así que apreciaría no se vuelva a repetir esta situación.

-Sí profesor lo entiendo. Soy nuevo, me estoy familiarizando con el lugar.

-Bien, por favor tome asiento junto a la señorita Whitman. - Me señala.

¿Qué? No, no, no. El profesor debe de estar de broma, hoy me levanté con el pie izquierdo. Sus ojos turquesa se fijan en mí, frunce el ceño, sí, él sabe que este será su lugar el resto del semestre, lo siento por ti, te tocó a la par del patito feo.

-No hay problema. -Contesta sereno, y toma asiento a mi lado.

Las clases continuaron con normalidad, pero a partir de ese momento, no entendí que salía de la boca del señor Harrison, era como si estuviera hablando en mandarín, por lo que la presencia de Mei hubiera sido útil para que me tradujera. Lo bueno es que grabo cada clase, así puedo llegar a pasar en limpio mis notas.

Estaba sudando como un cerdo, si se puede aplicar esta comparación. Tengo las manos sudorosas, y el corazón no ha dejado de repiquetear desde que Efraín se sentó junto a mí. Él no me ha vuelto a ver una sola vez, claro después del espectáculo que armé, cuando él cordialmente me ayudó a levantar y mi reacción fue salir corriendo como si me persiguiera la policía. Sí, menuda primera impresión le diste.

Al fin se dio el cambio de lección, todos salieron menos él. Y tampoco podía pasarle por encima, si no me apresurada peligraba en llegar tarde a mi próxima lección.

- ¿Hice algo que te molestara? -Me consulta.

Me quedo anonadada ¿De verdad me está hablando? Vuelvo a ver a nuestro alrededor, pero estamos solos, es decir, sí se dirige a mí.

- ¿Qué eres tímida o algo así? o ¿Te comió la lengua el gato? -Arquea una ceja y por segunda vez en el día, desee que la tierra se abriera y me llevará al mismo núcleo del planeta.

-No. -Logro articular apenas audible. - ¿Puedes por favor dejarme pasar? -Mi voz no sonó tan firme como lo esperaba.

Él me mira dubitativo, sí, soy un bicho raro, bienvenido a mi extraño mundo paralelo.

Se encoge de hombros y se levanta, salimos juntos, pero tomamos rumbos diferentes. Golpee mi frente con la palma de la mano y me prometí no contarle nada a Mei, me comería viva si sabe que actué como una persona con autismo frente a un chico increíblemente atractivo y que era el único que se había tomado la molestia en estos dos años, de dirigirme la palabra.

El comedor está repleto, ocupo la mesa de costumbre, siento una fuerte palmada en mi espalda que hace que casi me atragantara teniendo que beber agua para bajar la comida.

-Mei te he dicho cientos de veces que dejes de hacer eso. -La regaño.

-Ayyyy Tam, no empieces quieres. –Voltea los ojos. -Ya viste al nuevo. -Lo señala en una mesa próxima a la nuestra, no lo había visto antes. Estaba rodeado de otros chicos, todos lindos y con ropa de marca, pertenecen a su élite. Es nuevo y ya tiene amigos, que suertudo.

-Sí ¿Y? -Menciono tratando de no mostrar interés.

- ¿Y? ¿Deberías de ir al oculista para que te ponga aumento a tus lentes? Es un adonis. -Coloca sus codos sobre la mesa, mientras que su mentón reposa bajo ambas manos.

- ¡Dios! Al menos disimula, tu baba humedeció la mesa.

-Ja, ja. -Pronuncia sin una gota de humor. -A veces pienso que eres lesbiana.

Tomaba un trago de mi botella de agua mineral y la escupí con fuerza pringando mi ropa. Tomé una servilleta y comencé a secarme. Algunos nos miraron, pero pronto continuaron en lo que sea que hacían.

-Tengo algunas conocidas que estarían interesadas en conocerte, si quieres.

-Mei no soy lesbiana. -Le aseguro. -Y si lo fuera, lo sabrías. - Continúo.

-Está bien, no te enojes, únicamente deseaba asegurarme. Es que nunca te he visto con nadie.

-No es más que obvio. -Me señalo tratando de darle a comprender mi punto.

-Tammy apestas. -Deja salir, suspirando.

- ¿En serio? -Huelo mis axilas y mi aliento, pero me llega la fragancia de lilas de mi desodorante

-No esa clase de peste. _ Desenrolla un emparedado de su envoltura y procede a morderlo. -Me refiero en lo personal, tu autoestima apesta. No eres fea, solo requieres un cambio de look.

-Ya hemos hablado de esto. -Me froto mi sien porque inicia un tema que me incomoda. -Solo en las películas cliché, la protagonista tiene un cambio radical y el chico más guapo del centro educativo se fija en ella y terminan perdidamente enamorados. Deberías de diferenciar entre una utopía y la realidad. Además, si alguien quiere estar conmigo, tiene que aceptarme tal y como soy, la apariencia es solo un espejismo, lo verdadero está en tu interior, son tus sentimientos.

-Carajo, ya empiezas a sonar como una psicóloga.

-Bien por mí, es lo que estudio.

-Sí, sí, bueno, no insistiré, cuando mueras pediré tu ataúd blanco para que no quede en duda tu castidad.

Su comentario me incomoda, a veces Mei puede ser muy irritante, y esta es una batalla que no tengo ganada.

EfraínWhere stories live. Discover now